El sol radiante en el corazón de San José marcó el regreso del Tope Nacional 2023, un evento que ha marcado huellas en la idiosincrasia costarricense, celebrando su edición especial en el marco del Bicentenario de la independencia del país.
El Tope Nacional, que tradicionalmente toma las calles de la capital costarricense cada 26 de diciembre, congregó nuevamente a una multitud entusiasta de ticos de todo el país.
Los amantes de los caballos, los sombreros vaqueros y la música ranchera se hicieron presentes en esta colorida festividad que recorre la capital.
Desde Plaza Víquez hasta la Avenida Segunda, las calles de San José se llenaron de risas, música y el trote de los caballos amaestrados. Con canciones de Alejandro Fernández, su padre Vicente, música de bandas y rancheras fueron el telón de fondo musical para esta celebración, mientras las familias costarricenses se deleitaban con el desfile.
El evento inició desde las 10 de la mañana y concluyó casi a la 6 de la tarde; una figura destacada del Tope Nacional fue Laura Collado, dueña de la ganadería Cartago, que tiene más de un siglo de historia.
Laura desfiló con su caballo Poseído, de 18 años, un majestuoso ejemplar de pura raza española. Para Laura, el tope no es solo un desfile, sino una gran celebración y una oportunidad para que todo el país se una y celebre su cultura.

Más allá de los caballos, el Tope Nacional se transformó en una sinfonía de sonidos y colores. Las carrozas se convirtieron en escenarios itinerantes de diversidad musical y entretenimiento, reflejando la riqueza cultural de Costa Rica.
Desde improvisados karaokes hasta presentaciones de música tradicional costarricense, la multitud se entregó al espíritu festivo de la ocasión, mientras las marcas comerciales y negocios se hicieron presentes, regalando productos y refrescos para aliviar el calor intenso que alcanzó 27 grados en su climax.
A pesar del sol abrasador, los asistentes disfrutaron plenamente de la celebración, pero no todo fue alegría: el cierre de las principales vías provocó un atasco gigante en los alrededores de la urbe y miles de conductores pasaron horas esperando avanzar o buscando atajos lentamente.
Con más de un siglo de historia, este evento sigue siendo una parte fundamental del calendario festivo de Costa Rica, y cada año atrae a miles de personas para celebrar con alegría y entusiasmo.