Aquello de “si alguien tiene algo que decir que hable ahora o calle para siempre” se cumplió en Honduras, cuando un belicoso padre interrumpió una boda porque el novio resultó ser un Don Juan y ya había prometido a desposar a su hija.
Cuando un religioso que oficiaba el matrimonio a cielo abierto en la finca Chaparrosa, del municipio de Santa Ana de Yusguare, decía “en el nombre del Señor Jesucristo”, el aireado padre apareció de zopetón y a viva voz interrumpió la ceremonia.
“Me van a perdonar, pero aquí no hay boda…”, gritó el enfurecido papá, para después insultar al novio con todo el repertorio de groserías que pudo.
El corpulento hombre continuó maldiciendo al muchacho, señalándolo y hasta deseándole la muerte, mientras la pareja lucía desconcertada y abatida. La muchacha tenía su vestido blanco, propio de la ocasión, y él, un novio picaflor, usaba traje formal.
“Semejante %#%$&, te ibas a casar con mi hija el 27 de este mes, pedazo de basura… qué vas a decir ahora”, recriminó el enfurecido papá, quien vestía jeans y camisa deportiva. “De trabajar vengo yo”, agregó mientras agitaba los brazos.
“Ya va a venir mi hija, está trabajando. Mi hija es ingeniera, no es cualquier basura”, dijo con aires de orgullo.
El novio fue identificado como Frank Pacheco. La novia que quedó engañada, se dijo, hasta había guardada su virginidad y tenía listo el vestido para la boda.
Y como en casi toda situación en la actualidad, no faltó quien dijera: “llamen a la policía. Toda amenaza está grabada”.
De fondo, en algunos videos, se logran escuchar exclamaciones de lamento, sorpresa, llamados a la calma y hasta a la mujer que alega que la otra muchacha era una víctima de la situación.
Al menos tres clips del embarazoso episodio se han compartido en redes sociales y en ellos se evidencia el escandaloso incidente que, ojalá, no se vuelva tendencia.
No está claro cuándo ocurrió semejante situación, aunque testigos dijeron que junto al papa iban otros familiares de la novia burlada.
La defensa del Don Juan fue: “Yo ya estoy casado”.
En fin, ¡que vivan los novios!