Con una popularidad nunca antes vista en el país y dispuesto a brincarse -según sus críticos- la Constitución para buscar la reelección, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, cumple este 1 de junio 4 años de gobierno.
Ajeno a las entrevistas en medios de comunicación tradicionales, pero cercano a través de las redes sociales, el mandatario goza del respaldo de 9 de cada 10 salvadoreños gracias a la guerra contra las pandillas que ha abanderado y que desde marzo de 2022 le ha permitido encerrar a casi 70,000 mareros y reducir los índices de homicidios en más de un 60% gracias a un régimen de excepción.
Criticado ferozmente por una oposición reducida a su mínima expresión y sin un contrincante en el horizonte que le haga contrapeso, Bukele camina directo a una reelección pues una resolución de una Sala de lo Constitucional afín a él determina que aunque la Constitución de la República prohíbe la reelección, está permitida porque así lo interpretaron los magistrados elegidos por el oficialismo luego de destituir a sus predecesores en 2021 (y al fiscal general).
“El gobierno y el presidente tienen todo servido para la reelección, no solo por el respaldo popular, sino que tiene el control de la mayoría de la institucionalidad. Ha sido un gobierno que ha sacudido al país”, pero que “se ha llevado por delante muchas cosas, que ha socavado los incipientes avances democráticos que se tenían”, le dijo el vicerrector de la Universidad Centroamericana (UCA), Omar Serrano, a la agencia noticiosa AFP.
Para este 1 de junio, el mandatario y exalcalde capitalino de 41 años ha anunciado un discurso a la nación en cadena nacional de radio y televisión, que también es transmitido por las principales redes sociales.
En este se espera que haga alusión a su exitoso plan contra la delincuencia, el que es cuestionado por organismos de derechos humanos por considerar que violenta las garantías constitucionales de los ciudadanos, y que se refiera al menos someramente a su reelección.
De cumplir con lo que anunció el 15 de septiembre pasado, de buscar un segundo período consecutivo de mandato, correría por el partido que fundó, Nuevas Ideas, que tiene mayoría en la Asamblea pero que no es el que le llevó a la presidencia, pues en 2019 compitió bajo la bandera de Gana y obtuvo 1,434,856 votos, 577,772 más que su contrincante más cercano.
Seguridad, su gran logro
Este publicista de raíces árabes palestinas y aires cool, que aparece con gorra girada hacia atrás, con jeans y con el iPhone más reciente en sus manos, supo llegar al corazón de los salvadoreños al devolver lo que tanto querían: la seguridad.
Pero para conseguirlo recurrió a la vieja receta política de la mano dura y desde marzo de 2022 mantiene un régimen de excepción que le ha permitido encarcelar a millares de pandilleros y construir la cárcel más grande de Latinoamérica.
Las comunidades de condiciones socioeconómicas más bajas ahora aplauden que los pandilleros ya no les controlan, que los niños pueden jugar en las calles sin temor a que los recluten las maras y que la extorsión se ha reducido a niveles mínimos.
Aunque organismos de derechos humanos locales e internacionales cuestionan que el régimen de excepción permite arbitrariedades en arrestos y que hay incluso muertos en las cárceles en condiciones de abusos totales.
La ONG Cristosal dijo hace un par de días que tiene documentadas 153 muertes de reos bajo torturas o por privación de atención médica en las cárceles, en medio del régimen de excepción.
Pero a Bukele los “daños colaterales” no le inquietan, porque por medio de sus populares cuentas en redes sociales ha logrado que gran parte de la población tenga animadversión por estos organismos porque velan “por los derechos de los delincuentes y no por los de las víctimas”.
Tras haber administrado en cuanto a resultados muy bien la crisis por la pandemia de COVID-19, pero con aún muchas cuentas por aclarar, Bukele sabe que goza del respaldo de sus seguidores, una popular horda que traspasa fronteras, pues el mandatario es conocido en toda Centroamérica y más al sur, y se da el lujo de tener encontronazos vía Twitter con otros presidentes, como el de Colombia, Gustavo Petro.
En Guatemala, por ejemplo, la candidata presidencial de Valor-Unionista, Zury Ríos, hija del exdictador Efraín Ríos Montt, ha dicho que retomará los planes de seguridad de Nayib si gana las elecciones en junio de este año.
A Rodrigo Chaves, de Costa Rica, le han presionado para que retome la “mano dura” salvadoreña para controlar la creciente violencia en su país, pero lo ha rechazado.
Entre sus pendientes está mejorar la economía, el problema que más agobia en este momento a los salvadoreños, en aclarar la relación de algunos de sus funcionarios con pandillas y en abrirse más al escrutinio de los medios de comunicación tradicionales, a muchos de los cuales ve como enemigos declarados.