La ceremonia de entrega del Balón de Oro 2024 se celebra este lunes 28 de octubre en el Teatro du Châtelet de París. Los éxitos del equipo en el campo y premios individuales como el Balón de Oro (al mejor y la mejor futbolista del planeta) ayudan a validar y construir su condición como superestrellas, ídolos deportivos, referentes sociales.
En el fútbol masculino la elección o no del jugador del Real Madrid Vinícius Júnior es una buena oportunidad para revisar su conversión en foco de la lucha antirracista en el fútbol español actual y reivindicar la necesidad de ampliar referentes y estrategias. Ciertas cuestiones resultan relevantes.
En el fútbol masculino español la rivalidad entre el F. C. Barcelona y el Real Madrid provoca una dinámica “nosotros versus ellos” amparada habitualmente en discursos nacionalistas enfrentados. Y el periodismo deportivo desempeña un rol fundamental transformado en un aficionado ultra. Este periodismo busca audiencias con discursos épicos y emocionales, sin necesidad de argumentos futbolísticos fundamentados. Y las audiencias se mueven en dinámicas similares.
Así, es previsible que si Vinícius Júnior gana el Balón de Oro, medios y redes sociales se llenen de discursos de odio. Nos llegarán miles de mensajes atacándole por provocador, futbolista sobrevalorado, el peor Balón de Oro de la historia y todo tipo de desprecios racistas. Al mismo tiempo, otros tantos mensajes valorarán el éxito del mejor jugador del mundo, despreciando e insultando cualquier crítica al futbolista y focalizando discursos contra el F. C. Barcelona.
Si no gana el Balón de Oro, probablemente se atacará a Vinícius con parodias y memes desde el menosprecio, la denigración y los insultos. A su vez, sus seguidores atacarán la injusta decisión argumentada en una persecución conspiranoica contra el futbolista, su club, su afición… Es el dualismo monocromático convertido en el poderoso marco interpretativo de medios y audiencias divididas entre fanáticos y haters.
¿Es Vinícius referente en la lucha contra el racismo?
El fútbol recrea futbolistas como modelos a seguir, convertidos en ídolos deportivos. Se transforman en representantes ideales de la moral pública. Estos héroes encarnan cómo debemos ser y deseamos ser como ellos. Así, deben reflejar valores y conductas ideales, deben ser intachables dentro y fuera del deporte. Las redes están repletas de gestos, actitudes, acciones y conductas que permitirían argumentar que Vinícius es un modelo de conducta y, al mismo tiempo, que es un personaje indeseable.
Las instituciones futbolísticas y judiciales y los medios de comunicación han centrado el foco en los ataques racistas contra Vinícius Júnior. Desde 2021, la Fiscalía ha abierto 27 causas por insultos racistas proferidos contra el futbolista brasileño por ocho aficiones distintas en España, con un intenso y extenso seguimiento mediático.
En contraposición, la gran cantidad de violencia racista, machista o LGTBIfóbica que sufren decenas de profesionales del fútbol queda invisibilizada para la acción institucional y para el foco mediático. Un ejemplo: en España, la primera sentencia condenatoria por insultos racistas contra Vinícius (por los ataques racistas del 21 de mayo de 2023 en Mestalla) se publicó en junio de 2024. En contraposición, el fallo en el caso de los insultos racistas contra Iñaki Williams en el campo del R. C. D. Espanyol en 2020 ha quedado suspendido “por vicisitudes procesales”.
Además, esta sobreexposición mediática pretende convertir a Vinícius Júnior y al Real Madrid en abanderados contra el racismo en el fútbol español. Y mientras, el resto de las aficiones son presentadas como responsables de la violencia.
La urgencia de una estrategia conjunta
Son innumerables los ataques y violencias racistas, machistas u homófobas en cualquiera de los estadios españoles. El Bernabéu, el Molinón, el Civitas Metropolitano, el Camp Nou o el Coliseum Alfonso Pérez son algunos de ellos.
Son violencias principalmente dirigidas a los más de 200 jugadores extranjeros y racializados de la Liga, 80 de ellos negros. Una cincuentena procede de América Latina y 42 de países africanos (29 seleccionados para la Copa África 2024 de 15 equipos de la primera división). Muchos de ellos podrían explicar experiencias personales y ser ídolos y modelos de conducta inspiradores para buena parte de la afición. La campaña con referentes del deporte del proyecto SCORE es un ejemplo.
Con la aparición de Nico Williams o Lamine Yamal como estrellas de un equipo nacional de éxito, hasta el periódico The New York Times se hizo eco de una selección española cada vez más diversa y atractiva para personas que nunca se sintieron identificadas con ella. Se están erigiendo en ídolos y referentes contra los discursos de odio y contra la inmigración entre la juventud futbolera.
Sin embargo, el racismo estructural no cede, y al mismo tiempo la Fiscalía abría una investigación por los tuits racistas contra estos jugadores: “Llamadme raro, pero prefiero perder con una Selección Española pura que ganar con una Selección Española manchada”; “Moros y marrones fuera de España; ¡Vivan los cojones españoles!”.
Con este cambio de paradigma, amparado en la participación de jugadores racializados, quizá el fútbol español en su conjunto esté ante una buena oportunidad para plantar cara a los discursos de odio (racismo, machismo, LGTBI-fobia…) en el deporte. Y ante una buena oportunidad para reconocer, como se merece, el fútbol femenino.
El fútbol femenino tiene mucho que decir
Y más allá del fútbol masculino, en la lucha contra los discursos de odio es relevante plantear el rol de las mujeres en el fútbol español. Debe destacarse su trabajo para visibilizar y reivindicar sus derechos; sus luchas para acabar con la violencia institucional; sus actitudes y conductas, dentro y fuera del terreno de juego, para convertirse en modelos a seguir por una muy amplia audiencia de niñas y niños, jóvenes y personas adultas que han encontrado referentes vitales y deportivos.
En este sentido, son también muchas las futbolistas y deportistas, ídolos deportivos, que pueden protagonizar y abanderar innumerables acciones contra el odio y la violencia en el deporte. Una oportunidad, igualmente, para que instituciones y clubs muestren un compromiso real con la igualdad y la diversidad.
Históricamente, el fútbol masculino ha normalizado los insultos en los estadios como parte del espectáculo, como fórmula para desahogar las frustraciones personales, manifestando su pasión con vehemencia. Cuando las acciones de sensibilización no funcionan, sería necesario denunciar y sancionar.
La erradicación de las violencias racistas, machistas o LGTBI-fóbicas en el deporte se conseguirá mediante la acción conjunta y determinante de todas las partes implicadas: instituciones, clubs, futbolistas, medios de comunicación y aficiones. Algunas están tomando conciencia del problema. Otras están viéndose obligadas a actuar.
En cualquier caso, es importante la continuidad del trabajo para eliminar los discursos de odio y la violencia en el fútbol, para promover el cambio de normas y de conductas de todas las partes implicadas, ya sea desde la sensibilización, la educación o las sanciones.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.