El cultivo del café en Costa Rica y Honduras deja un sabor amargo a los productores, quienes se quedan solo con una mínima parte del valor agregado generado a pesar de ser los principales expuestos a pérdidas por eventos climáticos y aumentos en los costos.
Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) evaluó el futuro de la industria cafetalera en Costa Rica y Honduras a partir del comercio sostenible, no sin antes dar un vistazo al sector que cada año entra en la zona de peligroso de viabilidad y sobrevivencia.
El documento plantea que la proporción del precio de café pagado correspondía a 67 % para los productores de Costa Rica y 61 % en Honduras durante la década de 1990. Entre 2010 y 2019, ese valor subió a 86 % y 65 %, respectivamente, indicando que Costa Rica logró una mejor negociación.
Sin embargo, la CEPAL señala que cuando el precio internacional se incrementa, el aumento no es en la misma proporción para los productores, principalmente en Costa Rica. El informe cita que en 2014 la cotización internacional registró un crecimiento promedio de 44 %, pero al caficultor se trasladó solo 8 % de esa ganancia.
“Estos precios bajos impactan directamente en los ingresos de los productores, limitando su capacidad para reinvertir en sus fincas y mantener a sus familias. Como resultado, los productores pueden tener dificultades para cubrir sus necesidades básicas, lo que lleva a un aumento del estrés financiero y la dependencia de deudas”, indica el reporte.
Nubes de crisis anticipan tormenta en las fincas
Como en el resto de la región, la caficultura fue sostén de la economía hondureña y costarricense, pero ha sido afectada por un cóctel de crisis a partir de la última década del siglo XX que mantiene su operación en rojo.
Según este documento, la caficultura entró en debacle por los bajos precios internacionales mientras que los fertilizantes se encarecieron. Entre 1990 y 2023, la producción del grano de oro se desplomó en 42 % debido al abandono de fincas o sustitución de cultivos.
El sector también tiene una camándula de problemas debido al envejecimiento del parque cafetalero, los efectos del cambio climático, la operación de fincas con pérdidas, así como la deuda que ahoga a los caficultores, la escasez de mano de obra y un bajo rendimiento.
Honduras, por su parte, aumentó la producción de café en 250 % entre 1990 y 2023, pero el informe de la CEPAL señala que se estancó en los últimos cuatro años. Sin embargo, la “tendencia a largo plazo de la superficie cultivada y los rendimientos muestra que el cultivo del café seguirá siendo uno de los más importantes de Honduras que genera ingresos, divisas y empleos, con una fuerte participación de pequeños productores”, sostiene.
En las últimas dos décadas, el café fue desplazado en Costa Rica por el cultivo de banano y la piña, así como por la actividad turística. En contraste, en Honduras incrementó el valor agregado que llevó a representar el 22 % del sector agropecuario y se impuso frente a otros productos, como banano, granos básicos, legumbres y frutas, que, en conjunto, representan el 52 %.