Unos 1,4 millones de nicaragüenses, equivalentes al 19,6 % de la población, se encuentran en situación de subalimentación, según el informe Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición para América Latina y el Caribe 2024, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El estudio señala que la cifra de personas con acceso insuficiente a alimentos en Nicaragua aumentó de 1.3 millones entre 2020 y 2022 a 1.4 millones entre 2021 y 2023, consolidándose al país como el segundo con mayor prevalencia de subalimentación en Centroamérica, solo superado por Honduras.
El informe advierte que el 27.3% de la población nicaragüense no puede costear una dieta saludable. Entre 2021 y 2023, el costo diario de una alimentación adecuada pasó de 4,07 a 4,61 dólares por persona, impactando especialmente a los sectores más vulnerables.
El economista Enrique Sáenz, citado en el informe, atribuyó esta situación a un modelo económico que “concentra ingresos en una minoría”, mientras la mayoría de la población enfrenta dificultades para costear sus necesidades básicas. Según el experto, el auge de sectores como la minería no ha generado un impacto positivo en la generación de empleo ni en la mejora del poder adquisitivo.
Problemas nutricionales y climáticos
El informe también destaca un aumento en la obesidad y la anemia. La tasa de obesidad en adultos creció del 32.4 % al 33.6 %, mientras que la anemia en mujeres de entre 15 y 49 años aumentó del 15.1 % al 15.7 %. Además, la prevalencia del sobrepeso en menores de cinco años aumentó del 8.4 % en 2021 al 8.7 % en 2022.
Las condiciones climáticas adversas también han influido en la crisis alimentaria. La FAO destacó que el fenómeno de El Niño provocó lluvias irregulares y temperaturas extremas, afectando la producción agrícola en regiones como el Corredor Seco de Nicaragua, donde los rendimientos han estado por debajo del promedio.
Medidas urgentes para mejorar el acceso a alimentos
Sáenz sugirió que reducir los precios de los combustibles y las tarifas eléctricas podría aliviar la presión económica sobre los consumidores y empresarios. Según el economista, el control estatal sobre sectores clave ha limitado la competitividad y ha concentrado los beneficios en “una élite económica vinculada al poder”.
El informe de la FAO coincide con evaluaciones previas que han advertido sobre el deterioro de la seguridad alimentaria en Nicaragua, reflejando una tendencia que ha empeorado en los últimos años y que, según expertos, requiere de acciones inmediatas para garantizar el acceso a una alimentación adecuada en la población.