La asamblea de gobernadores del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), decidirá en mayo si le dan un chance más y reeligen al hondureño Dante Mossi como presidente ejecutivo de la entidad financiera regional o si determinan un cambio tendrían que recurrir a una consultoría externa para contratar al mejor posible candidato.
En este sentido, fuentes vinculadas a varios países centroamericanos estiman que a pesar de las críticas y la sonada gestión de Mossi, tiene el respaldo de las cinco naciones de Centroamérica, que numéricamente representan el 53% de los votos, lo que sería suficiente para ser reelecto.
A pesar de ello, el exrepresentante de Costa Rica ante esa entidad financiera, Ottón Solís, estima que la posibilidad de que Mossi cuente con los votos suficientes para seguir al frente del Banco por un período más (cinco años), sería una oportunidad para continuar financiando a la dictadura Ortega-Murillo de Nicaragua, la cual ha sido acusada de crímenes de lesa humanidad y de violadora de los derechos humanos, algo que también acarrearía grandes riesgos para que el Banco mantenga su calificación crediticia.
El economista, además, manifiesta que la “generosidad” con la que el presidente del BCIE ha gestionado los recursos, le ha permitió establecer un apoyo clientelar entre los gobiernos centroamericanos, razón por la que estima bastante “complicado que ocurra algo de valientes, porque ahí hay alianzas fundadas en conflictos de interés, que nadie quiere que salgan a la luz pública”, por ejemplo “el salario de los directores, las regalías a los presidentes, los viajes, las deshonestidades en que se ha incurre en el BCIE, con actos que no son nada limpios”, reflexiona Solís.
De manera que, previendo y considerando “el bien de Centroamérica, así como el bien y el prestigio del Banco, que es muy importante para la región”, el exrepresentante tico ante la instancia financiera regional espera que se produzcan cambios y que el BCIE regrese a la austeridad y se reintegren los valores disciplinarios, como el orden, la decencia, a la par del tecnisismo que se amerita y recuerda que “hay una agenda de desarrollo, y ninguna definición moderna de desarrollo admite la violación de los derechos humanos y las burlas a la democracia que existen en Nicaragua”.
En este sentido, el costarricense avisa que a Mossi no le preocupa el Índice de Gasto Administrativo (IGA), o el Índice de Eficiencia Operativa (IEO), ambos claves en cualquier operación bancaria, particularmente en las de un banco público de tal magnitud.
“Dante no entiende que en un ente público casi todo debe ser transparente”, apuntó.
Ausencia de eficiencia
Por otro lado, Solís observó datos referidos a la gestión de la entidad y comparte que desde que Mossi asumió la presidencia del Banco en el año 2019, “duplicó los gastos administrativos, que eran prácticamente constantes; incrementó el personal casi en una tercera parte, y eso ha tenido como consecuencia que se deterioraron enormemente tanto el Índice de Gasto Administrativo (IGA), como el Índice de Eficiencia Operativa, que son vitales para las calificadoras y para medir el estatus del Banco”.
En este sentido, en referencia al caso del IGA, se ha incrementado en 28%, es decir, desde el 0.53 que registraba cuando asumió, a 0.68 a diciembre de 2022, mientras que el Índice de Eficiencia Operativa, que se encarga de medir los gastos administrativos en relación con los ingresos financieros por intereses de préstamos y otras operaciones, ha reflejado un incremento del 36%, al pasar del 22% al 30%. Lo cual es inédito.
Al respecto, Solís destaca que el presidente anterior, Nick Rischbieth, realizó dos cosas importantes y enormes por el Banco, por ejemplo, la primera, logró la incorporación de Corea, y la segunda consistió en obtener una calificación Triple A, es decir, la máxima calificación de un órgano financiero en América Latina.
Para conseguirlo, pasó por un proceso de mejora en ambos índices, en cambio Mossi, “gastando dinero en incrementos salariales, en viajes, en más privilegios para los directores, en disimular toda la batería de desperdicio de recursos, ha tenido ese impacto en los gastos administrativos en una Centroamérica muy pobre, haciendo fiestas para el personal, como si el Banco fuera una islita en Arabia Saudita”, destacó.
Para mantener esa calificación, uno de los requisitos por delante es mantener un control exhaustivo para controlar la exposición al riesgo y la calidad del riego, va en dependencia de la calidad de los créditos.
En consecuencia, prestarle dinero a un país que representa un alto riesgo deteriora la calificación del Banco, a manera de ejemplo, cuando se le entrega en grandes cantidades préstamos a Nicaragua y a El Salvador, los cuales también entran en esa misma categoría, dado que dicho país centroamericano cuenta con una situación elevada de deuda, lo cual es muy grave, señala el experto.
Esto es basado a que “es muy difícil lograr la calificación Triple A. Tenerla significa que el BCIE consigue recursos en los mercados de capital como seis puntos de interés más baratos que lo que un país como Costa Rica puede conseguir, y el Banco le transmite la mayoría de esa ventaja financiera a los países, y por eso recibimos créditos mucho más baratos que los que podríamos conseguir en los mercados financieros internacionales”, manifiesta Solís.
Asegurar la protección de la calificación Triple A, representan millones de dólares que no habrá que pagar en intereses, “pero el Banco va en la ruta incorrecta por el deterioro de esos índices, y el incremento de los gastos administrativos, que es la herramienta que Dante usa para que el personal diga ‘sí’, a cualquier ocurrencia que tiene; para ofrecer a los gobiernos dádivas y regalos, y que los directores le disimulan todo. Perder esa calificación significa pagar tres millones de dólares más en intereses, por cada cien millones de dólares en créditos”, afirma.
Centroamérica guarda silencio
Solís está en desacuerdo en que los presidentes de los comités de Relaciones Exteriores del Congreso y del Senado de Estados Unidos hayan enviado una carta a los presidentes centroamericanos, particularmente a Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica, solicitando que se paren y se nieguen los préstamos a la dictadura de Orteg-Murillo en Nicaragua.
Y aclara, que no es que esté de acuerdo o en correspondencia con el régimen dictatorial nicaragüense, sino porque él estima que “eso es intervencionismo”.
“Eso deben arreglarlo los centroamericanos y los países socios, y Estados Unidos no es socio del Banco. Ojalá los países reaccionaran, pero no me gusta el origen ni quiero validarlo. Estados Unidos, que controla el BID y el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que actúe ahí”, sugirió.
Asimismo Solís recordó la carta que las direcciones le hicieron llegar a Mossi al finalizar el año 2021, exigiéndoles que determinara un control sobre la situación financiera del BCIE, en la que además, pedían transparencia en su gestión, sin embargo, si este no cambio nada, es porque de igual forma, luego de haber firmado y enviado la carta, los directores finalmente votaron a favor del presupuesto que les compartió el presidente del BCIE, a pesar que el mismo tuviera “un enorme incremento en cosas irrelevantes, como gastos para hacerse relaciones públicas”.
“Los directores votaron a favor… porque él los protege en materia salarial. Nada se hace si usted protesta en una carta, pero a la hora de poder tomar una decisión, usted vota a favor”, dijo.