Fitch Ratings elevó este jueves la calificación de riesgo de Nicaragua de ‘B-‘ a ‘B’ al considerar que las políticas prudentes han aumentado los superávits y las reservas internacionales.
“Esto ha colocado al soberano en una posición más fuerte para gestionar las consecuencias económicas adversas de las sanciones y las tensiones políticas más amplias”, explicó la agencia en un análisis, en el cual afirmó que la perspectiva se mantiene estable.
Para Fitch, un “gran superávit” en la cuenta corriente -mayores transferencia de dinero ingresando a la economía por remesas y exportaciones que salidas por importaciones- ha permitido una acumulación significativa de reservas internacionales.
El superávit fiscal -más ingresos que gastos- del gobierno aumentó un 2.8 % del Producto Interno Bruto (PIB) en 2023 desde un 1 % en 2022. Este desempeño se debe a reformas tributarias entre 2019 y 2022, así como al “estricto control” en el gasto de los subsidios a los combustibles. Para los próximos años, la agencia estima que rondará un 2 % del PIB.
Este colchón ayudaría al gobierno nicaragüense a gestionar los desafíos relacionados con menores opciones de endeudamiento externo y su dependencia de un “único prestamista regional”, que hasta 2023 había sido el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), pero con la nueva administración parece que habrá un giro de timón en la aprobación de préstamos.
Las reservas internacionales se han duplicado desde la caída en 2018 y a abril pasado sumaban $5,700 millones, suficiente para cubrir seis meses de importaciones.
Advertencia de riesgos
La calificación también incorpora un bajo PIB per cápita, así como una escasa flexibilidad de financiamiento en moneda local y débiles indicadores de gobernanza.
Desde 2018, cuando se agotaron las reservas y fue una de las causas de la crisis social, el financiamiento del Instituto de Seguridad Social (INSS) representa un desafío fiscal a mediano plazo por la dependencia del financiamiento del gobierno.
Fitch advierte que el crecimiento económico de Nicaragua se aceleró a un 4.6 % en 2023, una tasa que consolidó su “recuperación de los problemas sociopolíticos de años anteriores y la pandemia”. El consumo privado, sostenido principalmente por un mayor aumento de remesas, es el principal crecimiento de la economía, mientras que la inversión privada sigue por debajo de los niveles anteriores a la crisis.
Para la agencia, el crecimiento económico se normalizará a un ritmo de un 3.2 % en el mediano plazo.
Además, persisten las tensiones políticas entre la dictadura de Daniel Ortega y la sociedad civil. Esto ha derivado en nuevas sanciones por parte de Estados Unidos, pero sin “mayores efectos económicos”. Según la agencia, los efectos se ven reflejados más en la migración y el atractivo del país para invertir.