La economía nicaragüense no colapsa del todo gracias a las remesas

Si no fuera por las remesas, el régimen en Managua se quedaría pronto sin liquidez y terminaría por quebrar la economía nicaragüense.

Las remesas familiares, que han llegado a cifras inéditas por el éxodo migratorio de Nicaragua, son el soporte para que la economía no termine de colapsar, advierte un estudio del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam).

La segunda serie sobre un análisis socioeconómico de la población nicaragüense matiza que el país se estancó desde el estallido social de abril de 2018, que desencadenó un endurecimiento del régimen de Daniel Ortega y lastró los indicadores de desarrollo social, pobreza, empleo y seguridad.

Nicaragua tiene una de las economías de menor crecimiento en Centroamérica, solo por detrás de El Salvador, con una alta tasa de informalidad y empleos precarios en contraste con el encarecimiento del costo de la vida. Uno de los pocos indicadores económicos que parece sostener una tendencia “positiva” son los ingresos de remesas familiares, una variable que en 2022 llegó a un récord por el efecto de la expulsión de miles de nicaragüenses.

https://x.com/CetcamCA/status/1696539200886050863?s=20

Aunque el régimen de Ortega presenta como un “logro” los resultados de remesas, el centro de estudios señala que es “políticamente conveniente” tener estos ingresos pues sostienen el consumo y, a su vez, se traducen en más impuestos al fisco y más fondos para las reservas de liquidez internacionales.

“Las remesas monetarias se han vuelto un salvavidas para las economías que no consiguen elevar su volumen de producción”, añade el centro en su análisis, en el cual considera que estos ingresos han sido mucho más eficientes que cualquier programa gubernamental de apoyo a las familias y más duraderas que la inversión extranjera directa.

Nicaragua cerró el año pasado con una cifra récord de $3,224.9 millones en remesas familiares, con un crecimiento de un 50.2 %. Sin embargo, no son el único indicador que ha mostrado un despunte inédito: el flujo de nicaragüenses rumbo a Estados Unidos se desbordó en un 224 % y llegó a 164,600 en 2022. Solo en los primeros cuatro meses de 2023, los migrantes en la frontera sur buscando auxilio representaron un 66 % de todo lo de 2022.

Un vistazo al mercado laboral


El mercado laboral no ha podido recuperar los empleos perdidos en la crisis de 2018. Ese año se registraban 914,196 puestos de trabajo mientras que para 2022 llegaron a 787,569, es decir, que hay un déficit de 126,627.

“La cantidad de empleos formales en 2022 está más próximo a la cantidad conseguida en 2015 (773,409) que a lo reportado en 2016, de lo cual se puede inferir que Nicaragua tiene un rezago de siete años en cuanto a generación de empleos formales”, dice el reporte.

Reporte oficial de remesas por mes y año del Banco Central de Nicaragua.

 

El gobierno en Managua asegura que la tasa de desempleo es solo de un 3.5 %, donde se encuentran al menos 112,882 personas. Sin embargo, la trampa se encuentra en el grueso de nicaragüenses que han tenido que recurrir al mercado informal para ganarse la vida o que se encuentran en posiciones de desventaja.

Una buena parte de las personas económicamente activas se encuentra subempleada –trabaja menos horas o los ingresos están por debajo del mínimo–, un grupo representado por más de 1.2 millones de nicaragüenses.

De la población ocupada, sólo un 25.3 % labora en el sector formal y un 74.7 % se encuentra en las filas de la informalidad (equivalente a 2.32 millones).

Con una economía insuficiente para crear puestos de trabajo y con baja inversión privada, el costo de la vida es insostenible. La canasta básica alimentaria se situó en $528.69 en abril pasado, señala el centro de estudios, un 11.7 % más cara que hace un año.

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