Costa Rica ha mantenido una política de puertas abiertas para los migrantes nicaragüenses, especialmente aquellos que llegan en condición de apatridia, exilio o como solicitantes de refugio. Sin embargo, las condiciones de vida de estas familias son notablemente más precarias que las de la población costarricense, según un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Costa Rica (IICE-UCR) con apoyo del ACNUR.
Pese a tener una tasa de ocupación laboral más alta, los nicaragüenses enfrentan mayores niveles de pobreza, menor acceso a educación y salarios considerablemente más bajos.
Ocupación laboral: más trabajo, menos ingresos
A pimera vista, los datos laborales podrían sugerir que los nicaragüenses en Costa Rica tienen una ventaja: su tasa de ocupación en 2023 fue del 52.9%, frente al 58.4% de los costarricenses.
Sin embargo, esta aparente fortaleza esconde una profunda desigualdad.
El estudio revela que los trabajadores nicaragüenses perciben solo el 65% del salario por hora de un costarricense, con una brecha salarial del 38%. Aunque algunos factores como el nivel educativo y la experiencia explican una parte de esta diferencia, incluso cuando se comparan perfiles similares en estudios, experiencia y conocimiento, los nicaragüenses ganan hasta 14% menos que sus pares costarricenses.
Pobreza y vulnerabilidad en hogares nicaragüenses
Las cifras reflejan que los hogares nicaragüenses son más propensos a la pobreza y la pobreza extrema.
En 2023, la pobreza total en hogares nicaragüenses alcanzó el 32.3%, en comparación con el 21.0% de los costarricenses.
La pobreza extrema fue del 9.5% en los hogares nicaragüenses, casi cuatro puntos porcentuales más alta que en los hogares costarricenses (5.8%).
El impacto de la crisis económica y la pandemia golpeó con mayor fuerza a estas familias, aumentando aún más la brecha de desigualdad, dice Acnur.
A pesar de los esfuerzos del gobierno costarricense en brindar asistencia a través de transferencias monetarias y programas de apoyo, su impacto en la reducción de la pobreza es menor para los nicaragüenses en comparación con los costarricenses, quienes reciben la mayor cantidad de los beneficios del Estado.
Acceso limitado a la educación: un futuro incierto
Otro de los factores que perpetúan la desigualdad es el menor acceso a la educación.
En el grupo de 12 a 18 años, el 92% de los costarricenses asisten a la educación secundaria, mientras que solo el 72% de los nicaragüenses están inscritos en un centro educativo.
Esta brecha de 20 puntos porcentuales responde a diversos factores, pero dos destacan en la investigación:
Muchos jóvenes nicaragüenses dejan la escuela para trabajar y contribuir al sustento familiar.
Las mujeres nicaragüenses, por su parte, abandonan los estudios para encargarse del cuidado del hogar y de familiares.
Apertura migratoria no garantiza condiciones dignas
Costa Rica ha sido reconocido internacionalmente por su compromiso con la protección de personas refugiadas y migrantes, convirtiéndose en uno de los principales destinos de acogida para nicaragüenses en la región.
Sin embargo, la integración de esta población en la sociedad costarricense aún enfrenta grandes desafíos.
A pesar de la inclusión en programas de seguridad social y el acceso a empleo, los migrantes nicaragüenses siguen atrapados en un ciclo de precariedad.
Los altos niveles de informalidad laboral, los bajos salarios y la limitada cobertura de ayudas estatales siguen marcando una clara diferencia entre la calidad de vida de las familias nicaragüenses y las costarricenses.
Para que la política de puertas abiertas de Costa Rica sea verdaderamente efectiva, según el estudio, se requieren medidas adicionales que garanticen salarios justos, acceso a educación y una mayor equidad en la distribución de ayudas sociales.
Sin estos cambios estructurales, la población nicaragüense en Costa Rica continuará siendo una de las más vulnerables, a pesar de su disposición y esfuerzo por integrarse y contribuir a la economía del país de acogida.