—Está ocurriendo de nuevo: por segunda vez en la historia, el dictador Daniel Ortega ha elevado la deuda externa de Nicaragua a un nivel nunca registrado, gracias a enormes empréstitos adquiridos con varios países, incluidos algunos acuerdos onerosos con la República Popular China y otros oscuros con Venezuela.
El país centroamericano se enfrenta nuevamente a una crisis de endeudamiento, que ha alcanzado niveles que recuerdan a los peores momentos de la historia económica nicaragüense.
Al cierre del primer semestre 2024, el saldo de deuda externa total de Nicaragua (pública y privada) fue de 15,272.9 millones de dólares.
De ello, el 56.6 por ciento (US$8,638.6 millones) correspondía para entonces al sector público y el 43.4 por ciento (US$6,634.3 millones) al sector privado, según cifras oficiales del Banco Central de Nicaragua (BCN).
El factor chino en la nueva deuda
El 23 de mayo pasado, el diputado oficialista Wálmaro Gutiérrez, titular de la Comisión de Producción, Economía y Presupuesto de la Asamblea Nacional (Parlamento), precisó que China había prestado a Nicaragua 567,17 millones de dólares para la ejecución de cuatro proyectos, sin incluir un crédito 282 millones de dólares para una carretera costanera.
Luego, través de un acuerdo presidencial de julio, Ortega ordenó un nuevo lineamiento establecido en la política anual de endeudamiento público de 2024, para adquirir mayores recursos externos con China “para atender importantes proyectos de infraestructura vial, salud, energía, entre otros”.
Nicaragua elevó entonces el monto máximo de deuda externa a contratar de 707 millones de dólares a 1.208 millones de dólares, de los cuales ya hay 951.6 millones de dólares suscritos con China en nueve préstamos.
Para el economista y exdiputado Enrique Sáenz, hay dos factores negativos en la nueva deuda externa del país: uno es lo que él llama “acuerdos leoninos” con China, cuyo enfoque implacable para recuperar sus préstamos plantea riesgos geopolíticos inéditos para el país centroamericano.
Y el otro factor es la deuda de más de 5,000 millones de dólares contraída con Venezuela mediante un acuerdo petrolero que la familia Ortega-Murillo asumió como “negocio personal privado”, pero que, sospecha Sáenz, el régimen trasladó al Tesoro como deuda nacional.
Sáenz dice que “con el acelerado endeudamiento con China”, es previsible que la deuda de Nicaragua al cabo de fin de año 2025, aumenté en más de dos mil millones de dólares a pagarse “en condiciones onerosas y poco claras”.
El ciclo repetido: endeudamiento bajo Ortega y los sandinistas
No es la primera vez que Nicaragua cae en una espiral de endeudamiento bajo los sandinistas.
Desde su retorno al poder en 2007, Ortega ha vuelto a incrementar el endeudamiento, utilizando préstamos de organismos internacionales, como el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), para financiar proyectos de infraestructura y gasto público.
Entre 2007 y 2014, la deuda creció a niveles alarmantes, aunque gran parte de ella fue manejada bajo condiciones relativamente favorables, con largos periodos de gracia y bajas tasas de interés.
Sin embargo, según Sáenz, hoy el panorama es mucho más oscuro desde 2018.
También lo estima así el economista exiliado y ex viceministro de Juan Sebastián Chamorro, quien considera que la naturaleza del endeudamiento ha cambiado radicalmente desde 2023, con China convertida en el principal acreedor de Nicaragua, con préstamos que no solo tienen condiciones más estrictas, sino que también están ligados a los intereses geopolíticos de Beijing.
Chamorro explicó que el régimen de Ortega ha recurrido cada vez más a China en busca de financiamiento, especialmente desde que los donantes occidentales y los organismos multilaterales se alejaron del país en protesta por las violaciones de derechos humanos que comenzaron tras la violenta represión de las protestas en 2018.
China, que ha adoptado una postura más pragmática y menos preocupada por los derechos humanos en su política exterior, se ha convertido en un socio financiero clave para el régimen.
Según Chamorro, los contratos con empresas chinas, como China CAMC Engineering Co. Ltd. y China Communications Construction Company Limited (CCCC), están diseñados para maximizar los beneficios de los prestamistas chinos a expensas de las finanzas públicas de Nicaragua.
China y sus créditos en condiciones onerosas
Uno de los principales problemas que Chamorro destaca, es que los préstamos chinos incluyen una serie de condiciones onerosas, como la obligación de pagar por adelantado hasta el 20% del costo de los proyectos antes de que comience la construcción, algo que Chamorro considera inusual y perjudicial para un país con recursos limitados.
Además, las tasas de interés, que comienzan en un 6,5%, pueden aumentar hasta un 9,5% cuando se incluyen diversas comisiones.
Esto contrasta con las tasas mucho más bajas ofrecidas por instituciones como el Banco Mundial, que en el pasado prestaban a Nicaragua con tasas de entre el 2% y el 3%.
Uno de los proyectos más emblemáticos financiados por China es la construcción del aeropuerto de Punta Huete, que ha sido objeto de controversia por sus altos costos y por la falta de claridad sobre su viabilidad económica.
Según los contratos firmados, Nicaragua está obligada a pagar 80 millones de dólares por adelantado para la construcción del aeropuerto, que representa solo una fracción del costo total, estimado en 404,8 millones de dólares.
Lo que agrava aún más la situación, a criterio de Chamorro, es la cláusula que permite a las empresas chinas aumentar unilateralmente el costo de los proyectos, lo que, en la práctica, significa que Nicaragua podría terminar pagando mucho más de lo inicialmente acordado.
Deuda cada vez más pesada
En 2024, el servicio de la deuda ya está programado para superar los 1.000 millones de dólares, una carga insostenible para una economía pequeña y vulnerable como la de Nicaragua, observa Chamorro.
Esto debería generar preocupaciones sobre la soberanía del país, ya que Nicaragua carece de mecanismos legales para frenar los aumentos de costos impuestos por los prestamistas chinos.
Para Sáenz, la creciente dependencia de Nicaragua de los préstamos chinos no solo tiene implicaciones financieras, sino también geopolíticas.
China ha demostrado ser un acreedor implacable, utilizando la deuda como una herramienta de influencia en varios países de América Latina, África y Asia.
En casos anteriores, Beijing ha utilizado la diplomacia de la deuda para obtener concesiones políticas o controlar infraestructuras estratégicas cuando los países deudores no pueden cumplir con sus obligaciones de pago.
En el caso de Nicaragua, advierte que, por un lado, la situación podría volverse aún más compleja si el país no puede cumplir con los términos de los contratos.
Dictadura siente el peso de las sanciones
Y, por otro lado, la dictadura ha empezado a sentir el peso de las sanciones a mediano plazo, luego que la administración Biden orientó la prohibición de nuevos préstamos de organismos multilaterales controlados por Estados Unidos, limitando sus opciones para obtener financiamiento en otros mercados.
En este contexto, los economistas advierten que, aunque China se convierte en el acreedor dominante, la dependencia de Nicaragua y su reducida capacidad de maniobra otorgan a China un papel más influyente en su relación comercial con el país centroamericano.
Los expertos consideran que, a corto plazo, el endeudamiento con China está ayudando a Ortega a mantener a flote su administración, financiando proyectos de infraestructura y manteniendo el gasto público.
Sin embargo, a largo plazo, las consecuencias podrían ser devastadoras para la economía nicaragüense y para las generaciones futuras.
Chamorro ha advertido que los préstamos chinos están hipotecando el futuro del país.
Abonos de casi $1,000 millones
Al tener que pagar tasas de interés más altas y en plazos mucho más cortos que los obtenidos de otras fuentes, Nicaragua estará bajo una presión financiera creciente en los próximos años.
En 2023, de acuerdo con informes oficiales, el servicio de la deuda pública fue de 606 millones, de los cuales casi el 60% fue en concepto de intereses.
Al cierre del primer semestre de 2024, el abono de la deuda externa total fue de 975.2 millones de dólares en el segundo trimestre de 2024, de los cuales 882.6 millones de dólares fueron pagos de principal y 92.6 millones de dólares en intereses y comisiones.
Del total del servicio pagado, el 82.0 por ciento correspondió al sector privado, y el resto al sector público (18.0%).
Es decir, 799.66 millones se destinaron al pago de la deuda del sector privado y 175.54 millones se destinaron al pago de la deuda del sector público.
Deuda externa histórica, la nueva losa al desarrollo
Un economista nicaragüense exiliado en Costa Rica, antes miembro de una organización no gubernamental y ahora como analista financiero de una organización privada en San José, dice que la cifra de la deuda adquirida por la dictadura “es una losa al desarrollo del país por los próximos 25 años”.
El economista recordó que, en 1979, cuando inició la primera dictadura del Frente Sandinista y Daniel Ortega, la deuda externa de Nicaragua era de 961 millones de dólares.
“Y eso porque el país venía de una guerra civil devastadora y una administración familiar de los Somoza, corrupta como lo es ahora la administración Ortega-Murillo”, dijo.
Recordó que, al finalizar la dictadura en 1990, con el país en ruina por la guerra civil y las confiscaciones de los sandinistas, la deuda externa que dejó Ortega era de casi 11.000 millones de dólares.
Los gobiernos posteriores, entre 1990 y 2006, lograron reducir la deuda externa a 3.400 millones de dólares, que fue la cifra que el presidente Enrique Bolaños a Ortega al asumir el poder en 2007: “Daniel, te dejo la mesa servida”, le dijo Bolaños al tirano.
Desde 2007 hasta el primer semestre de 2024, según los cálculos del economista nicaragüense, la dictadura de Ortega y Murillo ha elevado la deuda aproximadamente al 349.18%.
A finales del año, de acuerdo con los cálculos del economista, la deuda pública externa superará los 9,000 millones de dólares, con posibilidades de sobrepasar los 10.5 mil millones a 2025 por razón de acuerdos onerosos con China.