Centroamérica tiene un enorme problema de movilidad terrestre: más de la mitad de sus 126,000 kilómetros totales de carreteras están en regulares o malas condiciones y, además, muestran niveles de congestionamientos alarmantes.
Solo el 43% de estas vías está en condiciones aceptables (54,180 kilómetros); los otros 71,820 kilómetros requieren reparación o reconstrucción. Aunque vale aclarar que las cifras podrían haber variado en los últimos meses.

Según la política marco regional de movilidad y logística y su plan maestro, un informe regional que abarca la problemática actual de transporte terrestre, marítimo y aéreo, además de esta complicada realidad, los pasos entre fronteras son tan engorrosos o lentos que el transporte de carga por el istmo resulta mucho más caro (de 3 a 4 veces más) que en Estados Unidos o Europa.
Esto, sostiene, retrasa el desarrollo, dificulta el comercio, representa millones de dólares en pérdidas y encarece productos.
“Problemas de congestionamiento en las principales ciudades de la región, así como en las vías de ingreso y salida, generan contaminación del aire por emisión de gases, elevados costos de operación vehicular, deterioro de la infraestructura, ruido y accidentes de tránsito”, dice el informe.
“La relación volumen de tránsito vs. capacidad vial sobre las carreteras centroamericanas, muestra niveles de congestionamiento alarmantes”, añade.

De acuerdo a este documento, Centroamérica demanda un desarrollo sustancial de infraestructura y servicios logísticos, si quiere que su oferta de servicio sea competitiva y se vuelvan competitivos y, por ende, generen mayores ganancias para los países de la región.
Con una mejora sustancial de las calles y carreteras Centroamérica ofrecería un valor agregado importante que puede incidir para que su oferta exportable de bienes y servicios se dinamice y fortalezca el mercado regional.
“Transformar a Centroamérica en una región inclusiva y próspera socioeconómicamente, a través de su consolidación como un nodo logístico de clase mundial en el traslado de cargas y pasajeros”, plantea como objetivo general este documento.
Sin embargo, para lograrlo se requiere no solo de voluntades entre países, sino del convencimiento de estados de que este es el camino a seguir. Y, por supuesto, de mucho dinero para inversión.
El documento se proyecta a 2035 integrando acciones a desarrollar para mejorar.
La propuesta
El diagnóstico de las carreteras refleja un desgaste general, debido a la baja calidad y cobertura de mantenimiento. Esto es general para la región.
Y aunque cada gobierno presume de “tener las mejores calles y carreteras”, comparándose con el resto de países del istmo, la realidad desnuda cualquier mensaje propagandístico.

Nicaragua, por ejemplo, un país donde hay dictadura y las cifras oficiales son las únicas que se conocen, dice que bajo el régimen de Daniel Ortega ha reconstruido el 88% de sus 24,515 kilómetros de la red vial; mientras Guatemala reporta que el 72% de sus al menos 18,000 kilómetros están pavimentados, pero que para optimizar la movilidad requiere duplicar su red vial.
Esto solo como ejemplo que fácilmente se reproduce en cualquiera de los países de la región.

El estudio propone mejorar condiciones basado en 5 ejes:
- Mejorar la calidad y capacidad de la red vial.
- Fortalecer la sustentabilidad y sostenibilidad de la infraestructura vial.
- Aumentar la cobertura y conectividad de la red vial, de manera multimodal, incluyendo caminos rurales.
- Mejorar la resiliencia y seguridad vial.
- Mejorar la calidad de la oferta de servicios de transporte, la capacidad institucional y su marco normativo.
En cuanto a los altos costos de transporte de mercancías, resume que diferentes estudios han señalado “que este costo logístico de trasladar un producto centroamericano hacia un mercado extraregional es ineficiente y sobre elevado debido a seis aspectos fundamentales”:
- Pasos de frontera (retrasos hasta 48 horas)
- Velocidad promedio 18.6 km
- USD 0.17 tonelada por km recorrido
- La mayoría de medios de transporte posee retornos vacíos
- Débil inversión en Infraestructura (menor al 3% del PIB)
- Costo de seguridad (22 % valor flete)
Cambiar esta realidad, al menos en el plan maestro, parece viable.