El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva decidió expulsar de Brasil a la embajadora de Nicaragua, Fulvia Patricia Castro Matus, informó el jueves el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.
La decisión del gobierno brasileño sería una respuesta a la expulsión por parte de la dictadura de Daniel Ortega, del embajador brasileño en Nicaragua, Breno de Souza da Costa.
Todavía no hay información sobre el plazo dado a Fulvia para que interrumpa su misión en Brasil.
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Las relaciones entre los dos países estaban prácticamente congeladas desde que Lula intentó interceder, sin éxito, por la liberación del obispo católico Rolando Álvarez, encarcelado por la dictadura. Con las expulsiones de los embajadores, llegan a un nivel aún más bajo.
Según el diario Folha de São Paulo, el acto que desencadenó la decisión de expulsión de Costa fue el hecho de que el embajador brasileño no participó en un acto, en julio, en celebración de los 45 años de la Revolución Sandinista, movimiento que derrocó al entonces dictador Anastacio Somoza (1925-1980).
La ausencia irritó a las autoridades locales. Costa actuó bajo la dirección del palacio de Itamaraty, sede del gobierno brasileño. Ante la congelación de las relaciones, tenía instrucciones de Brasilia de no comparecer en ciertos actos políticos del régimen.
El PT de Lula es aliado histórico de Ortega, en el poder de forma ininterrumpida desde 2007.
La advertencia del régimen Ortega de que Costa debería abandonar el país se dio hace unas dos semanas. El Ministerio de Relaciones Exteriores hizo gestiones junto a Nicaragua para aclarar la decisión y esperaba una manifestación definitiva de Managua.
La determinación se mantuvo, y Costa debería dejar Nicaragua este jueves, según Folha de São Paulo.
Los miembros de la cartera dijeron que el gobierno había estado estudiando qué actitud adoptar ante la expulsión de Costa. La decisión por la reciprocidad se tomó este jueves.
Lula había estado expresando su frustración con la inflexibilidad de Ortega a los aliados. Relató de que Ortega no quiso responder a su llamada telefónica al cardenal Pietro Parolin, principal emisario del Papa, durante una visita a Brasilia en abril de este año.
El presidente brasileño hizo público el descontento con el líder sandinista en una entrevista con corresponsales extranjeros, en julio, también en Brasilia.
“El dato concreto es que Daniel Ortega no respondió a la llamada telefónica y no quiso hablar conmigo. Así que nunca más hablé con él, nunca más. Es decir, creo que es una tontería”, dijo Lula en esa ocasión.
Incluso antes de la polémica que involucró al obispo Álvarez, la relación se había enfriado progresivamente. El proceso fue marcado por recados, algunos de ellos públicos. En junio de 2023, por ejemplo, Brasil firmó una resolución de la OEA (Organización de Estados Americanos) que pedía democracia en Nicaragua.
En otro episodio, también en 2023, Lula pronunció un discurso en Brasilia en el Foro de São Paulo, alianza de partidos de izquierda de América Latina. El discurso estuvo lleno de indirectas a Ortega, según auxiliares palaciegos que participaron en el evento.