China exporta su represión: disidentes en Europa y en la ONU bajo vigilancia y amenazas

La represión transnacional es cuando un gobierno llega más allá de sus fronteras para atacar, censurar, amenazar o dañar a los disidentes en otras partes del mundo.

Mientras banderas chinas y francesas ondeaban bajo la lluvia en París para recibir al presidente Xi Jinping el año pasado, un escenario paralelo mostraba el alcance global de la represión china. Jiang Shengda, artista y activista exiliado en Francia, ignoraba llamadas de su madre en Pekín, convencido de que la policía china intentaba, a través de su familia, silenciarlo.

Jiang no estaba solo. Según la investigación “China Targets” del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), China ha extendido sus métodos de control político más allá de sus fronteras, en una estrategia conocida como “represión transnacional”. Mediante presiones a familiares en China, vigilancia, hackeos, amenazas y campañas de difamación, el Partido Comunista Chino (PCC) apunta a disidentes, minorías uigures, tibetanas y hongkonesas en más de 23 países.

“Incluso en democracias como Francia, seguimos temiendo hablar”, lamenta Jiang, líder del colectivo Le Front de la Liberté en Chine.

Jiang y decenas de activistas reportaron al ICIJ cómo las autoridades chinas usan la “influencia emocional de la familia” como táctica clave. Documentos internos obtenidos muestran que la seguridad estatal instruye a familiares para frenar las actividades políticas de sus hijos en el extranjero.

En el caso de Jiang, durante una protesta contra Xi en París, su padre recibió visitas nocturnas de agentes chinos. Otros activistas, como la uigur Nuria Zyden en Irlanda, también fueron contactados por sus familias, intimidadas tras su participación en eventos de derechos humanos.

“Me dijeron que no pensara en volver a casa”, recuerda Zyden, ahora completamente distanciada de su familia para protegerlos.

La represión transnacional es cuando un gobierno llega más allá de sus fronteras para atacar, censurar, amenazar o dañar a los disidentes en otras partes del mundo.

Los defensores de los derechos humanos consideran que la estrategia de represión de China es una de las más sofisticadas debido a su gran escala y sus amplias tácticas. Bajo Xi, quien llegó al poder como líder del Partido Comunista Chino (PCCh) en 2012, la campaña para sofocar la disidencia en el extranjero se ha intensificado, dicen los expertos. Funcionarios de agencias gubernamentales como el Ministerio de Seguridad del Estado y el Ministerio de Seguridad Pública parecen estar involucrados, así como el Departamento de Trabajo del Frente Unido, que tiene la tarea de construir y mantener el apoyo para el PCCh tanto en el país como en el extranjero.

Intimidación en el corazón de la ONU

El alcance de la represión llega hasta el Palais des Nations en Ginebra, sede de la ONU. Durante reuniones del Consejo de Derechos Humanos, activistas denunciaron ser fotografiados y vigilados por supuestos representantes de ONG chinas — organizaciones que en realidad actúan como brazos del PCC, conocidas como GONGOs.

Una investigación del ICIJ halló que 59 de 106 ONG chinas acreditadas ante la ONU tienen vínculos directos con el Partido Comunista o el gobierno. Muchas de ellas asisten a sesiones para eludir críticas contra China, desviando la atención hacia temas como la pobreza en Estados Unidos o el racismo occidental.

“La ONU se ha convertido en un patio de recreo para China”, afirmó Rushan Abbas, activista uigur, tras denunciar vigilancia durante su participación en Ginebra.

El Partido Comunista Chino (PCCh) ha intensificado la campaña para sofocar la disidencia en el extranjero.

La respuesta internacional: entre la inacción y el desconcierto

Aunque algunos gobiernos han comenzado a reconocer la amenaza de la represión transnacional, la mayoría de las democracias, incluidas potencias como Estados Unidos y el Reino Unido, carecen aún de mecanismos efectivos para proteger a los activistas.

“Seguimos medio dormidos”, advierte Jonas Parello-Plesner, exasesor del Ministerio de Asuntos Exteriores de Dinamarca. El desafío, dicen expertos, es enfrentar un fenómeno que mezcla espionaje, diplomacia agresiva y presión económica.

En paralelo, el Comité de la ONU encargado de acreditar ONG está dominado en parte por regímenes autoritarios, lo que facilita la entrada de organizaciones chinas pro-gubernamentales y bloquea a verdaderos defensores de derechos humanos.

El creciente control de China en foros internacionales no solo amenaza a disidentes individuales. También pone en jaque la credibilidad misma de instituciones como la ONU.

“Si los defensores de derechos humanos no pueden hablar libremente, toda la arquitectura de derechos humanos se debilita”, advierte Kenneth Roth, exdirector de Human Rights Watch.

Mientras tanto, activistas como Jiang, Zyden y Carmen Lau —exconcejala hongkonesa exiliada en el Reino Unido— continúan su lucha, aún conscientes de que sus voces podrían costarles la seguridad de sus seres queridos.

China Targets

China Targets es una investigación transfronteriza dirigida por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación que arroja nueva luz sobre la campaña de China para tomar medidas enérgicas contra los críticos del régimen en todo el mundo y la respuesta ineficaz de las autoridades en las democracias donde muchos disidentes buscan refugio.

Entrevistas con más de 100 víctimas en 23 países, documentos chinos confidenciales y otras pruebas, muestran cómo las autoridades chinas y de Hong Kong han aplicado tácticas de represión nacional, como el acoso y la vigilancia, a las personas que viven en el extranjero.

La investigación también revela cómo el gobierno chino utiliza instituciones intergubernamentales como la ONU e Interpol para perseguir a sus detractores, y cómo la aplicación de la ley local en algunos países anfitriones ha ayudado a proteger al presidente Xi Jinping de la disidencia durante las visitas de estado deteniendo a algunos activistas antes de que pudieran protestar.

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