Por José Caballero, International Institute for Management Development (IMD)
Las tensiones entre Estados Unidos y China hicieron temblar la economía mundial en 2023. Las ramificaciones de la guerra de Ucrania resonaron más allá de la frontera del país. En África, los golpes de Estado en Níger y Gabón contribuyeron al retroceso democrático mundial de los últimos años y el conflicto entre Hamás e Israel ha causado hasta ahora miles de muertos.
Es probable que estas tendencias de tensiones entre potencias mundiales, guerra abierta, declive democrático y fluctuaciones extremas del mercado laboral continúen en 2024. Teniendo esto en cuenta, he aquí cinco tendencias geopolíticas y económicas mundiales a las que habrá que prestar atención.
1. Cambios de poder
A medida que la organización BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se amplía para incluir a Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los EAU, su creciente influencia económica podría cambiar drásticamente el equilibrio de poder mundial.
A partir de enero de 2024, los BRICS representarán alrededor del 46,5% de la población mundial, aproximadamente un tercio del PIB mundial y el 45% de la producción mundial de petróleo. Una consecuencia económica relacionada es que la red comercial ampliada de los BRICS puede reducir su dependencia de los mercados occidentales, en particular mediante acuerdos comerciales preferenciales y posiblemente el uso de una moneda común.
Para los países que han sido sancionados por Occidente, como Irán, convertirse en miembro de los BRICS aumenta sus opciones diplomáticas. Esto puede hacer que el BRICS resulte atractivo para otros países sancionados. La expansión del BRICS también puede permitir a sus miembros reforzar su impacto persiguiendo sus intereses políticos y económicos con mayor facilidad. Desafiar a occidente puede no adoptar la forma de confrontación directa, sino producirse al alejarse gradualmente de instituciones actuales como el FMI.
2. Ciclo electoral mundial
La lista de elecciones generales de 2024 incluye países de todos los continentes y la participación de miles de millones de personas. En el centro están las elecciones estadounidenses, en las que el expresidente Donald Trump será probablemente el candidato republicano. Si es reelegido, es posible que continúe con su política de “abstención de compromiso global”, como demuestra su voluntad en el pasado de desvincularse de la OTAN.
Esta postura puede debilitar el sistema económico y político mundial y contribuir al ascenso de otros países en busca de una mayor influencia global. Otro aspecto importante que se desprende de la cornucopia de elecciones generales es la posible erosión de la democracia. En Estados Unidos, por ejemplo, se habla de una posible dictadura de Trump. En Rusia, una victoria del presidente Vladimir Putin puede suponer su permanencia como presidente hasta 2030, con la posibilidad de un sexto mandato más hasta 2036 (o unos 32 años en el poder).
En otros países, como El Salvador, algunos políticos están dispuestos a burlar sus constituciones para ser reelegidos o a prohibir los esfuerzos por controlar las elecciones, como está ocurriendo en Túnez. Es probable que estas prácticas debiliten las instituciones democráticas o limiten su desarrollo.
3. Aumento de las tensiones en Oriente Medio
La guerra entre Israel y Hamás seguirá teniendo repercusiones más allá de Oriente Medio. El riesgo de una mayor escalada del conflicto a nivel regional se ha intensificado tras un ataque aéreo en Beirut.
Algunos estados cercanos, por ejemplo, han condenado enérgicamente la respuesta global de Israel al ataque de Hamás. Jordania calificó esa respuesta de “crimen de guerra” y Egipto de “castigo colectivo”. Es probable que la guerra agrave la incertidumbre y la inestabilidad regionales.
Algunas pruebas sugieren que el aumento de la inestabilidad política también afectará a la salud de las instituciones financieras de la región.
A su vez, una mayor inestabilidad podría aumentar los flujos de refugiados hacia Estados Unidos y Europa. Esto último exacerbará el ya tenso debate político sobre la política de inmigración. También es probable que la guerra entre Israel y Gaza desincentive la inversión en Oriente Medio e interrumpa las rutas comerciales, con el consiguiente aumento de los costes de transporte.
4. Las presiones económicas de China
Recientemente, la economía china ha sido descrita como una “bomba de relojería” como consecuencia del lento crecimiento económico, el elevado desempleo juvenil, la crisis del sector inmobiliario, la disminución de la inversión extranjera directa y el debilitamiento de las exportaciones. Se espera que las perspectivas de crecimiento sigan siendo “estructuralmente más débiles”, con una confianza y un gasto del consumidor bajos y una demanda exterior en declive.
Un menor consumo interno chino significa una menor demanda de materias primas y productos básicos lo que, a su vez, afectará a los grandes exportadores como Australia y Brasil.
Es probable que las empresas multinacionales experimenten cierto impacto negativo en sus beneficios a medida que continúe la deslocalización de la producción y la diversificación de la cadena de suministro como consecuencia de las fricciones comerciales y los conflictos armados. Esto puede tener un efecto dominó, no sólo en sus proveedores, sino también en su mano de obra en términos de crecimiento salarial o de reducción y pérdida de puestos de trabajo.
En términos más generales, el aumento de los riesgos para la economía china afectará al crecimiento mundial, según la OCDE.
5. Envejecimiento de la población
En 2022, Japón, Italia, Finlandia y Alemania figuraban entre los países con mayor proporción de población mayor de 65 años y para 2050 se prevé que la lista incluya a Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán.
Para 2050 el porcentaje de población mundial mayor de 60 años pasará del 12 % al 22 %. Al mismo tiempo, la esperanza de vida está aumentando. Esta tendencia demográfica tiene implicaciones para la seguridad social y otros sectores de la economía.
Aumentarán las exigencias a los gobiernos y a los proveedores de servicios sanitarios para que proporcionen mayores volúmenes de asistencia debido al potencial aumento de los riesgos de enfermedad entre las personas mayores. La proporción entre trabajadores y pensionistas está disminuyendo, lo que también ejerce presión sobre la sostenibilidad de los actuales sistemas de pensiones.
Además, existen pruebas de que el envejecimiento de la población afecta a la productividad laboral y a la oferta de mano de obra. Por lo tanto, puede tener un efecto sobre el crecimiento económico, el comercio, el ahorro y la inversión.
En definitiva, 2024 podría ser otro año agitado.
Jose Caballero, Senior Economist, IMD World Competitiveness Center, International Institute for Management Development (IMD)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.