Mientras Europa vive los coletazos de un proceso electoral caracterizado por la fragmentación del mapa político y el auge de la extrema derecha, los datos oficiales de las elecciones mexicanas confirman la aplastante victoria de la alianza oficialista y un regreso a escenarios de “carro completo”.
Analistas y politólogos advierten del peligro de una vuelta a tiempos de hegemonía partidista y de prácticas antidemocráticas. El sistema presidencialista y las posibles reformas constitucionales que permite ese “carro completo” pueden tener consecuencias negativas en los poderes legislativo y judicial, así como en órganos constitucionales autónomos como el Instituto Nacional Electoral (INE).
De ejecutarse estas reformas, la frágil democracia mexicana estaría amenazada por la deriva autoritaria. La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, tiene la llave para detener estas amenazas o abrir la puerta a un escenario autocrático.
Un mapa político casi monocolor
El 2 de junio México vivió una intensa jornada electoral. De acuerdo al Instituto Nacional Electoral (INE), la ciudadanía acudió a votar por casi 20 mil cargos. A nivel federal, hubo elecciones para renovar presidencia de la República, 500 diputaciones de la cámara baja y 128 senadurías de la cámara alta. A nivel local, se renovaron gubernaturas en nueve entidades federativas, incluida la jefatura de gobierno en Ciudad de México (CDMX), y 31 de 32 congresos locales, además de cabildos municipales en 30 entidades (alcaldías en CDMX).
Computado el 100% de las actas (incluyendo el voto en el extranjero), el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) ratificó la victoria de la candidata de la alianza oficialista “Sigamos Haciendo Historia” (Morena-PT-PVEM), con el 59,8% de los votos.
A reserva que el Tribunal Electoral valide la elección y otorgue la constancia de mayoría, Claudia Sheinbaum se convertirá en la primera mujer presidenta de México, así como en la candidata presidencial más votada en la historia democrática del país.
Triunfo electoral de Morena: crecimiento de la ola guinda
Además de la presidencia de la República, la coalición liderada por Morena tendría mayoría absoluta en ambas Cámaras (>50%), incluso calificada (2/3) en la Cámara baja.
El 9 de junio, el INE presentó el resultado final de los cómputos. Morena obtiene 60 senadurías, que junto con las de PT y PVEM suman 82, y alcanza 245 diputaciones, que en total contabilizan 370, al sumar al PT y al PVEM. La futura presidenta Sheinbaum tendrá el respaldo legislativo para aprobar sus iniciativas, y estaría muy cerca de contar con apoyos también para modificar la Constitución.
A nivel subnacional, Morena también abre brecha. Con su virtual triunfo en siete de las nueve gubernaturas en disputa, gobernará en 23 entidades. Además será mayoría en 27 Congresos Locales, un hecho relevante para la aprobación de reformas constitucionales. A nivel municipal, Morena también obtuvo la mayoría de los triunfos.
Morena fue creado como partido en 2014. En tan sólo una década ha reconfigurado el mapa político mexicano y ha conseguido una fuerza y presencia política de tal magnitud que le permite pensar en hacer importantes reformas.
Mayoría morenista y retos para la democracia mexicana
Una definición mínima de democracia explica este régimen político como un conjunto de reglas que regulan la organización política, la competencia por la renovación de autoridades y la integración de los poderes mediante el voto ciudadano.
Si bien se parte de la necesidad de tener pesos y contrapesos que limiten el abuso de poder, politólogos como Arend Lijphart han explicado que pueden pensarse dos modelos de democracia: mayoritaria y consensual.
Mientras el modelo mayoritario busca la existencia de mayorías que propicien la gobernabilidad y faciliten la toma de decisiones de quienes ocupan los cargos públicos, el modelo consensual se orienta a reflejar la pluralidad política y la toma de decisiones bajo acuerdos y negociaciones.
Como fue señalado por Lijphart, uno de los elementos clave para tener democracias mayoritarias o consensuales es el sistema electoral. Dieter Nohlen lo define como las reglas que permiten que las preferencias del electorado, expresadas como votos, se conviertan en escaños parlamentarios o cargos de gobierno.
Al ser el mexicano un sistema presidencial, la o el presidente concentra las funciones del poder ejecutivo. Es decir, parte de un principio mayoritario en el cual no se expresa la pluralidad política del país, sino que prioriza la gobernabilidad y deposita en una sola persona la capacidad para decidir.
Por otra parte, las dos cámaras del poder legislativo se rigen por sistemas electorales que combinan rasgos mayoritarios con proporcionales (consensuales). Sin embargo, en los hechos, es plausible el surgimiento de mayorías legislativas, tanto en la cámara baja como en la alta.
El régimen democrático es adaptable a cada contexto, siempre y cuando se garanticen los principios que lo hacen posible, como la competencia electoral y las libertades sociopolíticas.
Lo deseable es que existan pesos y contrapesos. Por ejemplo, que el ejecutivo sea de un partido distinto a quien domina el legislativo (gobierno dividido) y que el gobierno nacional también sea de un partido distinto a quien gobierna a nivel estatal (yuxtaposición). Pero la democracia permite la existencia de gobiernos unificados y sin yuxtaposición.
No obstante esta posibilidad, el régimen democrático requiere de un conjunto de instituciones y estructuras que le permitan subsistir, independientemente de los resultados electorales.
El voto popular puede debilitar los contrapesos democráticos
El gran poder político que ha ganado Morena como producto del proceso electoral no es un problema en sí mismo. La preocupación se deriva de los “100 pasos para la Transformación” que propuso Claudia Sheinbaum como candidata de la coalición Morena-PT-PVEM.
Entre otras propuestas, Sheinbaum planteó la elección por voto popular de ministros de la Suprema Corte, la eliminación de 32 senadurías y 200 diputaciones plurinominales, así como la elección del Consejo General del INE por voto popular. La preocupación aumenta porque estas propuestas, que debilitarían los pesos y contrapesos, surgen en un contexto de bajo nivel democrático. El índice de democracia de The Economist para 2023 identifica un retroceso en México, al pasar de democracia débil a régimen híbrido.
El riesgo de la seducción mayoritaria
Las democracias requieren no sólo de incertidumbre en los resultados electorales para que sea posible la alternancia en el poder. También que se garanticen los derechos de toda la población y que no se excluya de la participación política y de espacios de representación a las minorías.
Al respecto, el Proyecto Varieties of Democracy (V-Dem) brinda información sobre la calidad democrática en sus distintas acepciones: deliberativa, igualitaria, electoral, liberal y participativa.
Como contrapeso del legislativo y el ejecutivo, el poder judicial requiere ser contramayoritario. Su objetivo no es reflejar proporcionalmente a la sociedad ni solo a las mayorías, sino garantizar que, incluso quienes no tienen representación política, gocen de los mismos derechos. Elegir por voto popular a ministros de la Suprema Corte puede anular su sentido contramayoritario, poniendo en riesgo a las minorías, que por definición son quienes aportarían menos votos.
Limitar acciones anticonstitucionales o inconstitucionales del legislativo y del ejecutivo no es un abuso de poder ni significa sobrepasar atribuciones, sino que éste es precisamente el papel del poder judicial. No obstante, de acuerdo al Proyecto V-Dem, en los últimos años han disminuido las atribuciones del judicial como contrapeso.
En cuanto al poder legislativo, la propuesta oficialista pretende eliminar las senadurías y diputaciones de representación proporcional. Esto excluye a las minorías y, en la práctica, abre la posibilidad al partido dominante de alcanzar mayoría absoluta (incluso calificada) sin necesidad de concentrar la mayoría absoluta de la votación.
La sobrerrepresentación del o los partidos dominantes les permite conseguir mayorías sin incluir a la oposición. Ello facilitaría la implementación de reformas que debiliten los pesos y contrapesos, poniendo en riesgo la viabilidad democrática. Si el objetivo es ahorrar recursos, es posible disminuir el tamaño de las cámaras sin afectar la representación proporcional.
Finalmente, la elección del Consejo General del INE mediante voto popular no resuelve el problema de las “cuotas”. Peor aún, reduce la expectativa de contar con especialistas y tener en su lugar a personas populares, no siempre calificadas.
Los institutos electorales requieren ser un órgano plural con presencia de todas las voces y no sólo de los grupos más votados. Algo que no se garantiza con la elección de consejeras y consejeros electorales por voto popular, pues provoca una sistemática exclusión de perspectivas diferentes a las mayoritarias.
El Proyecto V-Dem muestra el retroceso que ha tenido el índice de democracia electoral, donde la autonomía e independencia presupuestaria de los institutos electorales juega un papel central.
La inseguridad también erosiona la democracia
Después de dos alternancias consecutivas en la presidencia de la República en 2012 y 2018, Morena ha logrado continuar al frente del poder ejecutivo federal y triunfar en la mayoría de las elecciones. La virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, recibe su mandato con respaldo del Congreso de la Unión y de los estados, pero con una democracia cada vez más debilitada.
A la erosión de los pesos y contrapesos, se suma la acentuada crisis de seguridad que nos dejó el proceso electoral más violento del México reciente. La inseguridad y la violencia afectan a la integridad física de la población, pero también de manera considerable a la democracia, pues el temor inhibe la participación política.
La primera presidenta de México tendrá una gran mayoría de su lado. Una de sus grandes responsabilidades será utilizarla para corregir el rumbo y no caer en la seducción de volverse una líder autócrata.
Recientemente, Sheinbaum ha llamado al diálogo antes de impulsar reformas como las mencionadas, pero pronto sabremos cómo afronta la gran responsabilidad de contar con una supermayoría. Por el bien de México, que sea un buen gobierno y se fortalezcan las instituciones democráticas.
Juan Jesús Ramírez Ramírez, Coordinador de Lic. Estudios Políticos y Gobierno, Universidad de Guadalajara
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.