El gobierno ruso está financiando actualmente una campaña de desinformación en curso y bien financiada en toda América Latina con el objetivo de socavar el apoyo a Ucrania, invadida por Rusia desde febrero de 2022 y propagar sentimientos antiestadounidenses, dijo este martes el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
“La campaña del Kremlin planea aprovechar los contactos de los medios de comunicación desarrollados en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, México, Venezuela, Brasil, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, entre otros países de América Latina, con el fin de llevar a cabo una campaña de manipulación de la información diseñada para explotar subrepticiamente la apertura de los medios de comunicación y el entorno de la información de América Latina”, señala el gobierno estadounidense.
El Departamento de Estado señala como responsables de esa campaña de desinformación a la Agencia de Diseño Social (SDA), al Instituto para el Desarrollo de Internet y a Structura.
“Estas son empresas de “influencia por alquiler” con una profunda capacidad técnica, experiencia en la explotación de entornos de información abiertos y una historia de proliferación de desinformación y propaganda para promover los objetivos de influencia extranjera de Rusia”, señalan.
Según el Departamento de Estado, los temas de las operaciones se centran principalmente en intentar persuadir al público latinoamericano de que la guerra de Rusia contra Ucrania es justa y que pueden unirse a Rusia para derrotar al neocolonialismo.
Estados Unidos señala como actores involucrados a Ilya Gambashidze y a Andrey Perla de SDA, al CEO de Structura, Nikolay Tupikin, y el periodista pro-Kremlin Oleg Yasinskiy.
Según la denuncia, hay esfuerzos coordinados entre las embajadas rusas en América Latina y los medios de comunicación financiados por el estado para aumentar los mensajes a favor del Kremlin, difundir narrativas anti Estados Unidos y desarrollar asociaciones entre los medios de comunicación estatales rusos, los medios de comunicación locales y las estaciones de radio, las embajadas percibidas a favor de los terceros países de Moscú en la región y los periodistas locales.
La campaña busca organizar a a un grupo de personal editorial organizado en un país latinoamericano, mientras un equipo en Rusia crearía contenido y enviaría el material al personal editorial de América Latina para su revisión, edición y, en última instancia, publicación en los medios de comunicación locales.
“En efecto, este proceso de lavado de información haría que el contenido pro-Kremlin creado en Rusia fuera “localizado” por el personal de América Latina curado y publicado en los medios latinoamericanos para que parezca orgánico”, señalan.