Por Marika Sosnowski, The University of Melbourne
El alto el fuego es una herramienta especialmente complicada en los conflictos armados. Posiblemente porque se encuentra en la intersección de la guerra, el derecho y la política. Ni siquiera es fácil definir qué es y predecir qué implicaciones tendrá. Y eso hace que resulte extraordinariamente difícil de negociar y aplicar.
Esta complejidad se ha hecho evidente en las deliberaciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre un posible alto el fuego en la guerra de Israel contra Hamás en Gaza. Se han propuesto innumerables resoluciones con diferentes redacciones, como:
- “Un alto el fuego humanitario inmediato, duradero y plenamente respetado” (16 de octubre).
- “Pausas humanitarias” (18 de octubre).
- “Pausas en los combates” (25 de octubre).
- “Pausas y corredores humanitarios urgentes y ampliados” (15 de noviembre).
- “Un alto el fuego humanitario inmediato” (8 de diciembre).
- “Un cese sostenible de las hostilidades” (22 de diciembre).
Por fin, el lunes 25 de marzo, tras casi seis meses de disputas lingüísticas, el Consejo de Seguridad consiguió aprobar una resolución que exige un “alto el fuego inmediato”. Y hace hincapié en “la urgente necesidad de ampliar el flujo de ayuda humanitaria” que entra en la Franja de Gaza.
Pero ¿qué implica esta resolución en la práctica? ¿Tendrá algún efecto?
Los mecanismos de aplicación son limitados
Según el derecho internacional, una resolución del Consejo de Seguridad es vinculante para todos los Estados miembros de la ONU. Esto incluye a Israel y Palestina, que tiene estatus de observador en la ONU.
La Autoridad Palestina y Hamás han acogido con satisfacción la resolución de alto al fuego.
La decisión de Estados Unidos de abstenerse en la votación, que en la práctica ha permitido que se aprobara, no ha gustado a Israel. La oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu argumentó que la redacción beneficia a Hamás, afirmando que da a este grupo “la esperanza de que la presión internacional les permita aceptar un alto al fuego sin la liberación de nuestros rehenes”.
También está por ver si el Gobierno israelí cumplirá la resolución y, en caso afirmativo, de qué manera.
En realidad, la resolución podría suponer pocas diferencias prácticas en la vida de millones de palestinos atrapados en Gaza, porque el Consejo tiene pocas posibilidades de hacerla cumplir. Israel ya ha ignorado las medidas provisionales de la Corte Internacional de Justicia para “adoptar medidas inmediatas y eficaces que permitan la prestación de los servicios básicos y la ayuda humanitaria que se necesitan urgentemente”.
Aunque la acción militar para obligar a Israel a adherirse a la resolución parece muy poco probable, los Estados podrían tomar otras medidas económicas y diplomáticas para intentar que la cumpla. Éstas podrían incluir la imposición de sanciones, la interrupción de la venta de armas y la retirada de las misiones diplomáticas y el apoyo.
Además, la resolución sólo “insiste” en que se aumente el flujo de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Esta redacción proporciona a Israel cierto margen de maniobra para seguir denegando el acceso a los convoyes de ayuda atascados en los pasos fronterizos de Rafah y Kerem Shalom por motivos de seguridad.
Incluso antes de que comenzara la guerra, pero especialmente desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, Israel ha estado imponiendo obstáculos a la ayuda humanitaria que entra en Gaza durante el proceso de inspección y distribución. Sigue rechazando con frecuencia, y aparentemente de forma arbitraria, la entrada de suministros como anestésicos, bombonas de oxígeno, ventiladores, sacos de dormir, dátiles y kits de maternidad.
Sin embargo, el hecho de que Estados Unidos se abstuviera sin duda marca un cambio drástico en su apoyo diplomático a su principal aliado en Oriente Medio. La resolución envía un claro mensaje al Gobierno israelí de que se ha alcanzado una línea roja en cuanto a lo que Estados Unidos está dispuesto a aceptar y apoyar.
Situación actual de las negociaciones
Es probable que la resolución del Consejo de Seguridad también ejerza una mayor presión sobre ambas partes para que lleguen a un acuerdo a través de las negociaciones que están dirigiendo Qatar y Egipto.
La última propuesta de Hamás incluye cuatro puntos:
- un alto al fuego global,
- retirada de las fuerzas israelíes de la Franja de Gaza,
- el retorno de los palestinos desplazados por la fuerza,
- intercambio de prisioneros palestinos por rehenes israelíes.
Según los medios de comunicación, Israel ha aceptado un compromiso estadounidense sobre el número de prisioneros palestinos que deben ser liberados a cambio de rehenes israelíes. Pero los medios de comunicación indican que, actualmente, se niega a comprometerse a un alto al fuego permanente.
Si finalmente este acuerdo fructifica, sin duda incluirá muchos detalles sobre cómo se aplicarán los términos. Este fue el caso de la tregua temporal que se negoció entre las partes en noviembre, que incluía un intercambio coreografiado de rehenes israelíes por prisioneros palestinos y la entrega de ayuda humanitaria.
El número de prisioneros que Hamás busca actualmente a cambio de rehenes ha sido una fuente de contención. En 2011, Israel aceptó intercambiar más de 1 000 prisioneros palestinos por un soldado israelí, Gilad Shalit.
Podría decirse que, previendo un escenario similar, Israel ha detenido a miles de palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania ocupada por delitos menores en los últimos meses. Hamás sigue reteniendo a un centenar de rehenes, la mayoría hombres y muchos reservistas del ejército israelí.
Por qué importan los alto el fuego
El derecho internacional se basa en la premisa de que impone obligaciones a los Estados, a las partes no estatales y a los individuos que no se pueden negociar. Sin embargo, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad con poder de veto, EE. UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido tienen un poder desproporcionado sobre la forma en que tales leyes se producen o entran en vigor.
No obstante, la comunidad internacional se rige por ciertas normas sociales, políticas y jurídicas. Estas normas no sólo tienen forma de derecho internacional, sino también de relaciones diplomáticas y económicas. Es lo que la ONU denomina “relaciones amistosas entre las naciones”. Estas normas garantizan, en cierta medida, que los Estados cumplan sus obligaciones en virtud del derecho internacional sin necesidad de recurrir a la fuerza militar.
La resolución del Consejo de Seguridad aprobada el lunes, con términos vagos y relativamente pocos incentivos para su cumplimiento, es actualmente la opción menos mala para empujar a las partes hacia el cese de la violencia y permitir la entrada de ayuda en Gaza.
Otros esfuerzos hacia un alto el fuego potencialmente más significativo y práctico deben continuar –y continuarán–. Si antes no lo hacían, ahora todas las miradas deberían dirigirse firmemente a Gaza.
Marika Sosnowski, Postdoctoral research fellow, The University of Melbourne
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.