Los taiwaneses acudirán este sábado a las urnas para elegir un nuevo presidente, que tendrá el desafío de mantener el rumbo de la democracia frente a las crecientes amenazas de la potencia comunista china de poner fin a la autonomía de la isla.
Tres hombres se disputan el cargo, en unos comicios que se definen a una sola vuelta. Pekín ya hizo saber que consideraba al favorito –el vicepresidente saliente Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático (PPD)– como “un grave peligro” por su postura en defensa de la independencia de la isla.
Sus adversarios son el expolicía Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), partidario de mantener el statu quo con China, y Ko Wen-je, líder del pequeño Partido Popular de Taiwán (PPT).
Quien resulte electo sucederá a la presidenta Tsai Ing-wen, del PPD, que considera que Taiwán, de 23 millones de habitantes, ya es de facto un Estado independiente.
Los candidatos intensificaron su campaña en la última semana: visitaron templos y mercados, celebraron mítines con decenas de miles de participantes y atendieron a medios internacionales que siguen de cerca la elección.
Pekín acentuó por su lado su presión diplomática y militar. El jueves, el Ministerio de Defensa taiwanés detectó cinco globos, diez aviones y seis buques de guerra chinos alrededor de la isla.
El estatus de Taiwán es uno de los asuntos más espinosos de la rivalidad entre China y Estados Unidos, principal respaldo militar de la isla.
Washington considera que “corresponde a los electores de Taiwán decidir su próximo dirigente libremente y sin injerencia externa”, declaró el portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel.
La rivalidad enfrenta a la segunda economía mundial con la próspera isla, puntal de la producción mundial de semiconductores, componentes indispensables de la fabricación de smartphones, de automóviles o de misiles.
Los taiwaneses también elegirán a sus parlamentarios.
La divulgación de encuestas está prohibida en Taiwán desde diez días antes de los comicios, pero los observadores estiman que Lai, de 64 años, es el favorito para ganar la presidencia, aunque su partido podría perder la mayoría en la cámara de 113 escaños.