El año pasado para esta fecha, pasada la medianoche, mientras oíamos que en Managua estaban quemando pólvora, me levanté de mi plancha de concreto donde dormía en la celda #13 de El Chipote —donde nos mantenían secuestrados— y dije la siguiente oración en voz muy alta y clara, para que la oyeran todos mis hermanos de dolor y también nuestros captores:
“Alégrense los cielos y la tierra, regocíjense las naciones, pues ha nacido el Mesías, el Salvador, el Rey de reyes. ¡Hoy ha nacido nuestro señor! Aleluya, aleluya”.
Al rato apareció un guardia —Luis parece que se llama, tenía una estrellita en su charretera—, abrió la pequeña ventana de más o menos 15×6 pulgadas que había en la puerta de hierro sólida, la cual se mantenía cerrada y dijo: “¿Qué es lo que pasa? ¿Cuál es el escándalo?”. “No es escándalo, estoy anunciando la buena nueva de que ha nacido el niño Dios”, le dije. “¡Holmann, te callás y anda dormite!”.
Yo le contesté: “Le ruego a Dios que el Niño Dios nazca en tu corazón”. Me quedó viendo con esos sus ojos de “no entiendo lo que está diciendo y tampoco sé cómo contestarle”, cerró con violencia la pequeña puerta y se marchó. El año anterior había hecho exactamente lo mismo, la misma oración, pero no hubo guardia que me llegase a callar. Luis era “especial”.
Hoy puedo jubilosamente gritar, a todo pulmón, esa misma oración con la certeza que ningún guardia me vendrá a callar. Hoy todos me pueden oír y responder con júbilo: ¡Aleluya, aleluya ha nacido nuestro señor!!
Hoy 25 de diciembre, que celebramos el nacimiento de ese Niño que trajo al mundo la buena nueva, quiero pedirle a nuestro padre misericordioso, a ese que quiso enviarnos a su Hijo para que se encarnara en el vientre puro de nuestra Santísima Virgen María, que escuche nuestras súplicas y nos conceda la gracia de aceptar que ese Niño Jesús nazca en nuestros corazones y reine nuestras vidas.
Ayer en misa, el sacerdote en su homilía dijo una frase que creo debemos de tener siempre presente. Jesús dijo “este es mi mandato: ámense los unos a los otros de la misma manera en que yo os he amado”. Eso lo dijo como un mandamiento, no fue una sugerencia.
Les deseo a todos una feliz Navidad y un muy próspero año nuevo. Feliz porque estamos recibiendo a Jesús en nuestros corazones.