Con cierta cautela y titubeo, los centros de poder en Estados Unidos finalmente parecen reconocer la necesidad de una respuesta estratégica ante la creciente presencia de China en América Latina, respaldada por regímenes y partidos políticos que son adversos a Estados Unidos.
La creciente presencia de China en América Latina trasciende los intereses comerciales y plantea implicaciones estratégicas que requieren un análisis detenido. En el año 2006 escribí un estudio sobre los intereses de China en América Latina titulado “China’s Side Principle” (El Principio Lateral de China). En aquella ocasión, argumentaba que la estrategia de expansión de China en la región busca cuestionar la influencia histórica de Estados Unidos en el continente, tratando a la región como un “flanco” del teatro estratégico global. Mi hipótesis en aquellos años era que China fortalecería alianzas estratégicas con partidos y entidades políticas de orientación izquierdista en América Latina, forjando vínculos con socios como el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el Partido de los Trabajadores de Brasil y el Partido Comunista de Cuba. Los años demostraron la validez de aquella hipótesis pero además ha quedado claro que la estrategia de China no se limita a estas alianzas.
La introducción de la Iniciativa de Seguridad Global (GSI) en 2022 revela las dimensiones estratégicas del nuevo enfoque de China hacia América Latina, que es más directo y agresivo. Aunque la GSI utiliza un lenguaje diplomático típico, se pueden inferir las crecientes implicaciones de China en el ámbito de la defensa y la seguridad. En su artículo reciente publicado en The Diplomat, titulado “Lo que la Iniciativa de Seguridad Global de China nos dice sobre su compromiso estratégico con América Latina”, el profesor Evan Ellis explica que la GSI no debe tomarse a la ligera. En términos de la política exterior y de seguridad de China, se diferencia de los documentos anteriores que esa potencia ha publicado sobre sus aspiraciones en América Latina, en el sentido en que dicho documento tiene un enfoque en la cooperación militar.
Con cierta cautela y titubeo, los centros de poder en Estados Unidos finalmente parecen reconocer la necesidad de una respuesta estratégica ante la creciente presencia de China en América Latina, respaldada por regímenes y partidos políticos que son adversos a Estados Unidos. La actitud pasiva de Estados Unidos, basada en una relación tensa pero respetuosa con China, no ha sido la opción más acertada. Son pocos los expertos en China dispuestos a aceptar la sinceridad del enunciado de política exterior chino conocido como “Ascenso Pacífico al Poder”. El llamado ascenso pacífico de China, también conocido como “desarrollo pacífico de China”, fue una política oficial durante el mandato del ex Secretario General del Partido Comunista Chino, Hu Jintao, y se centró en proporcionar garantías a Estados Unidos de que su creciente poder militar y económico no representaría una amenaza para la paz y la seguridad internacionales.
Las declaraciones de la General Laura Richardson, líder del Comando Sur de Estados Unidos, durante la Conferencia de Defensa Sudamericana “SOUTHDEC 2022” el año pasado, confirman públicamente el estado de alerta que se observa finalmente en las autoridades políticas y militares en relación con la expansión de China en América Latina. Durante dicha conferencia, la General Richardson expresó de manera clara su preocupación por las actividades de China en la región. Además, destacó las amenazas y los daños causados por China, abordando cuestiones ambientales, ciberseguridad, desestabilización política y respaldo a regímenes autoritarios, en particular en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Estas tensiones subrayan la creciente necesidad de analizar cuidadosamente las implicaciones y desafíos que plantea la expansión de China en la región.
En su estrategia de expansión en la región, China ha expresado de manera explícita su apoyo a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la defensa de la paz y la seguridad regionales. Además, China ha anunciado su intención de establecer nuevas estructuras multilaterales de cooperación en seguridad a través de la CELAC, excluyendo a Estados Unidos y Canadá. Como parte de esta estrategia, China busca aprovechar el foro BRICS como plataforma para la cooperación en seguridad en la región, especialmente en vista de su compromiso con el recientemente reinstaurado presidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Estas acciones revelan las aspiraciones de China de participar en nuevos mecanismos de gobernanza global en áreas de seguridad tanto tradicionales como no tradicionales, más allá de Asia. Es destacable el interés de China en influir en la seguridad global de los datos, la gobernanza de la seguridad internacional de tecnologías como la Inteligencia Artificial y otras áreas relevantes para la defensa.
En conclusión, si en nuestros análisis del año 2006 y en la década posterior ya veíamos señales claras y advertíamos sobre el peligro de las alianzas de China con enemigos declarados de Estados Unidos, como Cuba y grupos extremistas de izquierda, las nuevas evidencias sugieren el inicio de una nueva “guerra fría” con un nuevo actor en el otro extremo del escenario bipolar.