No me considero autorizado para afirmar que Mel Zelaya sea mentiroso. Cualquier cosa se puede decir del líder liberal-socialista. Menos que invente cosas; y nos las presente como verdades. Su personalidad es muy transparente. Y solo dice lo que cree que es su “verdad” – incluso contra la lógica y contra los hechos comprobables—y la repite porque le consta; o porque los asesores extranjeros en los que cree como verdades enviados del cielo, se lo recomiendan. Y, es consecuente con sus necesidades emocionales.
La primera de ellas es que urge sentirse importante. Para sentirse necesario y protector. La segunda es que reclama, como nadie en el escenario nacional, que se le preste atención. Y la tercera es que, en su plan de dominio sobre el Ejecutivo, necesita confirmar que es el más útil para el sostenimiento del régimen; y por ello, se le debe prestar atención y, lo más importante probablemente, atenderle y obedecerle.
Finalmente, hay un elemento que puede alterar este análisis. Zelaya acusa ciertas psicopatías sociales poco estudiadas; y por momentos, muestra evidencias de pavor y cierto sentido de persecución, que podría permitirnos decirnos que hay en su personalidad, cierta esquizofrenia que debe atender en forma constante, corriendo el riesgo que para hacerlo desordene accidentalmente los medicamentos: estimulantes y depresivos. Que recomiendan normalmente los médicos a sus pacientes.
Aceptado que lo que dice es su “verdad”, hay que hacer un esfuerzo inteligente, para identificar los siete conatos de “golpe”, que con su habilidad extraordinario ha neutralizado, en el curso del gobierno delegado que ejerce su esposa Xiomara Castro. No es fácil; pero hay que respetar la imaginación de Zelaya y diseccionar ciertos hechos en que, la característica fue la reacción desmesurada por parte del mismo Zelaya y Xiomara Castro.
En esta dirección, queda claro que el primer conato de “golpe” de Estado, se produjo en enero de 2022, cuando Jorge Cálix, con el apoyo pasivo de JOH y los diputados nacionalistas, se hizo legítimamente con la directiva del Congreso Nacional. El que Xiomara haya ido al Congreso y gritado, como una mujer asustada, que eran “traidores”, nos permite concluir que se trató de algo que consideraron un “golpe” en contra del gobierno que todavía no se había iniciado.
El segundo, fue la ruptura de las relaciones con su aliado Salvador Nasralla. El régimen, se estremecido y las declaraciones de sus líderes mostraron, que estuvieron al borde un ataque de nervios.
El tercer “golpe” es el de los generales retirados. La reacción histérica de Fortín, –impropia de un profesional de la guerra–, indica que la amenaza de manifestarse, a imitación de los militares colombianos, afectó las líneas de flotación del régimen que normalmente no había mostrado debilidad.
El cuarto “golpe”, –en la lógica de Zelaya–, fue la manifestación de los religiosos. La reacción de la presidente Castro, mostrando un veto que tenía engavetado, indicó la gravedad del asunto; y la importancia de su neutralización.
El quinto “golpe”, fue el más emotivo: las declaraciones de Gabriela Castellanos, con la presencia de la delegada de la ONU, afirmando que había regresado para ver ingresar a los Zelaya a la cárcel, creando una crisis que obligó a Libre, ir a la calle, en su primera manifestación en la que, comprometió todos sus recursos.
El sexto ataque que Zelaya cree fue un “golpe”, fue la creación del Bloque Parlamentario Democrático. Maribel Espinoza y otros, suscribieron un documento que puso en duda por primera vez, el control de Libre sobre el CN.
Y el séptimo “golpe”, no hay duda que se produce cuando en el congreso, Libre exhibe sus debilidades: en la votación para elegir al Fiscal General, apenas logra 52 votos, frente a 74 de la oposición. Este “golpe”, está en curso.
Es modificable esta lista. Todos podemos hacerlo. Lo importante es entender que estamos ante un régimen muy frágil, nervioso, que disimula sus ansiedades, permitiéndole a Zelaya, exhibir sus dotes de estadista y capacidades para ejercer dominio sobre el Ejecutivo, Legislativo y la Corte Suprema de Justicia. Por ello, controla a Xiomara Castro. La mantiene secuestrada; y bajo la amenaza que, si desobedece, perderá su gobierno convirtiéndose en la primera mujer desalojada del Ejecutivo. en toda la historia nacional.
Con estas historias de 7” golpes”, Zelaya legitima su poder. Confirmando su experticia golpista.