Las mujeres en Venezuela siempre han cargado bien los pantalones. Ha ocurrido con las patriotas de la era independentista Luisa Cáceres de Arismendi, la primera una auténtica patriota al lado de su pueblo y de su esposo, el general Juan Bautista, y la otra una guerrera llena de sanas convicciones quienes batallaron junto al libertador Simón Bolívar.
Y ahora, en esta época de condenables —y cobardes narcotiranías tanto por sus violaciones reiteradas a las leyes como por sus faltas de hombría ante sus descomunales pretensiones de aferrarse al poder ya sin causas justificables como hacían antaño, dizque por los pobres—, la presencia de María Corina Machado, la piedra en el zapato de Nicolás Maduro y su tropelía castrocomunista desafiando a toda una enorme claque roja tropical y estalinista.
Los tiempos y las circunstancias vienen cercándolos a ellos, quienes han contado con la pasiva resonancia mundial, sobre todo la de Noruega pero también del mundo entero como Estados Unidos y la Unión Europea, quienes no oyen del todo ese arduo clamor nacional pidiendo pan, justicia y libertad.
Esta situación es la que ha permeado que, dialécticamente, haya sido el propio pueblo el que reitere sus justas rebeliones y encausado en María Corina las riendas cívicas de un proceso electoral al que tanto Maduro como el propio gendarme del castrocomunismo, el G2 cubano, le tienen pavor, precisamente por la cobardía que los envuelve al saber que serán derrotados por el voto popular.
Esta lectura que viene dándose en Venezuela con María Corina, está a su vez, simultáneamente, generando el mismo espíritu de lucha en Cuba, Bolivia, Honduras y Nicaragua, países bajo la bota comunista a los que ya empieza la cuenta regresiva a pisarle los talones. Claro, con la salvedad de que, si bien el patrón general de estas mafias en el poder son las mismas, cada nación posee sus propias particularidades.
En Cuba la represión brutal y el adoctrinamiento cerebral desde 1959 supera todo rastrojo fascista hitleriano; en Bolivia el atraco al padrón electoral por parte del masismo y el colaboracionismo de Carlos Mesa y peor aún de Tuto Quiroga (un infiltrado en las asociaciones mundiales democráticas liberales y conservadoras como la UPLA y la UID), sostienen a un sistema corrupto y anquilosado; en Honduras el “familión” como le llama el pueblo a la casta castro zelayista en donde el poder lo ejerce un depuesto exmandatario tumbado constitucionalmente de su cargo y Nicaragua, en donde la tiranía de Daniel Ortega continúa violando las leyes a más no poder, sin liberar a los presos políticos y con una sociedad civil fracasada y viciada que hasta ahora viene contando con una incipiente oposición política partidaria.
Ante este degradante mapa político, sin mencionar a México, Colombia, Perú, Chile o Brasil, es obvio que los radares urgidos del cambio y la transición del castro comunismo a la democracia en Hispanoamérica estén centrados por ahora en Venezuela.
Por lo general en este tipo de situaciones adversas y complicadas, las noticias vuelan rápido. En este caso estas, con corroboración de las fuentes indican que allá en la otrora bella y fecunda Caracas se está dando un agresivo caldeo político, negociaciones internas entre el régimen, la comunidad internacional y el propio comando de la lideresa con ella al frente de las negociaciones. Pareciera por momentos que no hay vuelta atrás y no le quedará más remedio al escamoso de Nicolás Maduro que dejar a María Corina que se inscriba y compita por la presidencia de la República, lo cual en países con democracias normales resulta natural, como ganar o perder por parte de uno de los contendientes, lo que en este caso no es así, como no lo es en ninguna tiranía comunista obcecada, delincuencial y efectivamente terrorista.
Pero si a lo interno de Venezuela el pueblo está con esta nueva heroína por la libertad de Venezuela, por el fin de la esclavitud moderna y por el retorno formidable de propiciar lo que antes fue ese gran país en su economía, también, salvo muy pocas oposiciones en la diáspora sus coterráneos la apoyan hasta el final.
De hecho Antonio Ledezma, exalcalde metropolitano de Caracas quien vive en España y es el coordinador político de la campaña en el exterior, viaja frecuentemente por Europa e Hispanoamérica, y con mucha frecuencia a Miami, consolidando la unidad. Igualmente María Teresa Morin trabaja en las bases del partido Vente Venezuela, desde Miami para todo Estados Unidos, organización partidaria que ya obtuvo una gran victoria con el voto del exterior en las pasadas primarias que consolidaron el liderazgo político de su máxima representante y quien cuenta con probados dirigentes como José Amalio Graterol, Edgard Simón Rodríguez. Contando también con el marcado activismo político de Freddy Solórzano, quien preside la Coalición Internacional por Venezuela.
De ser así las cosas corresponde ahora a todos, pero más a la representante opositora ejercer su accionar político para seguir presionando a la comunidad internacional, pues de aquí a la libertad de su país como a la del resto de países bajo este endemoniado sistema de rejas y hambrunas, no existe otra vía para salir de él.
Ya ella misma lo está haciendo con más emprendimiento, al enviarle una carta el pasado 31 de marzo de 2024 al primer ministro de Noruega, Jonas Gahr, reinado de buenas intenciones aunque falto de agallas de las que se requieren en nuestro trópico, exhortando en su calidad de facilitador del proceso de diálogo y negociación a “extremar los recursos diplomáticos a su disposición, para que el acuerdo de Barbados sea cumplido integralmente”, lo que como es de suponer Maduro viene hasta hoy incumpliendo, así como también burlándose de toda la buena voluntad del mundo para que Venezuela restablezca lo suyo.
María Corina, continúa escribiendo, llamando a ese buen hombre, y hazlo con todos los demás reyes, mandatarios y líderes mundiales hasta agotar sus voluntades. El pueblo y el mundo están contigo, no con los malandros ni con la narco cobardía.