La administración del actual presidente de Argentina, Javier Milei, enfrenta una situación compleja ante desafíos económicos y políticos. La crisis financiera y fiscal amplifican los efectos adversos de su enfoque radical, restringiendo las opciones gubernamentales. La inminente devaluación y la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) generan presión adicional. Decisiones fiscales, como la utilización de fondos chinos, provocan tensiones en contraste con las promesas de campaña. La disminución de ingresos agrícolas y la resistencia política aumentan la complejidad de los desafíos. La falta de respaldo político complica la implementación de reformas, intensificando la incertidumbre para los inversores y propiciando la fuga de capitales.
En términos de seguridad, la atención centrada en combatir el narcotráfico podría resultar exitosa, a pesar de los recursos limitados que dificultan el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad. La designación de Patricia Bullrich sugiere respuestas efectivas, y la colaboración con Estados Unidos (EE. UU.) destaca la importancia de la seguridad en la agenda internacional. En cuanto a la política exterior, Milei busca cambiar la orientación convencional al posicionarse como el Estado más proisraelí y adoptar posturas firmes hacia Irán y Rusia. La crítica a regímenes de izquierda crea oportunidades para coaliciones con EE. UU., pero genera tensiones en la región. Posibles alianzas con Paraguay y escepticismo hacia China alteran las dinámicas regionales, y los proyectos chinos en Argentina enfrentan escrutinio, aunque se mantienen las relaciones diplomáticas y comerciales. La nueva dirección de Milei socava consensos en organismos regionales, y las tensiones políticas podrían afectar acuerdos comerciales, especialmente en sectores clave como el litio y la soja.
Introducción
La elección aplastante del economista Javier Milei, el 19 de noviembre de 2023, como presidente de Argentina conlleva una extraordinaria combinación de oportunidades y riesgos para el país, la región y EE. UU. La trayectoria de Argentina en los próximos meses, en el peligroso viaje en el que se está embarcando el mandatario electo, reflejará la interacción entre su programa como una desviación significativa del peronismo, los graves imperativos económicos, fiscales y financieros a los que se enfrenta la nación, las opciones entre las fuerzas políticas que se vinculan (al menos temporalmente) al gobierno de Milei y las que se posicionan estratégicamente para su fracaso, y las limitaciones constitucionales y de otro tipo de lo que su administración puede hacer tanto en política interior como exterior.
En política interior, la oportunidad de Milei radica en su avance de ideas meritorias que no han sido consideradas seriamente en Argentina durante décadas, y que actualmente están fuera de moda en gran parte de EE. UU. y América Latina, en relación con el poder de la iniciativa privada y el libre mercado, en el marco de un gobierno limitado, como principal motor de la innovación y la prosperidad. El principal riesgo surge de la posible incapacidad de Milei para aplicar eficazmente ese programa, incluida la posibilidad de que se refuerce una espiral de parálisis política, huelgas, fuga de capitales, insolvencia financiera, hiperinflación e incluso un final prematuro de su mandato, sustituido finalmente por fuerzas políticas mucho menos democráticas y amigas de EE. UU.
Si el gobierno de Milei logra evitar estos peligros internos, algunos de sus logros más significativos podrían incluir no solo un giro económico, sino una política de seguridad más eficaz y una orientación de la política exterior que ofrezca una asociación más constructiva con EE. UU., transformando la dinámica política de la región tanto por su contenido como por el ejemplo de su éxito.
Los Peligros Internos de la Agenda de Milei
En política interior, Milei tendrá que sortear considerables peligros económicos y políticos, partiendo de una posición de significativa desventaja. La actual crisis económica de la nación, incluida la debilidad financiera y fiscal, maximizará los efectos secundarios económicamente dolorosos y políticamente perturbadores de la «terapia de choque» de Milei, si puede aplicarla, limitando al mismo tiempo las opciones del Gobierno para llevar a cabo tales cambios, en el contexto de un país cuya economía y sistema político se han vuelto estructuralmente adictos a un papel sustancial del Estado en la economía.
Al asumir funciones el 10 de diciembre, el gobierno de Milei se enfrentará a una serie de crisis y dilemas. El probable ministro de Economía, Luis Caputo, subrayó la importancia de avanzar rápidamente. El gobierno no tendrá más remedio que devaluar bruscamente el peso argentino antes de que el país agote sus reservas de divisas. El tipo oficial de 350 pesos argentinos por dólar está significativamente desalineado con la cotización informal del «mercado azul», de más de 1.000 pesos por dólar. Como en la anterior devaluación de agosto de 2023, la próxima, casi segura, producirá una inflación políticamente dolorosa. El nuevo repunte de la inflación, que supera el 140 %, se producirá justo cuando el gobierno de Milei más necesita capital político para aplicar su programa.
En el ámbito fiscal, Argentina se enfrenta al próximo pago de 900 millones de dólares de su deuda de 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), programado para diciembre. Sin embargo, las reservas de divisas del país, destinadas a efectuar dicho pago, se encuentran en números rojos, alcanzando un déficit de 10.000 millones de dólares.
La administración de Milei se halla en la encrucijada de utilizar los fondos disponibles, que asciende a 23, 500 millones de dólares, a través del vehículo de canje de divisas de la República Popular China (RPC), como hizo su predecesor. Una postura que contrasta con la posición declarada durante la campaña, donde afirmó con firmeza que «no haría negocios con comunistas».
Asimismo, Milei se verá presionado para controlar rápidamente el gasto federal, debido a la pérdida de ingresos por la sequía de 2022-2023, la cual acabó con una parte sustancial de las exportaciones agrícolas generadoras de ingresos del país. Los ingresos fiscales argentinos se vieron aún más mermados por una medida electoral del Gobierno saliente de Mauricio Macri para reducir los impuestos. No obstante, las radicales propuestas de Macri para recortar el Gobierno, incluyendo la eliminación de 10 de los 18 ministerios, así como el sistema de pagos por transferencia desde el Gobierno federal hasta las provincias, pondrá a prueba su habilidad para reunir a la centroderecha en torno a sus reformas. El partido La Libertad Avanza (LLA), liderado por Milei, cuenta actualmente con solo 7 de los 72 escaños en el Senado y 38 de los 257 en la Cámara de Diputados. Aunque se sumen todos los escaños de la coalición Juntos por el Cambio (JxC), que se aliados de manera discreta durante las elecciones, junto con los de otros partidos de centro y derecha, sólo se obtienen 36 de 72 votos en el Senado y 100 de los 257 en la Cámara de Diputados.
Por otro lado, partes sustanciales del peronismo, incluidos poderosos sindicatos, buscan bloquear o enfrentar a Macri desde el principio, en lugar de trabajar con él. Esto genera temores no sólo de una parálisis política en la aplicación de sus programas, sino huelgas que desestabilicen aún más la economía argentina y agraven la crisis fiscal y financiera.
En esta situación de extrema exigencia, la percepción de que la administración Milei no está logrando sortear las crisis económica, fiscal y financiera, las cuales se refuerzan mutuamente, aumentará las dudas de los inversionistas a la hora de invertir en el país y acelerará la fuga de capitales, de manera similar a la dinámica que contribuyó a la caída del gobierno de Mauricio Macri.
Estos enormes desafíos simultáneos pondrán a prueba las capacidades de coordinación, administrativas y políticas del nuevo Gobierno de Milei. El período de transición excepcionalmente corto en Argentina, con solo tres semanas desde las elecciones del 19 de noviembre hasta la toma de posesión del presidente Milei el día 10 de diciembre, del cual está tomando más de una semana para viajar a los EE. UU. y a Israel, complicarán aún más la falta de experiencia administrativa y de gobierno del presidente, así como la diversidad de su gabinete y la coalición política. Todo esto terminará por convertir los retos que enfrentará en un camino excepcionalmente difícil de recorrer.
Retos de Seguridad y Criminalidad
Las mayores posibilidades de triunfo de la Administración Milei, paradójicamente, podrían residir en un sector que ha sido poco enfocado: la seguridad pública. Argentina afronta en la actualidad desafíos significativos provenientes del narcotráfico y las dinámicas delictivas asociadas. El norte del país está en la ruta de tránsito de la cocaína de Bolivia y Perú hacia Europa. La pugna por el dominio de puntos estratégicos como Rosario ha exacerbado la violencia pública, mientas que el pago en especies por parte de las organizaciones narcotraficantes ha propiciado una adicción al crack de cocaína, conocida como Paco, en los vecindarios marginados de Buenos Aires y otras urbes. Las fuerzas de seguridad y militares de Argentina, que han padecido una financiación insuficiente durante mucho tiempo, experimentaron una presión considerable, debido a la respuesta ante el COVID-19.
A medida que se agraven las crisis económica y política del país, según el apartado anterior, la profundización de la necesidad humana contribuirá probablemente a aumentar la criminalidad, mientras que la expansión de los actos de protesta política pondrá a prueba a unas fuerzas de seguridad con escasos recursos.
Aunque es posible que el gobierno de Milei no pueda aumentar fácilmente los recursos para las fuerzas de seguridad pública argentinas, la elección de Patricia Bullrich como ministra de Seguridad Nacional, con su exitosa experiencia previa en el mismo cargo bajo el anterior gobierno de centro-derecha de Macri, crea la oportunidad de respuestas razonables y eficaces a estos desafíos de seguridad pública en un momento en que otras partes del programa de Milei están siendo más criticadas. Además, el trabajo previo de Bullrich con EE. UU. y otras naciones occidentales crea una apertura para la colaboración eficaz en el desarrollo de capacidades y la seguridad. La reunión de Milei en Washington D.C. con el asesor de Seguridad Nacional de EE. UU., Jake Sullivan, durante su primer viaje al extranjero como presidente electo, puso en relieve la cooperación en lo que respecta a la seguridad y otros temas estratégicos entre ambos gobiernos. Cabe resaltar que la próxima celebración en Argentina de la Conferencia Ministerial de Defensa de las Américas será una oportunidad importante para aprovechar la experiencia de Bullrich y mostrar a la región la nueva postura y las nuevas iniciativas de la administración Milei en el ámbito de la seguridad.
Riesgos y Oportunidades de la Política Exterior
El gobierno de Milei dispondrá de un margen más amplio para redireccionar la política exterior argentina que para reestructurar la economía nacional. Esto se debe a que, además de la aprobación legislativa de recursos, tratados y conflictos bélicos, la política exterior tiende a depender menos de la acción legislativa. El nuevo rumbo en este ámbito tendrá un impacto significativo en la dinámica regional, generando tanto oportunidades como riesgos para EE. UU.
A corto plazo, Argentina se convertirá en el país más proisraelí de la región. Esta tendencia se refleja en la decisión de Milei de visitar Israel y EE. UU. durante su breve período de transición, a pesar del creciente sentimiento antiisraelí en otras partes de la región, debido al conflicto entre Israel y Hamás. Además, es probable que adopte una postura más firme hacia Irán y su reanudación de las relaciones con la región, incluso mientras los vecinos de Argentina, como Brasil, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Cuba, fomentan y facilitan esa relación en diversos grados. También es probable que Milei adopte una postura mucho más beligerante con Rusia que su predecesor y condene la guerra que mantiene contra Ucrania.
Estas políticas, junto con la postura de Argentina en asuntos regionales, introducirán conflictos en la orientación cada vez más izquierdista y, en cierta medida, antiestadounidense de Sudamérica en los asuntos multilaterales. La ministra de Asuntos Exteriores designada, Diana Mondino, ha señalado que Argentina no se unirá a la organización ampliada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS). La postura de confrontación de Milei hacia Brasil podría generar problemas en la relación bilateral y en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Es probable que la Argentina de Milei siga criticando duramente a los regímenes autoritarios de izquierda como Venezuela, Nicaragua, Cuba y, posiblemente, Bolivia, lo cual podría crear oportunidades para que EE. UU. construya coaliciones con el fin de contrarrestar el avance de Rusia e Irán en la región, además de ejercer presión contra comportamientos antidemocráticos por parte de dichos regímenes, evocando la dinámica observada en el Grupo de Lima[51] durante la era Trump. Aunque las políticas de Milei podrían brindar un respaldo marginal a las posiciones de EE. UU. en la Organización de Estados Americanos (OEA), se anticipan dificultades para alcanzar consensos. Esta colaboración contra las administraciones autoritarias de izquierda estará, no obstante, marcada por tensiones, ya que gobiernos como los de Dina Boularte en Perú, Gabriel Boric en Chile y Daniel Noboa en Ecuador se sumarán a posturas compartidas con EE. UU. y Argentina en ciertos aspectos, pero mantendrán distancias con Milei en otros. Por otro lado, podría surgir una fuerte alianza entre Argentina y el gobierno de centroderecha de Santiago Peña en el vecino Paraguay, destino previsto del primer viaje internacional de Milei luego de asumir la presidencia.
De la misma manera, cabe la posibilidad que las nuevas posiciones de Argentina en su política exterior socaven el consenso en el seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), incluso en su apertura a la RPC, a través del foro China-CELAC.
El escepticismo de Milei hacia la RPC cambiará el tono de la relación con esta última, desencadenando disputas en torno a proyectos del sector público e instrumentos financieros. No obstante, parece poco probable que Milei termine las relaciones diplomáticas entre Argentina y la RPC, y, mucho menos, que afecte las inversiones o el comercio entre ambos países. Similar a la época en que el presidente argentino de centroderecha, Mauricio Macri, asumió inicialmente el cargo, es posible que las iniciativas de la RPC con Argentina sean objeto de mayor escrutinio adicional al comienzo de la administración Milei, lo que podría ralentizar ciertos procesos.
El radar de espacio profundo de Neuquén, situado en Argentina y operado por el Ejército Popular de Liberación (EPL) chino, junto con el radiotelescopio chino de 40 metros en construcción en la provincia de San Juan y el puerto privado chino en desarrollo en la estratégica Tierra del Fuego, podrían enfrentar diversas repercusiones. Bajo la administración de Milei, existe la posibilidad que se abandone el compromiso previo de su predecesor de utilizar el RNB (Renminbi), la moneda oficial de China, en el comercio con la RPC. Sin embargo, es probable que siga siendo necesario emplear la línea de crédito RNB para realizar swaps de divisas, contribuyendo a facilitar los pagos a corto plazo del país al FMI.
Los proyectos de litio de la RPC en Argentina podrían enfrentar un mayor escrutinio a nivel federal, aunque -en gran medida- las decisiones sobre dichos contratos se toman a nivel provincial. Debido a que la RPC tiene un interés estratégico significativo en el litio de Argentina, es probable que los mencionados proyectos continúen. Del mismo modo, cabe la posibilidad que la RPC siga comprando una parte significativa de sus productos agrícolas de Argentina, considerando la escasez de producción de fuentes alternativas, como Brasil, a causa de la sequía. No obstante, tal como ocurrió en 2010 con el aceite de soja argentino, en caso de un posible deterioro de la relación política entre la RPC y el gobierno de Milei, los principales compradores de la RPC, como China Oilseeds and Foodstuffs Corporation (COFCO), podrían encontrar razones técnicas para reducir las compras de soja argentina y presionar al gobierno de Milei.
Conclusiones
Estados Unidos tiene la valiosa oportunidad estratégica y el deber de apoyar al éxito del gobierno de Milei. El triunfo de este último es crucial no solo para Argentina, sino para demostrar la importancia de la democracia, una economía de mercado y un gobierno limitado. Además, colaborar con EE. UU. como aliado, es fundamental en una región cada vez más cortejada por los competidores estadounidenses y escéptica ante el enfoque país. Para capitalizar esta oportunidad, EE.UU. debe estar preparado para respaldar a Argentina de manera significativa y ágil, brindando asistencia económica e institucional, mediante canales bilaterales y foros multilaterales.
En el ámbito fiscal, EE.UU. debería apoyar la renegociación de la deuda con el FMI por parte del gobierno de Milei para proporcionaría al nuevo régimen un margen financiero y tranquilizaría a los inversores nerviosos para frenar la fuga de capitales. De esta manera, Milei tendría menos necesidad de recurrir a la RPC en busca de fondos, lo que aumentaría su capacidad para abordar las preocupaciones gubernamentales relacionadas con China.
En cuanto a la seguridad, EE. UU. debería estar preparado para aprovechar las oportunidades que surjan para expandir su compromiso con un socio dispuesto, abordando temas como la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero y otras iniciativas contra el crimen organizado. Esto incluiría asistencia en seguridad y el fortalecimiento de la capacidad institucional, aprovechando la colaboración con la Guardia Nacional de Georgia, socio estatal de Argentina, de manera similar a la administración Macri.
En política exterior, la Administración Biden debería buscar oportunidades para capitalizar el interés de Milei en trabajar con EE. UU. y su postura más servicial en cuestiones como Israel, Irán y Rusia, sin socavar la posición del país con otros socios regionales que puedan tener perspectivas diferentes.Respecto a la RPC, la Administración Biden, a través del Departamento de Estado, debería comprometerse con Milei para fortalecer la capacidad de las instituciones argentinas en la toma de decisiones transparentes y técnicamente competentes sobre inversiones y proyectos. También debería enfocarse en garantizar la equidad en las contrataciones públicas y el cumplimiento de leyes y reglamentos, incluso cuando las empresas beneficiarias sean de la RPC. Paralelamente, EE. UU., a través de los Departamentos de Estado y Comercio, así como la Corporación Financiera de Desarrollo, debería facilitar de manera enérgica la inversión en la economía argentina, ofreciendo alternativas de alta calidad a las inversiones de la RPC que generen un valor añadido local duradero y oportunidades. En este proceso, EE. UU. debe estar atento a evidencias de mal desempeño, corrupción y otros problemas relacionados con las actividades de la RPC en Argentina durante la administración anterior, para compartirlas con la región y fundamentar los costos y riesgos de relacionarse con China.
Finalmente, al igual que sucede con muchos socios estadounidenses, no todos los aspectos del estilo personal y las políticas del presidente Milei en temas sociales y medioambientales coincidirán con las preferencias de la Administración Biden. A pesar de estas divergencias, y manteniendo a la Administración Milei dentro de sus compromisos como una democracia según la Constitución y las leyes argentinas, EE. UU. debería seguir centrando su atención en el imperativo estratégico de ayudar a la administración de Milei a tener éxito.