Las máximas autoridades de Estados Unidos y de las naciones democráticas del Hemisferio Occidental deben estar conscientes que todos los objetivos, programas y agendas de China están enfocados en su hegemonía mundial. Es la meta que el marxismo-leninismo asigna a los líderes comunistas que llegan al poder, en naciones con capacidad para lograr ese objetivo supremo.
Xi Jinping ha demostrado ser un agudo y sagaz marxista-leninista, que subió hasta la máxima posición política de China purgando adversarios y rodeándose de funcionarios incondicionales, que cumplen sus órdenes sin cuestionamiento alguno.
La agenda de Xi está expuesta en diversos programas aprobados como “863”, enfocado en la sustracción de información tecnológica de otros países; “Antorcha” (Torch), “Hecho en China 2025” y “Plan 2049”, que aspira a que China sea en esa fecha la primera potencia económica. Más otros proyectos militares y nucleares discretos, que confirman que sus energías e intenciones son hegemónicas.
El régimen chino sabe que tiene obstáculos muy poderosos en su camino. El poderío militar y económico de Estados Unidos es el mayor de todos. Por esa razón, Xi Jinping se ha fijado como primer objetivo apropiarse de Taiwán. Dos factores sustentan esa meta: Taiwán posee la tecnología de microprocesadores más avanzada y es la 14ª economía del mundo, con una enorme reserva en divisas.
Esta tecnología sustenta la superioridad militar de Estados Unidos. Los pequeñísimos microprocesadores taiwaneses (cinco nanómetros) constituyen el “corazón” operativo de las computadoras usadas en misiles, aviones, satélites, radares, drones y en todas las armas modernas. La tecnología china llega solamente hasta los 15 nanómetros.
Apropiarse de la industria taiwanesa abriría el camino a Xi hacia la paridad militar con Estados Unidos. Le aportaría, además, enormes reservas de dinero para pagar sus crecientes gastos militares.
Taiwán es la “joya de la corona” más apreciada por Pekín en sus aspiraciones hegemónicas. Si cae, todas las naciones del sudeste asiático se convertirían en presas fáciles para China, que rápidamente colocaría a regímenes obedientes. En ese momento, sería ya un poderoso imperio.
No puede quedarse fuera la alianza chino-rusa. Y aunque la alicaída agresión militar a Ucrania ha demostrado la debilidad del armamento ruso convencional, no puede ignorarse que Moscú cuenta con un enorme arsenal nuclear y podría actuar en coordinación con China. Y, un tanto menos actual, pero real también, es la posibilidad de que los iraníes tengan a corto plazo un arma nuclear que se sumaría al dúo.
Sin dudas, Taiwán constituye un país clave para la seguridad de EEUU y de las naciones democráticas del Hemisferio Occidental.
• El artículo fue publicado originalmente por el diario El Nuevo Herald