Lo inesperado ocurrió en Honduras. Salvador Nasralla, el hombre del cual se dudaba sobre sus potencialidades masculinas, de su capacidad y fuerza para enfrentar peligros, resulta que es el único que, no le tiene miedo a Mel Zelaya, que como consta en los anales políticos, hasta ahora era el más inteligente, hábil y valiente de toda la historia. Más que Carías Andino, López Arellano, Policarpo Paz García, Rodas Alvarado, Carlos Roberto Reina, Jorge Arturo Reina, Antonio Ortez Turcios, Carlos Flores, Yani Rosenthal, Rodil Rivera Rodil, Ramón Custodio López, Ezequiel Escoto Manzano, Ramón Mata Ballesteros, Gustavo Alvarez Martínez o Luis Zelaya. Incluso, según me informan un reputado investigador de la Universidad Central de La Habana, ha iniciado una investigación para demostrar que Francisco Morazán no fue fusilado en Costa Rica, sino que murió de calenturas y dolor de costado en Chalatenango, con lo que Mel sería entonces el más valiente entre todos. Estamos atentos al historiador cubano para dar la noticia correspondiente al mundo; y para que Daniel Esponda haga las correcciones correspondientes, en los libros en donde adoctrinan a los niños hondureños.
Pero Luis Redondo ha complicado, en un error colegial, la consagración de Mel como el epitome de la valentía, la fuerza y la capacidad para enfrentar todos los peligros que, además, nunca se corre ante sus enemigos. Al negarle inicialmente el elemental derecho a Salvador Nasralla de renunciar al cargo de Designado Presidencial, indica que el “revolucionario” olanchano al fin, encontró la horma de su zapato; el hombre a quien tenerle miedo, porque aunque se ha burlado desde siempre del popular líder de la televisión, haciendo bromas sangrientas de su hombría, comparando su condición de macho con la imagen rosada del conductor televisivo, como dudoso de la hombría nacional, ahora ante el riesgo que le enfrente en las elecciones derrotándole a Rixi Moncada, ha mostrado intenciones de echarse a correr.
El miedo de Mel, ha descuadrado todas las ecuaciones políticas. Haciendo dudar al diputado Flores que cree que es el más valiente. Tenía todo listo no solo para asegurar la continuidad de la refundación de Honduras, y, además, ordenados los miembros de las 14 familias del PLR, a los que les va a confiar la titularidad del Ejecutivo hasta 2060, una vez que confirme que Harari estaba equivocado; y que Honduras, no desaparecerá del mapa. Sino que, será paradigma “revolucionario” continental.
He hablado con Javier Ucles sobre esta “desgracia”. Me dice que no hay explicación del porqué, un hombre como Mel, debe tener miedo que lo derrote Nasralla en las próximas elecciones. He repasado las teorías de Darwin, releído nuevamente a Freud, Jung, Adler y Frankel. Y, no encuentro explicaciones. Pienso sería bueno analizar su valentía estudiando a Casanova, desde un machismo de bigote, que posiblemente encubra un homosexualismo hermético que busca salir del closet. Ucles, me dirá que soy “muy imaginativo”. Me callo. Nos despedimos, comprometiéndonos a seguir estudiando el miedo que Mel le tiene a Nasralla.
A solas, he vuelto al asunto. Descubro que hemos partido de un punto equivocado. Mel no es valiente. Nunca lo ha sido. Es un atrevido, que se arriesga, confiado en su buena suerte. Como jugador nato, apuesta; y confía. Hasta ahora, desde su primera aventura de infracción legal, — Melgar lo salvó de la cólera de Irene Castro que, lo buscaba, revólver en la mano, para matarlo–, ha tenido suerte. Cuando estaba “quebrado”, incapaz de salvar las empresas que le dejara su padre, Carlos Reina y otros lo hicieron diputado; y, desde allí, no ha vuelto a trabajar. Ha vivido del erario público. Incluso, con derecho de jubilación. Cuando fue presidente, tuvo miedo que Carlos Flores lo denunciara; y, lo encarcelara por algunas liberalidades en el manejo del FHIS. Pero pactó con el: y, ahora, son “cheros”, inseparables.
Nasralla es el único que lo ve de frente, no baja lo ojos; y, lo reta que tendrá que pasar “sobre su cadáver, antes que pueda destruir la democracia hondureña”. Como cobarde reciente, sabe que Nasralla, no le teme; y, más bien, cada vez que le hace burlas, tiene más fuerza. Sabe que se equivocó con Redondo; y que, en vez de bien, este le ha hecho daño. Porque, Nasralla, además, de no tenerle miedo, victimado por sus torpezas, logrará el respaldo general del electorado. Y, sabe que, si pierde, será el final de su vida política, carajo.