Tres años de relaciones de Honduras con China

Por Juan Ramón Martínez, académico hondureño

Xiomara Castro y Xi Jinping, presidentes de Honduras y China.

Una vez llegada a la titularidad del Poder Ejecutivo Xiomara Castro, la embajada de Taiwán le hizo llegar el donativo regular que el Gobierno de la Isla Hermosa entregaba al presidente de la república como señal de buena voluntad. Posteriormente, la embajadora de Taiwán en Tegucigalpa le visitó e intercambiaron los mejores deseos por la continuidad de las relaciones entre las dos naciones. Aunque había rumores y discretas sospechas de que pudiera darse el rompimiento de relaciones diplomáticas, en la embajada de Taiwán privaba la tranquilidad.

La embajadora estaba confiada y optimista. Por ello es que la ruptura, abierta, violenta y sin avisos descuadró y desmoralizó a la embajadora y su equipo, ya que fueron tomados por sorpresa. Posiblemente porque ni siquiera la misma presidenta Castro sabía que ya se había tomado la decisión. Y no se la habían comunicado.

Es que la ruptura con Taiwán fue una de carácter ideológico, sin meditación y, por supuesto, con poca consideración de los efectos que sufriría el país en los planos comerciales y de asistencia técnica. La decisión de iniciar relaciones diplomáticas con China fue también el fruto de un análisis simplista, afectado por elementos ideológicos, con prescindencia de cualquier variable socioeconómica.

Ahora no conocemos ninguna evaluación de la medida, excepto algunos juicios ideológicos, cargados de lisonjas mutuas. Tampoco hay un análisis de los efectos negativos que recibió Honduras con la ruptura de relaciones diplomáticas con Taiwán. Los productores de camarón en el sur se quejan de los precios y la escasa apertura de los nuevos compradores de China. Por supuesto, como lo sabemos, Taiwán daba a los productores hondureños un tratamiento diferenciado, de modo que los precios eran atractivos y especiales, cosa que China no acostumbra en sus relaciones con sus amigos, a los que trata como socios, y poco mezcla sus negocios con política e ideología.

La balanza comercial de China con Honduras es deficitaria para nuestro país. China es un gigante que produce productos baratos y que vende en todo el mundo. Honduras es un pequeño mercado que, además, tiene muy poco que ofrecer a la demanda de la primera potencia asiática. Además, todos los productos hondureños exportables son de carácter agrícola y, para efectos de competencia, el mercado chino es muy complejo. Además, los consumidores orientales encuentran los mismos productos en los países cercanos: Vietnam ofrece café; Tailandia, camarón; Malasia, palma, y Filipinas, tilapia y bananos. De modo que nuestra oferta comercial es muy poco competitiva. Incluso, nuestra cercanía a los Estados Unidos no fue aprovechada por los empresarios chinos, ya que ellos recelaron que Estados Unidos no aceptaría la triangulación de productos, pues afectaría sus intereses.

La conclusión tres años después es que la ruptura con Taiwán y la apertura de relaciones con China fueron dos decisiones ideológicas, emotivas, poco pensadas y que no se consideraron las variables económicas que son fundamentales en estos casos. Y por supuesto que su manejo estuvo en manos de muy malos negociadores. Fue muy ingenuo creer que para China éramos tan importantes como lo fuimos para Taiwán. Estos nos necesitaban; China no. Incluso, los negociadores nuestros no tomaron en consideración las experiencias de Panamá, Nicaragua, Costa Rica y El Salvador. Estas dos últimas naciones le pusieron un precio – al margen de lo ideológico – a la ruptura y cambio de aliado. En el caso de Costa Rica, un estadio deportivo, y en el de El Salvador, una biblioteca.

No tenemos “fama” de buenos negociadores, nos enamoramos del “otro” en forma desmesurada o nos creemos que somos la “divina comedia”. Por ello a tres años de los hechos concluimos que hicimos dos soberanas estupideces.

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