Por Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos
Cuando Donald Trump obtuvo su arrolladora victoria en noviembre, recibió el mandato de poner a Estados Unidos primero, “America First”. En el ámbito de la diplomacia, esto significa prestar más atención a nuestro propio vecindario: el Hemisferio Occidental.
No es casualidad que mi primer viaje al extranjero como Secretario de Estado, a América Central el viernes, me mantenga dentro del Hemisferio Occidental. Esto es poco frecuente entre los secretarios de Estado del último siglo. Por muchas razones, algunas justificables, la política exterior estadounidense se ha centrado durante mucho tiempo en otras regiones y ha pasado por alto la nuestra. Como resultado, hemos dejado que los problemas se agraven, hemos perdido oportunidades y descuidado a nuestros socios. Eso se acaba ahora.
La agenda de política exterior del presidente Trump empieza cerca de nuestro país. Una de sus principales prioridades es asegurar nuestras fronteras y revertir la desastrosa invasión promovida por la anterior Administración. El papel de la diplomacia en este esfuerzo es fundamental. Tenemos que trabajar con los países de origen para detener y disuadir nuevos flujos migratorios, y que acepten el retorno de sus ciudadanos presentes ilegalmente en Estados Unidos.
Algunos países cooperan con nosotros con entusiasmo, otros no tanto. Los primeros serán recompensados. En cuanto a los segundos, el presidente Trump ya ha demostrado que está más que dispuesto a utilizar la considerable influencia de Estados Unidos para proteger nuestros intereses. Si no que se lo pregunten al presidente Petro de Colombia.
Pero incluso cuando las circunstancias exigen dureza, la visión del Presidente para el Hemisferio Occidental sigue siendo positiva. Vemos una región próspera y llena de oportunidades. Podemos fortalecer los lazos comerciales, crear asociaciones para controlar la migración y mejorar la seguridad de nuestro hemisferio.
El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Panamá y la República Dominicana, países que visitaré en este viaje, pueden beneficiarse enormemente de una mayor cooperación con Estados Unidos. Estas naciones fueron desatendidas por administraciones anteriores que dieron prioridad a lo global sobre lo local y aplicaron políticas que aceleraron el desarrollo económico de China, a menudo a expensas de nuestros vecinos.
Podemos revertir esta situación. Covid puso de manifiesto la fragilidad de la dependencia estadounidense de cadenas de suministro lejanas. La reubicación de nuestras cadenas de suministro críticas al Hemisferio Occidental despejaría el camino para el crecimiento económico de nuestros vecinos y salvaguardaría la propia seguridad económica de los estadounidenses.
Unas relaciones más estrechas con Estados Unidos generan más empleos y un mayor crecimiento en estos países. Esto reduce los incentivos para la emigración de estos países, al tiempo que proporciona a los gobiernos más ingresos para luchar contra la delincuencia e invertir en su país. A medida que nuestros socios regionales se fortalecen, pueden resistir más fácilmente a países como China, que prometen mucho pero cumplen poco.
La migración masiva ha desestabilizado toda nuestra región. Los cárteles de la droga, ahora correctamente categorizados, gracias al presidente Trump, como organizaciones terroristas extranjeras, se están apoderando de nuestras comunidades, sembrando la violencia y envenenando a nuestras familias con fentanilo. Los regímenes ilegítimos de Cuba, Nicaragua y Venezuela están amplificando intencionadamente el caos. Mientras tanto, el Partido Comunista Chino utiliza su influencia diplomática y económica, como en el Canal de Panamá, para oponerse a Estados Unidos y convertir a países soberanos en Estados vasallos.
Confío en que los países que pronto visitaré sean socios dispuestos. Al igual que el presidente Trump, sus líderes son pragmáticos que dan prioridad a sus ciudadanos. Y porque son pragmáticos, también saben que se gana mucho más trabajando con Estados Unidos que no haciéndolo.
Se trata de un enfoque de política exterior basado en intereses comunes concretos, no en vagos tópicos o ideologías utópicas. Es representativo del enfoque que el Departamento de Estado adoptará en todas sus relaciones internacionales. A partir de ahora, tenderemos la mano a todas las naciones de buena voluntad, con seguridad en la expectativa de que reconozcan lo que podemos hacer juntos.
Afortunadamente, el Hemisferio Occidental alberga más intereses congruentes que conflictivos. Hacer a Estados Unidos grande de nuevo también significa ayudar a nuestros vecinos a alcanzar la grandeza por sí mismos. Después de todo, las mismas amenazas que el presidente Trump fue elegido para detener son amenazas también para las naciones de nuestro hemisferio.
Compartimos un hogar común. Cuanto más seguro, fuerte y próspero sea ese hogar, más se beneficiarán todas nuestras naciones. Juntos, hay pocos límites a lo que podemos lograr.