El presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo retieró el martes su pedido de que la fiscal general Consuelo Porras se retire de su cargo y permita que las instituciones sigan adelante
“Es necesario que Consuelo Porras deje su lugar a alguien que permita que las instituciones avancen”, afirmó Arévalo en declaraciones a periodistas durante la supervisión de una obra de carreteras.
La fiscal Porras ha sido catalogada como “actor corrupta y antidemocrática” por Estados Unidos y la Unión Europea luego de lanzar una ofensiva judicial en plena campaña electoral para impedir que Arévalo asumiera el poder en enero pasado.
Porras también ha dirigido la persecución del partido de Arévalo, el Movimiento Semilla y contra magistrados del Tribunal Supremo Electoral, por el contrario, la fiscal es señalada de no investigar ni procesar un gran número de casos de corrupción del expresidente Alejandro Giammattei, así como varios exfuncionarios de gobiernos anteriores.
“Vemos un Ministerio Público que sigue empeñado en acosar y en hostigar a las autoridades legítimamente electas, intentó hacerlo a lo largo de todo el proceso electoral, no lo han logrado y en este momento continúan en esta situación”, sostuvo Arévalo.
“Es por eso consideramos que es necesario que la señora Consuelo Porras deje su lugar para poner a alguien que se dedique no a obstaculizar el funcionamiento del Gobierno, sino que permita que las instituciones salgan adelante”, agregó el mandatario.
El pacto de corruptos
Precisamente Arévalo participó más tarde de manera virtual en la Conferencia Internacional Anticorrupción que se celebra en Vilna, Lituania.
Arévalo afirmó que el movimiento político y social que encabezó en las pasadas elecciones impidió que Guatemala resultara en un Estado corrupto dominado por la cleptocracia (modelo de enriquecimiento a costa de los bienes públicos).
“Guatemala se ahogaba en la desesperanza, con un sistema que parecía inquebrantable y en el que la justicia era un sueño lejano para los ciudadanos, al parecer resignados a una vida de incertidumbre y miedo bajo el flagelo de la corrupción y sus desastrosos efectos en la seguridad y el desarrollo”, dijo Arévalo.
“Un frente cleptocrático denominado ‘pacto de corruptos’ surgió como una reacción autoritaria que unía a actores políticos y económicos implicados en diferentes tramas de corrupción”, explicó.