La Iglesia de Nicaragua confía en que el diálogo ayude a resolver los problemas del país como ya lo hizo en el pasado, aseguró el cardenal Leopoldo Brenes, luego de que el papa Francisco criticara duramente la dictadura de Daniel Ortega.
“Yo pienso que es muy difícil decir cuándo comienza el diálogo, cuándo termina. Yo siempre pienso que el diálogo y el trabajo que tenemos que hacer es como esa gotita de agua: la gota de agua, yo siempre digo, no rompe la piedra por la fuerza, sino por la constancia”, dijo el cardenal Brenes, arzobispo de Managua.
“Nosotros en Nicaragua hemos tenido situaciones muy difíciles en los años 80 y nadie pensaba que podíamos solucionarlo”, indicó tras la celebración del vía crucis en los predios de la Catedral de Managua.
En la década de 1980, el diálogo ayudó a terminar el conflicto armado que enfrentó al entonces gobierno izquierdista del Frente Sandinista con los rebeldes derechistas de la “contra” que patrocinó Estados Unidos.
Las declaraciones del cardenal nicaragüense ocurren el mismo día en que el papa Francisco arremetió duramente en una entrevista a un medio digital argentino contra el gobierno que en Nicaragua encabeza el presidente sandinista Ortega, al que calificó de “dictadura grosera”.
“Él manifestaba los sentimientos de dolor, de tristeza que pueden producirse en situaciones que pueden ir dándose en los países, pero siempre es el mensajero de la paz, mensajero de la reconciliación”, añadió.
“Y sobre todo como ya nos decía la vez pasada, tenemos que seguir dialogando. Él dice el diálogo nunca hay que cortarlo porque solamente a través del dialogo se solucionan los problemas”, sostuvo.
La dictadura de Ortega impulsa una serie de acciones contra opositores a los que acusa de intentar un golpe de Estado en 2018, cuando se produjo una crisis social y política con multitudinarias manifestaciones y choques entre contrarios al régimen y oficialistas que dejó decenas de víctimas y centenares de detenidos.
Desde 2021, el gobierno promovió el endurecimiento de las leyes para castigar el financiamiento externo a los opositores y detuvo a más de 200 líderes políticos, empresarios y religiosos, entre ellos el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.
En febrero, el gobierno excarceló y expulsó a Estados Unidos a 220 opositores, a quienes despojó de su nacionalidad. El obispo se negó a viajar en el grupo de excarcelados y un tribunal lo condenó a 26 años de prisión por menoscabo a la integridad nacional y otros cargos.