En los últimos años, el acercamiento de Pekín a Centroamérica ha estado marcado por una estrategia diplomática centrada en la exclusión de Taiwán. Esta política ha convertido a la región en un campo de batalla para la República Popular China que busca ampliar su influencia.
A medida que Pekín ha establecido redes de contactos con las élites locales, principalmente entre políticos que son ideológicamente afines, la región ha tenido que enfrentar la dura realidad de que el esperado crecimiento económico, asociado a esta relación, no se ha materializado como se anticipaba.
El informe “China en Centroamérica: entre la presión diplomática y la seducción económica”, del politólogo Carlos Eduardo Piña, venezolano, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hace un análisis sobre las relaciones del gigante asiático con la región y sus gobiernos, pasando por la estrategia de borrar del mapa a Taiwán, al que considera una provincia rebelde (a diferencia de China, es una nación democrática, de avanzada y con una visión social colaborativa) y en franco desafío a su rival Estados Unidos.
Según este, la dinámica entre China y Centroamérica es un fenómeno que ha cobrado relevancia en el estudio de la política exterior china en el siglo XXI.
En este contexto, Pekín ha empleado un enfoque multifacético para aislar al gobierno taiwanés, al mismo tiempo que se sitúa en una ubicación estratégica desde la cual puede desafiar a Estados Unidos, su principal socio comercial y competidor global.
Esta situación ha dejado a los países centroamericanos en una encrucijada, oscilando entre la esperanza de prosperidad y la dura realidad de un contexto económico que no favorece el desarrollo esperado.
Los lazos económicos entre China y Centroamérica han revelado una lección fundamental: la región aún no cuenta con las condiciones necesarias para generar una sinergia positiva que maximice los beneficios de esta relación.
La promesa de prosperidad se ha visto empañada por desafíos estructurales y económicos que han dificultado el progreso. Así, el futuro cercano se perfila como un escenario de competencia entre las dos mayores economías del mundo, que buscarán afianzar su influencia en una región rica en diversidad y potencial estratégico.
Las implicaciones de la presencia de China en Centroamérica
En las últimas dos décadas, las relaciones entre la República Popular China (RPCh) y los países de Centroamérica han evolucionado significativamente, marcando un nuevo capítulo en la geopolítica regional.
A través de un enfoque que podría describirse como “diplomacia del desarrollo”, Pekín ha ofrecido inversiones masivas en infraestructura y donaciones a gobiernos, superando la antigua práctica de sobornos directos a líderes locales.
Desde el año 2000, estas inversiones han sumado más de $1,000 millones de dólares en proyectos que abarcan desde carreteras hasta sistemas de vigilancia, lo que ha fortalecido su presencia en el área.
Sin embargo, esta relación no ha resultado en un crecimiento económico significativo para Centroamérica. A pesar de un aumento en las exportaciones chinas a la región, las exportaciones centroamericanas hacia China enfrentan obstáculos.
Esto ha generado un fenómeno de asimetría en la relación, donde la influencia económica de Pekín se expande sin un beneficio recíproco claro para los países centroamericanos.
El éxito de China en desplazar a Taiwán de la mayoría de los reconocimientos diplomáticos en la región —con solo Guatemala y Belice aún entre sus aliados— ha proporcionado a Pekín una ventaja estratégica significativa en el istmo.
La influencia china ha creado un nuevo competidor en Centroamérica, desafiando no solo a Taiwán, sino también a Estados Unidos, que ve esta incursión como una amenaza a su seguridad nacional.
La confrontación chino-estadounidense en Centroamérica está cobrando relevancia, especialmente en un contexto en el que Washington se ve obligado a repensar su enfoque.
Mientras que Estados Unidos tradicionalmente ha promovido la democracia liberal como su principal exportación ideológica, la República Popular China ha demostrado que puede cooperar con naciones latinoamericanas sin imponer “sus valores democráticos”. El análisis de Piña sostiene que esto plantea un dilema para Estados Unidos: para mantener su influencia, no sólo debe abogar por la democracia, sino también ofrecer alternativas viables de desarrollo económico.
El informe plantea, además, que debe esperarse mayor competencia entre estas dos potencias económicas se intensifique su interés en Centroamérica.
La región, rica en valor estratégico más que en recursos naturales, se convertirá en un campo de batalla crucial donde se disputarán no solo la influencia económica, sino también la narrativa política y cultural, sostiene Piña.
La presencia de China en Centroamérica, según su análisis, está redefiniendo las relaciones internacionales en la región, poniendo de relieve la complejidad de un entorno geopolítico donde el desarrollo económico y la influencia política están cada vez más entrelazados.
El futuro cercano revelará si la región podrá equilibrar sus vínculos con estas potencias o si se verá atrapada en una rivalidad que podría afectar su desarrollo y estabilidad.
Su estrategia y sus desafíos
Desde principios de la década de 2000, China ha manifestado un creciente interés en Centroamérica, buscando principalmente dos objetivos: debilitar la coalición diplomática de Taiwán y y competir con Estados Unidos en su vecindario.