Costa Rica se abstiene en votación sobre Ucrania y desata críticas: “Así hasta Ortega vuelve a invadir”

La tormenta de señalamientos contra el gobierno de Rodrigo Chaves se desató. Términos como “vergonzoso” y “atentar contra la historia” fueron algunos de los expresados por políticos.

La administración de Rodrigo Chaves enfrenta una ola de críticas tras la abstención de Costa Rica en la votación de una resolución de la ONU que condena la invasión de Rusia a Ucrania y exige el retiro de las tropas rusas del territorio ucraniano.

La postura del Gobierno ha generado cuestionamientos de exmandatarios, diplomáticos y sectores políticos, que ven en esta decisión un giro sin precedentes en la política exterior costarricense.  

La resolución, presentada por Ucrania y sus aliados europeos, reafirma el compromiso con la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania. Obtuvo 93 votos a favor, 18 en contra—incluidos Estados Unidos y Rusia—y 65 abstenciones, entre ellas la de Costa Rica.  

El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, así como la embajadora costarricense ante la ONU, Maritza Chan Valverde, evitaron pronunciarse sobre las razones detrás de la abstención.  

Chinchilla: “Así hasta Ortega vuelve a invadir Costa Rica”

Una de las voces más críticas fue la de la expresidenta Laura Chinchilla (2010-2014), quien reprochó la decisión del Ejecutivo y alertó sobre sus posibles consecuencias para la seguridad nacional.  

“Negar los hechos y el derecho internacional. Así hasta Ortega vuelve a invadir Costa Rica”, escribió en su cuenta de X, en referencia a los conflictos limítrofes que el país ha tenido con Nicaragua.  

Por su parte, el expresidente Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002) lamentó la decisión y afirmó que la abstención rompe con la tradición diplomática de Costa Rica.  

“Me duele profundamente que Costa Rica se abstenga de defender el principio de la integridad territorial de Ucrania. Eso es contrario a nuestro interés nacional como nación desarmada y quiebra con una política exterior ininterrumpida de defensa de la no agresión y el respeto a la integridad territorial de las naciones”, expresó Rodríguez.  

Leonardo Garnier, exministro de Educación y exasesor del Gobierno, también arremetió contra la postura oficial: “¡Qué vergüenza! Por primera vez, Costa Rica se abstuvo en lugar de condenar la invasión”, señaló en redes sociales.  

Un giro inesperado en la diplomacia costarricense  

La decisión de abstenerse resulta aún más llamativa dado que en octubre pasado el propio Chaves recibió la condecoración Orden del Príncipe Yaroslav el Sabio de I Grado, otorgada por Ucrania en reconocimiento al respaldo de Costa Rica a la soberanía de ese país.  

En ese momento, Chaves agradeció el reconocimiento y destacó el compromiso de Costa Rica con la autodeterminación de los pueblos. 

Sin embargo, apenas tres meses después, su Gobierno optó por no apoyar la resolución de la ONU.  

Para sectores políticos y analistas, esta abstención pone a Costa Rica en una posición ambigua y favorece indirectamente a los intereses de Rusia. 

Además, consideran que el alineamiento con Estados Unidos en esta votación es una señal de apoyo implícito a la postura del expresidente Donald Trump, quien ha expresado reservas sobre el respaldo militar a Ucrania.  

Silencio oficial y preguntas sin respuesta  

Hasta el momento, ni la Cancillería ni el Gobierno han emitido una justificación clara sobre la decisión de abstenerse. 

La embajadora Maritza Chan Valverde, contactada por medios nacionales desde Nueva York, evitó responder preguntas al respecto.  

La falta de explicaciones ha alimentado especulaciones sobre un posible viraje en la política exterior costarricense, tradicionalmente alineada con la defensa del derecho internacional y el respeto a la soberanía de las naciones.  

Para los críticos, la postura de Chaves no solo debilita la credibilidad del país en la comunidad internacional, sino que también envía un mensaje preocupante en la región. Como advirtió Chinchilla, esta decisión podría ser interpretada como un debilitamiento de la firmeza costarricense ante eventuales amenazas externas, incluyendo la disputa histórica con el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.

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