En un contexto de creciente aislamiento y rechazo internacional, la dictadura nicaragüense ha presentado al controvertido diplomático Denis Rolando Moncada Colindres como candidato para ocupar la Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).
Esta propuesta se da tras una serie de derrotas diplomáticas, en las que tres intentos previos de colocar a representantes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en cargos estratégicos fueron rechazados por la comunidad regional.
Sin embargo, el régimen sigue adelante, decidido a consolidar una influencia regional, presentando a Moncada como su carta para un puesto clave en la integración centroamericana, una movida que ha desatado fuertes críticas y cuestionamientos sobre las intenciones del régimen.
El rostro de la diplomacia radical de Ortega
Denis Rolando Moncada Colindres es abogado y militar retirado, reconocido por su inquebrantable lealtad y defensa del dictador Daniel Ortega. Su primera actuación pública fue en los años 90, cuando como fiscal militar del Ejército Sandinista, absolvió al hoy fallecido general Humberto Ortega Saavedra del juicio por el homicidio del adolescente Jean Paul Genie, asesinado en 1990 por los escoltas del jefe del ejército.
A lo largo de su carrera, Moncada ha desempeñado un papel esencial en la defensa ideológica del régimen sandinista, convirtiéndose en uno de sus más cercanos aliados y voceros en el ámbito internacional.
Durante su gestión como Ministro de Relaciones Exteriores desde 2017 hasta septiembre de 2024, Moncada se distinguió como el ideólogo de la teoría de la “conspiración golpista”, una narrativa que el régimen utiliza como pilar fundamental para justificar la represión violenta de las protestas de 2018, que marcaron un antes y un después en Nicaragua.
Según Moncada, estas protestas representaban un “fallido intento de golpe de Estado”, patrocinado por fuerzas externas con el propósito de desestabilizar el país y poner en peligro la soberanía nacional.
Esta tesis ha servido como sustento para que el régimen justifique las atrocidades, violaciones masivas de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad cometidos desde entonces y documentados ampliamente por los organismos de derechos humanos.
Moncada, de 75 años, ha sabido encarnar este discurso con notable habilidad diplomática y retórica, ganándose la reputación de un intransigente estratega en foros internacionales.
Apodado por la prensa y analistas como el “filibustero” de la diplomacia nicaragüense, su estilo ha sido descrito como un arma de desgaste, buscando dilatar discusiones y evadir acuerdos que puedan perjudicar la narrativa oficial del régimen.
En la Organización de los Estados Americanos (OEA) y otros foros multilaterales, Moncada ha protagonizado acaloradas defensas del régimen, reiterando la idea de que Nicaragua es víctima de una campaña de “desinformación y agresión imperialista” orquestada desde el exterior.
Una apuesta polémica y los desafíos del SICA
La candidatura de Moncada a la Secretaría General del SICA se interpreta como una tentativa desesperada del régimen Ortega-Murillo para consolidar su influencia regional en un momento en que Nicaragua enfrenta sanciones y condenas de organismos internacionales por sus violaciones a los derechos humanos.
De ser electo, especialistas en relaciones internacionales han alertado que Moncada podría utilizar el SICA como una plataforma de influencia para los regímenes de China, Rusia, Corea del Norte e Irán en Centroamérica.
Sin embargo, varios analistas advierten que esta nominación podría poner en riesgo la misión del SICA de promover la integración y cooperación en la región, transformándolo en un instrumento de propaganda política y alineación internacional de alto riesgo.
La insistencia de Nicaragua en ocupar el SICA, incluso ante el rechazo diplomático previo, despierta suspicacias y sospecha en medio de la creciente presión internacional contra Rusia por la guerra de Ucrania y el papel de Irán y China apoyando a Hezbolá y Putín.
La postulación de Moncada no solo representa un desafío para el SICA, sino que plantea serios dilemas éticos para los países miembros, quienes a juicio del ex embajador de Nicaragua ante la OEA, Arturo McFields, deberán considerar si aceptar a un representante del régimen nicaragüense, señalado de graves crímenes y violaciones de derechos humanos, en un puesto de liderazgo regional.
El hombre detrás de la teoría del golpe
Para Nicaragua, Moncada no es solo un diplomático; es un ideólogo que ha sabido estructurar y sostener la narrativa de un “golpe fallido”, la cual le ha servido a Ortega como cortina de humo para aplicar una serie de políticas represivas.
Desde la justificación de detenciones arbitrarias, hasta la prohibición de organizaciones de la sociedad civil, el discurso de Moncada ha proporcionado el marco ideológico para que el régimen continúe su escalada represiva.
La figura de Moncada, según analistas, representa un puente entre la doctrina sandinista de los años ochenta y el régimen actual, que ha mantenido una línea férrea de control estatal y persecución a la disidencia.
A pesar de su avanzada edad, Moncada sigue siendo una pieza clave en el engranaje del régimen.
Su lealtad incondicional y su habilidad para defender los intereses del gobierno de Ortega en foros internacionales lo convierten en una opción atractiva para los planes de expansión del régimen en la arena regional.
Sin embargo, su historial y el rol que ha jugado en la construcción de la narrativa represiva han hecho que su candidatura para el SICA genere dudas y rechazo entre defensores de derechos humanos y gobiernos que abogan por una Centroamérica democrática y respetuosa de los derechos humanos.