Dictador de Nicaragua sigue culpando a EEUU de las guerras en Ucrania e Israel

Daniel Ortega recurrió nuevamente a su diatriba y recriminó “al imperio” por las guerras actuales.

El dictador nicaragüense, Daniel Ortega, reapareció en una transmisión nacional en canales oficialistas conmemorando el 47º aniversario del fallecimiento del radical guerrillero Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y aprovechó la ocasión para lanzar acusaciones contra Estados Unidos, responsabilizándolo por los conflictos armados en la franja de Gaza y etiquetando a los miembros de Hamás como “guerrilleros”

En un discurso que evocó las tensiones geopolíticas globales, Ortega describió la situación actual como una “batalla de vida o muerte” entre naciones que buscan la paz y “los imperios” en un contexto de guerra.

Según el dictador, este escenario bélico ha sido instigado por Estados Unidos en un momento de “debilidad imperialista” y el surgimiento de “nuevas potencias” como China y Rusia.

Disparates del dictador

El gobernante nicaragüense vinculó la guerra en Gaza con un “plan articulado” originado en Ucrania y acusó a las naciones que proporcionan armamento a Kiev de ser “cómplices de crímenes”.

En este complejo marco, reducido por el dictador a “planes de Estados Unidos”, Ortega presentó la confrontación de Rusia contra Ucrania como una guerra indirecta contra potencias occidentales, incluyendo a Estados Unidos y países europeos.

Con un tono contradictorio respecto a su retórica pacifista, Ortega sugiere que la intervención de Estados Unidos en Gaza permitió un avance de Hamás como “maniobra distractiva” ante los desafíos en Ucrania.

Alineado con países violadores de derechos humanos

El viejo dictador, cuestionando la capacidad defensiva de Israel, insinuó que el movimiento de Hamás dentro de las fronteras israelíes fue parte de un “tenebroso plan” imperialista.

El contexto nicaragüense subyace en el trillado discurso antiimperialista, donde Ortega ensalza la soberanía nacional como “garantía de paz”, en contraste con su historial de represión hacia la oposición civil mediante tácticas que han sido calificadas por críticos como métodos de guerra y crímenes de lesa humanidad. 

Este discurso se produce en momentos en que Nicaragua enfrenta sanciones internacionales y críticas por su historial de violaciones de derechos humanos y la limitación a la libertad de expresión, a la vez que la dictadura toma bando con regímenes globales autoritarios como Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Irán, Rusia y China.

Este acontecimiento refleja la complejidad de la política interna de Nicaragua, donde Ortega, a pesar de su discurso sobre la paz, ha sido acusado de reprimir voces disidentes y opositores con mano dura, lo que muchos consideran una contradicción palpable con sus declaraciones públicas en las que pide paz, pero por otro lado, apoya la guerra cuando es generada por países invasores, como Rusia contra Ucrania.

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