Daniel Ortega, el dictador de Nicaragua, protagonizó este sábado una aparición sorpresiva en Caracas para asistir a la XXIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), evento que conmemora sus 20 años de existencia como espacio de regímenes izquierdistas.
El arribo de Ortega al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía no pasó desapercibido. Vestía una chaqueta considerablemente holgada que delataba el uso de un chaleco antibalas y caminaba lentamente, con un marcado balanceo del brazo derecho, mientras el izquierdo permanecía casi inmóvil. Fue recibido por el canciller venezolano, Yván Gil, en medio de un despliegue que subrayó una fuerte preocupación por su seguridad personal.
En unas breves declaraciones, Ortega insistió en su respaldo a lo que describió como “la lucha contra el imperialismo” y resaltó el rol del ALBA-TCP como símbolo de la “unidad de los pueblos”. Su participación estuvo restringida a apariciones planeadas, lo que ha avivado interrogantes sobre su estado de salud y su confianza en escenarios internacionales.
La cumbre, que reúne a representantes de países como Cuba, Bolivia, Dominica y San Vicente y las Granadinas, ha sido promovida por el régimen anfitrión como una muestra de la “solidez de la integración regional”.
Nicolás Maduro, el dictador venezolano, aprovechó la ocasión para enaltecer los presuntos avances de la alianza en “la defensa de la soberanía y dignidad” de América Latina.
Pese a ello, imágenes divulgadas por medios oficiales revelaron a un Ortega discreto, evitando el protagonismo y delegando los discursos más extensos a otros dirigentes del bloque. Críticos y analistas han señalado que la grave situación de derechos humanos en Nicaragua y Venezuela contrasta con las declaraciones de “justicia social” que los regímenes participantes suelen proclamar en estos espacios.
En los últimos años, Ortega ha limitado su presencia en foros internacionales, marcada por su creciente aislamiento debido a sanciones y condenas de organismos internacionales y gobiernos occidentales en respuesta a la represión masiva y violación de derechos humanos en Nicaragua.
El impacto de su asistencia a esta cumbre aún es incierto. Queda por ver si Ortega logrará alguna incidencia en las decisiones del bloque o si su participación será percibida simplemente como una reafirmación de sus alianzas políticas en medio de su desgaste interno y externo.
Moncada aboga por la cooperación regional
En una reunión previa a la cumbre, Denis Moncada, excanciller y asesor presidencial nicaragüense, instó a los países miembros del ALBA-TCP a intensificar los esfuerzos para combatir la pobreza y promover el desarrollo humano como estrategias para reducir la desigualdad.
Moncada destacó lo que consideró “avances tangibles” logrados en Nicaragua en sectores como educación, salud, infraestructura, electrificación y seguridad alimentaria. Según el funcionario, estos resultados reflejan el trabajo y la determinación del pueblo nicaragüense.
El asesor también condenó las sanciones impuestas por Estados Unidos contra funcionarios e instituciones violadoras de derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua, calificándolas como “ilegales e injustas” y asegurando que vulneran directamente a las poblaciones de los países afectados.
Finalmente, Moncada reafirmó el compromiso del régimen de Ortega con la cooperación regional, con el objetivo de construir, según sus palabras, “un futuro basado en la paz, la justicia y la solidaridad” entre las naciones integrantes del ALBA-TCP.