En una arremetida ideológica, Daniel Ortega y Rosario Murillo, los dictadores de Nicaragua, salieron en defensa del fraude electoral perpetrado por Nicolás Maduro en Venezuela.
Durante la conmemoración del 45 aniversario de la Fuerza Aérea del Ejército sandinista, Ortega atacó a la “ultraderecha” que, según él, intenta socavar la “legitimidad” de las elecciones venezolanas.
Ortega, cuyo régimen es acusado de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, represión brutal y fraudes electorales, afirmó que a pesar del “claro triunfo” de Maduro, la oposición ha promovido disturbios y violencia para “desacreditar los resultados”.
🇳🇮El guarango de Nicaragua, Daniel Ortega en estos momentos ataca a Costa Rica. pic.twitter.com/fdaYFCAzhs
— Alex Arana (@alexaranaNi) July 31, 2024
“La violencia desatada y las maniobras de desestabilización reflejan una estrategia premeditada para cuestionar el proceso electoral y desviar la atención de una victoria claramente establecida”, declaró Ortega, en uno de sus extensos, insultantes y titubeantes discursos de odio.
El dictador nicaragüense aprovechó para idolatrar al difunto dictador Hugo Chávez, presentándolo como un “hermano” cuya generosidad alcanzaba “incluso a los pobres” de Estados Unidos, omitiendo convenientemente el legado de corrupción y miseria dejado por su régimen en Venezuela.
“Ese día 28 se realizaron las elecciones en Venezuela, una elección más de las tantas elecciones que ha habido en Venezuela y que desde Chávez se fueron ganando todas las elecciones”, dijo Ortega, ignorando los innumerables informes de fraude y manipulación que han marcado cada elección venezolana desde entonces.
Ortega continuó su diatriba, recordando cómo los “golpistas” intentaron derrocar a Chávez en 2002, ignorando el hecho de que Chávez se había convertido en un autócrata que sistemáticamente destruía las instituciones democráticas venezolanas.
“Ganó Chávez esas elecciones, yo estuve en el Parlamento Venezolano cuando él se juramentó y luego marchamos por las calles del Parlamento hasta el área de la Presidencia”, recordó nostálgico, como si estuviera narrando un episodio heroico en lugar de una tragedia política.
El discurso de Ortega, plagado de acusaciones, culminó con la afirmación de que los resultados electorales de Venezuela, que dieron a Maduro un 51% de los votos, eran irreversibles.
“Se empiezan a dar datos cuando van 8% de los votos, luego 15% de los votos, bueno cada quien tiene su forma de administrar las elecciones y ahí con el 80% de los votos dan el resultado donde el Presidente Nicolás Maduro gana las elecciones con el 51 % de los votos, cuando ya el conteo está en el 80 % de los votos, por lo tanto, es irreversible”, dijo.
Según el dictador, atornillado al poder desde 2007 por la fuerza y los fraudes electorales, la oposición “empieza” a desarrollar “un plan golpista”.
“Y ahí empezó a desarrollarse el plan con mayor furia, el plan que venían ejecutando antes de las elecciones los golpistas, los terroristas y el día 29 de julio vimos al otro candidato que realmente era el títere de la ultraderecha declarándose que él era el presidente”, despotricó con odio el tirano.
De acuerdo al dictador, los llamados a transparentar los datos al poder electoral, son actos de injerencia porque “quién los había nombrado jueces electorales para decidir qué elección es correcta y qué elección no es correcta”, agregó.
En esas críticas, el tirano dirigió sus cañones de odio contra Costa Rica, luego de que el gobierno costarricense se pronunciara a favor de la transparencia y desconociera a Maduro como presidente electo.
Ortega dijo que Costa Rica “se robó” la actual provincia de Guanacaste y que le quería robar a Nicaragua “el Río San Juan” y que nadie los había nombrado “jueces electorales” para cuestionar el fraude en Venezuela.
“Cada quien tiene su forma de administrar las elecciones”, dijo Ortega, minimizando descaradamente las serias irregularidades y la manipulación evidente del proceso electoral venezolano.
Mientras tanto, Rosario Murillo, fiel a su estilo grandilocuente, respaldó las palabras de Ortega con su habitual retórica.
La pareja dictatorial, conocida por su represión a la oposición y fraudes electorales en Nicaragua, parece haber encontrado en Maduro un alma gemela en sus ataques a la democracia y los derechos humanos.
El apoyo de los Ortega-Murillo al régimen de Maduro no sorprende, dado su propio historial de abusos y crímenes de lesa humanidad documentados por Naciones Unidas.