El periodista jubilado y emprendedor nicaragüense Henry Briceño, de 75 años, fue desterrado junto a su esposa, hija y su niño de 11 años tras ser detenido de forma arbitraria en su vivienda en el municipio de San Rafael del Sur, Managua.
El operativo, que refleja la política sistemática de represión y violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se llevó a cabo con un despliegue violento que incluyó confiscaciones y humillaciones de parte de policías y militares al servicio del régimen.
Briceño relató. a medios nicaragüenses en el exilio, cómo el pasado domingo 24 de noviembre, cuatro patrullas policiales irrumpieron en su residencia sin presentar ninguna orden judicial.
Encabezados por el jefe policial local, comisionado mayor Lázaro Clemente Quintanilla, los agentes justificaron su accionar señalando a Briceño como “líder de la oposición” en la zona. Sin permitirle llevar documentos o pertenencias, la familia fue separada y trasladada entre insultos y bajo amenaza en vehículos distintos hacia un destino desconocido.
“El trato fue inhumano, incluso hacia mi hijo de 11 años. Nos arrancaron de nuestro hogar con una violencia extrema, sin dejarnos despedirnos ni recoger lo más esencial”, denunció Briceño en declaraciones desde Costa Rica.
Confiscación de bienes y violencia institucional
El operativo policial no se limitó al destierro. Según Briceño, sus propiedades fueron confiscadas inmediatamente, incluyendo su vivienda, un vivero y negocios familiares que habían sido heredados a sus hijos desde 2012 debido a su estado de salud.
Las fuerzas del régimen ocuparon estos bienes sin presentar documentos legales y ahora hay esbirros del régimen custodiando los bienes ajenos.
El periodista también denunció meses de hostigamiento previo por parte de las autoridades, que incluyeron vigilancia durante el entierro de su hermano en Diriamba y amenazas constantes por su participación en espacios literarios y publicaciones en redes sociales críticas del régimen.
Un camino forzado hacia el exilio
El destierro culminó en la frontera sur de Nicaragua, donde la familia fue entregada a un destacamento militar.
Ahí los militares del ejército prosiguieron con los abusos y trato denigrante, al igual que los policías al servicio de la familia dictatorial.
“Nos fotografiaron como si fuéramos delincuentes y nos entregaron pasaportes recién emitidos, obligándonos a caminar por zonas montañosas y peligrosas hasta llegar a Costa Rica”, relató Briceño.
En Costa Rica, las autoridades ofrecieron refugio digno a la familia. Sin embargo, el periodista aseguró que el impacto psicológico y emocional, especialmente sobre su hijo menor, ha sido devastador.
El caso de Henry Briceño es uno de los cientos de ejemplos de la política de destierro aplicada por el régimen Ortega-Murillo contra críticos y opositores.
Desde 2018, tras las protestas sociales masivas, el gobierno ha intensificado su estrategia represiva, que incluye detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas, confiscaciones y expulsión de ciudadanos hacia el exilio.
La comunidad internacional ha condenado estas acciones, calificándolas como crímenes de lesa humanidad. Organismos de derechos humanos han documentado cómo la dictadura utiliza el sistema judicial y las fuerzas de seguridad para silenciar a cualquier voz disidente.
Briceño exige justicia
Con serenidad pero con rabia contenida, Briceño expresó su dolor al recordar el sufrimiento de su familia: “Nos trataron como criminales. Mi hijo fue desterrado de su tierra sin compasión, y yo fui despojado de mi vida y mi trabajo de años”.
El periodista ahora busca justicia y ha decidido compartir su testimonio con organizaciones internacionales para visibilizar las atrocidades del régimen. “Esto no puede seguir. Alguien tiene que responder por el dolor que han causado a tantas familias”, concluyó.
El destierro de Henry Briceño evidencia una vez más la magnitud de la represión en Nicaragua, un país donde las libertades fundamentales son sistemáticamente pisoteadas por una dictadura que busca perpetuarse a cualquier costo.