Dictadura de Nicaragua manifiesta su rechazo a EEUU y lo declara “enemigo de la humanidad”

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo utilizó la misma frase con la que el secretario de Estado, Marco Rubio, se refirió a las dictaduras de Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Rosario Murillo y Daniel Ortega, la pareja de dictadores de Nicaragua.

La dictadura de Nicaragua emitió este miércoles un comunicado en el que rechaza las declaraciones del se retaría de Estado Marco Rubio, quien durante una visita a Costa Rica calificó al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo como una “dictadura enemiga de la humanidad” y la acusó de facilitar el tráfico de migrantes hacia Estados Unidos.

El documento, publicado en el medio oficialista El 19 Digital, retoma consignas históricas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y acusa a Washington de ser una potencia “carnicera y diabólica”, reiterando su retórica contra la influencia de Estados Unidos en la región.

La reacción del régimen nicaragüense ocurre en un contexto de creciente tensión con Washington, que en los últimos meses ha endurecido su postura frente a Managua, incluyendo sanciones a altos funcionarios y anuncios de posibles restricciones comerciales.

Entre las medidas que evalúa la Casa Blanca se encuentra la posible exclusión de Nicaragua del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR), lo que afectaría de manera directa la economía nicaragüense.

Críticas a la política migratoria y vínculos internacionales

Durante su visita a San José, el secretario afirmó que el régimen nicaragüense permite el tránsito de migrantes irregulares hacia Estados Unidos como parte de una estrategia de presión geopolítica.

“Es una dictadura que no sólo oprime a su gente, sino que también contribuye al tráfico de personas y se alinea con actores hostiles a la seguridad de nuestro país”, declaró Rubio.

Estados Unidos ha manifestado en varias ocasiones su preocupación por la relación de Nicaragua con países como Rusia, China, Irán y Corea del Norte.

En años posteriores desde 2018, Washington ha sancionado a varias instituciones nicaragüenses y personajes públicos, argumentando corrupción, violación de derechos humanos y que facilita el lavado de dinero y el ingreso irregular de extranjeros a Estados Unidos.

Por su parte, la dictadura de Nicaragua ha reforzado sus vínculos con Moscú, permitiendo la presencia de asesores militares rusos en el país bajo el marco de acuerdos de cooperación en materia de defensa.

Además, ha estrechado lazos con Beijing, con quien mantiene negociaciones para nuevos proyectos de infraestructura y comercio.

Posible salida del CAFTA y sus repercusiones

Uno de los puntos más sensibles en la relación entre Managua y Washington es la permanencia de Nicaragua en el CAFTA-DR, un acuerdo que facilita la exportación de productos nicaragüenses a Estados Unidos, su principal socio comercial.

Según datos del Banco Central de Nicaragua, más del 60 % de las exportaciones del país tienen como destino el mercado estadounidense, lo que convierte al acuerdo en un pilar fundamental de la economía local.

De concretarse la salida de Nicaragua del CAFTA, sectores como el textil, las zonas francas y la agroindustria podrían verse gravemente afectados, con consecuencias directas en el empleo y el ingreso de divisas.

La Administración Trump ha advertido sus intenciones de sacar a Nicaragua del acuerdo por su documentada violación de los derechos humanos y persecución religiosa.

Retórica oficial y contexto interno

En su comunicado, el régimen nicaragüense recurre a citas de Rubén Darío y a consignas históricas para defender su postura, argumentando que Nicaragua es víctima de una “agresión imperialista”.

El comunicado reiteró la postura antiestadounidense de la dictadura familiar, calificando a Washington de “carnicero y diabólico”, y reivindicó la consigna histórica sandinista de “Luchamos contra el Yanki, enemigo de la humanidad”.

El texto también hace referencia a la visión del poeta Rubén Darío sobre el “imperialismo”, afirmando que Nicaragua “es víctima de una agresión externa y que su soberanía está por encima de cualquier injerencia extranjera”.

Asimismo, recurre a argumentos religiosos y nacionalistas para justificar su posición, asegurando que “Dios es grande y seguramente iluminará con la conciencia de su poder” a quienes defienden los intereses del país.

Sin embargo, el discurso antiestadounidense contrasta con la realidad de una economía altamente dependiente del comercio con Washington y con un éxodo migratorio creciente que tiene a Estados Unidos como principal destino.

Desde 2018, cuando estallaron las protestas antigubernamentales, más de 800.000 nicaragüenses han abandonado el país, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La crisis política y económica, agravada por sanciones y el deterioro del clima de inversión, ha llevado a un aumento en la emigración hacia Costa Rica, Estados Unidos y España.

Escenario de incertidumbre

El comunicado sandinista refleja un endurecimiento de su discurso en un momento de alta tensión diplomática.

Mientras Washington sopesa nuevas medidas económicas, Managua refuerza su retórica de confrontación, manteniendo alianzas con países que han sido sancionados por EE.UU. y la Unión Europea.

La familia Ortega-Murillo y su círculo de funcionarios han sido señalados de cometer crímenes de lesa humanidad, masacres, destierros, confiscaciones, persecución religiosa, asalto de medios y penalización del periodismo, violaciones, desapareciones forzadas y más atrocidades.

Exit mobile version