El sancionado general Julio César Avilés fue ratificado este viernes como jefe del Ejército de Nicaragua para un nuevo período de 6 años, consolidando así su permanencia en el cargo por un total de 21 años consecutivos.
La ceremonia, celebrada en la Plaza de la Fe en Managua, coincide con la conmemoración de la muerte de Augusto C. Sandino, fecha emblemática para el sandinismo.
Con esta ratificación, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en el poder desde 2007, refuerza su alianza con la cúpula militar, cuyo grueso de mandos está sancionado internacionalmente por su complicidad en crímenes de lesa humanidad, abusos a los derechos humanos y actos de corrupción, según organismos internacionales.
Al acto fueron invitadas delegaciones militares y diplomáticas de países aliados como Cuba, Venezuela, Rusia, Irán, Honduras, El Salvador y México.
La codictadora y vocera oficial, Rosario Murillo, destacó la importancia de la ceremonia, señalando que “honramos a Sandino y su legado de lucha”.
Avilés, sancionado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos desde 2020, ha sido señalado por el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (GHREN) de la ONU como responsable de proveer armas a grupos paramilitares que participaron en la represión de las protestas de 2018.
En diciembre pasado, la justicia argentina lo incluyó en una lista de 15 funcionarios nicaragüenses con orden de captura internacional por violaciones a los derechos humanos.
La ratificación de Avilés se da en un contexto de reformas legales impulsadas por la dictadura Ortega-Murillo, que recientemente extendieron los períodos de altos cargos, incluyendo el del jefe del Ejército.
Según analistas, esta medida busca afianzar el control sobre las instituciones del Estado y garantizar la permanencia del régimen en el poder.
El politólogo Félix Maradiaga, exsecretario general del Ministerio de Defensa de Nicaragua, consideró que la ratificación de Avilés “es la confirmación de un modelo dictatorial donde las Fuerzas Armadas han dejado de ser una institución nacional para convertirse en el guardián de un régimen que ha destruido la democracia”.
Además, criticó el rol del Ejército como actor en la política interna y su alineamiento con intereses geopolíticos de potencias como Rusia e Irán.
La oposición nicaragüense y organismos de derechos humanos han denunciado reiteradamente que el Ejército de Nicaragua ha sido cómplice de la persecución a opositores, el espionaje interno y la represión de manifestaciones pacíficas desde 2018.
A la par, investigaciones periodísticas han revelado el determinante papel de la guardia en negocios con fondos estatales, corrupción y falta de transparencia en la adquisición de armas de guerra.
Avilés, quien asumió el cargo en 2010, es el jefe militar que más tiempo ha permanecido en el poder en Nicaragua desde la década de 1980, superando incluso a Humberto Ortega, hermano del dictador, quien dirigió las fuerzas armadas tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979.
La comunidad internacional sigue de cerca la situación en Nicaragua, donde persisten denuncias de violaciones a los derechos humanos y una creciente consolidación del poder en manos de Ortega y Murillo.
Mientras tanto el Ejército mantiene su respaldo a la dictadura, afianzando su papel en el sostenimiento del régimen.