La dictadura izquierdista de Daniel Ortega en Nicaragua anunció la retirada inmediata de su embajador en Argentina, Carlos Midence, en una clara señal de descontento con la próxima asunción de Javier Milei como presidente de Argentina, programada para el 10 de diciembre.
Esta decisión responde a las “reiteradas declaraciones y expresiones de los nuevos gobernantes”, según un comunicado del canciller de Ortega, Denis Moncada Colindres.
El régimen de Ortega, conocido por su postura autoritaria y su historial de violaciones a los derechos humanos, ha mantenido una relación compleja con Argentina, especialmente a raíz del apoyo del país sudamericano a las sanciones y condenas en los diferentes foros internacionales contra el régimen sandinista.
Ortega, viejo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, ha gobernado Nicaragua bajo una creciente represión y censura junto a su pareja Rosario Murillo, ambos señalados de cometer crímenes de lesa humanidad por la masacre de más de 355 personas, más de 2,000 heridos, miles de desaparecidos, torturados y apresados, junto al exilio y destierro de más de 500,000 nicaragüenses.
Por su parte, Javier Milei, el presidente electo argentino, quien no invitó a Nicaragua a su toma de posesión, es conocido por sus posturas libertarias y su crítica abierta a los regímenes de corte socialista en América Latina. Milei ha sido especialmente rudo en su rechazo a las dictaduras de Nicaragua, Cuba y Venezuela, calificándolas de “atentados contra la libertad y la dignidad humana”.
La retirada del embajador de los Ortega-Murillo se interpreta como una rabieta sandinista con las políticas y posturas de Milei, quien ha prometido un cambio radical en la política exterior argentina respecto a los gobiernos autoritarios de la región.
“Las dictaduras de Ortega, Maduro y Díaz-Canel son la antítesis de la libertad que promovemos”, expresó Milei en una de sus declaraciones.
Este movimiento diplomático de Nicaragua destaca la creciente polarización ideológica en América Latina y anticipa posibles cambios en las dinámicas regionales, especialmente en las relaciones entre Argentina y los países alineados con el régimen de Ortega.