Si pensaron que no le faltaba ningún ingrediente al tragicómico capítulo de las elecciones primarias hondureñas, se equivocaron. El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras enfrenta una creciente división interna por filiaciones políticas y los retrasos en la entrega de las maletas electorales en la capital durante el evento del domingo.
Las posturas de los consejeros Marlon Ochoa y Cossette López han evidenciado una disputa de carácter partidario dentro del organismo.
Desde el 9 de marzo, la tensión ha ido en aumento, con ambos consejeros responsabilizando a diferentes actores del problema.
Por un lado, Cossette López, alineada con el Partido Nacional (PN), defiende el trabajo del personal del CNE, resaltando su esfuerzo en jornadas extenuantes de hasta 20 horas sin descanso. A su juicio, la causa del retraso se originó en las Fuerzas Armadas de Honduras, entidad encargada del traslado de los materiales.
En contraparte, Marlon Ochoa, identificado con el oficialista Partido Libertad y Refundación (Libre), respalda la labor de los militares y atribuye los retrasos a fallos en la planificación del CNE, incluyendo incumplimientos de cronogramas y errores en la logística del despacho de las maletas.
Las declaraciones de López han escalado la controversia, señalando que Ochoa actúa más como un activista político que como un consejero institucional.
“Él no genera afecto por las instituciones ni por las personas”, afirmó, además de cuestionar su actitud frente al personal del CNE.
“Si quiere sacrificarse por su reina (en alusión a Rixi Moncada) y por sus Fuerzas Armadas, que lo haga, pero que deje de señalar al recurso humano”, agregó.
Cabe destacar que Rixi Moncada, además de ser ministra Defensa, es aspirante a la presidencia por Libre, lo que añade un matiz político a la controversia.
López también expresó su indignación ante la falta de intervención del Ministerio Público (MP), que, según ella, no actuó en los puntos donde se encontraban estacionados buses con material electoral.
Mientras la disputa sigue escalando, el CNE enfrenta un desafío clave para mantener la confianza en el proceso electoral, en medio de un ambiente marcado por la polarización y la desconfianza entre sus propios miembros.