La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo recurrió nuevamente el miércoles a un tono insultante y polémico en su diplomacia regional. A través de una ácida nota de protesta, la dictadura acusó a los gobiernos de Guatemala, Costa Rica, República Dominicana y Panamá de injerencia y “servilismo a intereses extrarregionales”.
Aunque la nota ofensiva aparece firmada por el canciller y exespía sandinista Valdrack Jaentschke, la comunicación está plagada de un lenguaje agresivo, lleno de adjetivos denigrantes y deshumanizantes como el que acostumbra en sus discursos de odio la co dictadora Rosario Murillo, conocida por su retórica estridente y soez.
El origen del documento radica en el rechazo de los países mencionados a que fichas de la dictadura de Nicaragua ocupen el puesto en la Secretaría General del Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Según el régimen, esta postura constituye una “actitud insolente e irrespetuosa” que atenta “contra la soberanía y la independencia de Nicaragua”.
Bajo esa misma acusación contra los diplomáticos de los cuatro países, la dictadura acumula cientos de casos de secuestros, condenas, encarcelamientos y destierros de centenares de nicaragüenses
En un giro habitual en la narrativa oficialista, la nota mezcla acusaciones de “ignorancia” e “irresponsabilidad” con alusiones a conceptos como la pobreza, la seguridad regional y la lucha contra el crimen organizado.
Sin embargo, el tono despectivo, amenazante y la falta de propuestas concretas reflejan un manejo diplomático orientado a quemar sus barcos: insulta, humilla, amenaza y luego llama a “pensar”.
Un lenguaje de confrontación
El documento destaca por su retórica belicosa, que incluye frases como “la demencia que nos venden en forma de fantasías y pesadillas ególatras” y referencias a “inescrupulosos de siempre”.
Este estilo, asociado a los discursos de Rosario Murillo, contrasta con el lenguaje generalmente sobrio y técnico esperado en las comunicaciones diplomáticas.
Además, la nota incurre en contradicciones al apelar a la unidad centroamericana mientras insulta a los países vecinos y amenaza con “desterrar la demencia que nos venden en forma de fantasías y pesadillas”.
En su ofensiva diplomática, el régimen apela a conceptos como la “Hermandad y Familia” en un mes tradicionalmente dedicado a la reflexión, mientras arrecia las violaciones a los derechos humanos y la persecución de sacerdotes, monjas y civiles en Nicaragua.
La nota de protesta, más que fortalecer las relaciones diplomáticas, parece destinada a profundizar el aislamiento del régimen en el ámbito regional, evidenciando la desconexión entre su retórica y la realidad de un país sumido en una crisis política y social.