En un contexto marcado por sanciones internacionales y aislamiento diplomático, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha reforzado su alianza con China como su principal pilar económico convirtiéndose en un miembro más del club de la trampa de deuda china.
En 2024, el régimen acordó endeudamientos por 951.6 millones de dólares con empresas chinas para financiar obras de inversión pública en Nicaragua.
Estas iniciativas incluyen en el papel un aeropuerto, plantas solares, una carretera y depósitos de gas, entre otros, pero también plantean serias dudas sobre su viabilidad económica y los términos desfavorables de endeudamiento.
El Presupuesto General de la República nicaragüense para 2025 está íntimamente ligado a los proyectos chinos.
Según las proyecciones oficiales, dos empresas, China CAMC Engineering CO., LTD. y China Communications Construction Company Limited, aportarán casi 6,400 millones de córdobas en financiamiento externo neto.
Sin embargo, estos acuerdos incluyen tasas de interés de hasta el 10% y condiciones que obligan a Nicaragua a adelantar el 20% del costo total de los proyectos, incluso si la contraparte china no asegura su 80%.
“La dictadura está hipotecando el futuro de Nicaragua con condiciones que ningún otro acreedor aceptaría. Este nivel de endeudamiento es insostenible para un país con una economía tan frágil”, comentó el economista Óscar René Vargas.

Crecimiento económico limitado
A pesar de las promesas de grandes inversiones, los datos muestran que el impacto económico de la relación con China es limitado.
En 2023, las exportaciones nicaragüenses a China alcanzaron los 44 millones de dólares, una cifra marginal frente a las importaciones de 1.385 millones de dólares.
El Tratado de Libre Comercio firmado en 2023 podría aumentar las exportaciones en el mediano plazo, pero expertos como Enrique Sáez advierten que los costos de transporte y el bajo volumen de producción de Nicaragua limitan la rentabilidad de este comercio.
“Para que Nicaragua pueda competir en el mercado chino, necesita exportar en grandes volúmenes, y eso no es factible en las condiciones actuales”, explicó Sáez.

Proyectos polémicos y expectativas infladas
Entre los proyectos anunciados destacan el aeropuerto de Punta Huete y un sistema ferroviario que conectaría el Caribe con el Pacífico.
Sin embargo, hasta ahora, el único acuerdo cumplido ha sido la entrega de una flota de 3.000 autobuses chinos, cuyo costo sigue siendo un secreto.
El economista Vargas señaló que estas iniciativas recuerdan al fallido Canal Interoceánico, un proyecto que prometía transformar la economía nicaragüense pero que nunca se materializó.
“Estos son proyectos de papel que Ortega utiliza para mantener una narrativa de esperanza en un país donde la desesperanza es la norma”, afirmó Vargas.
La estrategia de la dictadura nicaragüense no solo busca paliar los efectos del aislamiento internacional, sino también consolidar una dependencia económica con el gigante asiático, en medio de un escenario geopolítico que podría complicarse con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Dependencia geopolítica en un mundo cambiante
El fortalecimiento de la relación con China también tiene un trasfondo político. Tras romper relaciones con Taiwán en 2021, Nicaragua se convirtió en un aliado estratégico de Beijing en Centroamérica.
Sin embargo, esta alianza no está exenta de riesgos. El regreso de Trump a la Casa Blanca podría endurecer la política estadounidense hacia China, lo que afectaría indirectamente a Nicaragua, tal y como lo advirtió el politólogo Manuel Orozco al periodista Luis Galeano de Café con Voz.
Los efectos de esas malas relaciones de Ortega y Murillo con China, Rusia, Irán, Corea del Norte y Afganistán, ya tiene sus efectos en Centroamérica con el bloqueo de los gobiernos de la región a los planes sandinistas de ocupar la Secretaría General del SICA.
En todo 2024, el régimen insistió desesperadamente en ocupar la silla del foro centroamericano con fichas partidarias de oscuros antecedentes en espionajes, corrupción, violación de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, pero Centroamérica los rechazó.
En diciembre de 2024, la embajada china en Managua celebró tres años de relaciones bilaterales con una recepción que subrayó la “alianza estratégica” entre ambos países. Pero expertos advierten que esta relación es asimétrica y podría convertirse en una carga para Nicaragua.
“La dictadura está apostando a toda China, pero en el fondo, esto solo beneficia al régimen, no al pueblo nicaragüense. La deuda está aumentando, mientras que los beneficios económicos reales son mínimos”, advirtió al respecto Vargas.