En un gesto que refuerza los lazos entre dos de los regímenes más represivos del mundo, el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, elogió al dictador norcoreano Kim Jong-un, destacando su capacidad para “defenderse de las agresiones imperialistas” y construir una “sociedad socialista con estilo propio”.
Las palabras de Ortega, emitidas con motivo del 79 aniversario de la fundación del Partido del Trabajo de Corea del Norte, subrayan una afinidad ideológica entre dos dictaduras que comparten características alarmantemente similares en su ejercicio del poder y violación sistemática de derechos humanos.
Ortega, acompañado de su esposa y vicedictadora, Rosario Murillo, calificó a Kim Jong-un como un “guía y referencia” para los pueblos que luchan por su independencia y soberanía. En su mensaje, elogió al líder norcoreano y al Partido del Trabajo por mantener la “Idea Juche”, una ideología de autosuficiencia que ha servido como justificación para el aislamiento extremo y el control totalitario en Corea del Norte.
Paralelismos entre las dictaduras de Ortega y Kim
Este elogio no es solo un gesto diplomático, sino una reveladora coincidencia entre dos regímenes que comparten métodos de represión y control. Tanto en Nicaragua como en Corea del Norte, el culto a la personalidad de sus líderes, el uso de propaganda para manipular a la población y la eliminación sistemática de cualquier oposición política, son prácticas cotidianas.
Ambos países están marcados por la persecución de opositores, el control absoluto de los medios de comunicación y el uso del miedo para mantener el poder. En Corea del Norte, bajo la dinastía Kim, la represión ha llegado a niveles extremos, con ejecuciones sumarias, campos de concentración y un estado de vigilancia total. En Nicaragua, Ortega y Murillo han adoptado tácticas similares, silenciando a la oposición, encarcelando a activistas, periodistas y líderes políticos, y expulsando a organizaciones de derechos humanos mientras refuerzan el culto a la personalidad de Ortega y Murillo.
Alianzas y retórica antiimperialista
Al igual que Corea del Norte, el régimen de Ortega ha optado por alianzas con potencias autoritarias como Rusia, mientras mantiene una postura de desafío abierto a Estados Unidos y otros países occidentales. Esta retórica antiimperialista, utilizada por ambos regímenes, sirve como excusa para justificar su represión interna y su rechazo a las críticas internacionales por violaciones de derechos humanos.
El intercambio de elogios entre Ortega y Kim Jong-un no es casualidad, sino parte de una estrategia de legitimación mutua entre dos regímenes que se ven reflejados en sus métodos de control y opresión. La reciente reafirmación de relaciones entre Nicaragua y Corea del Norte, restablecidas desde 2007 tras el regreso de Ortega al poder, es un recordatorio de que ambos regímenes no solo comparten una narrativa política, sino también una práctica dictatorial que se niega a ceder ante los llamados de la comunidad internacional.
En resumen, el mensaje de Ortega a Kim Jong-un es una muestra de la cercanía entre dos dictaduras que, bajo el pretexto de defender su soberanía, han sometido a sus pueblos a una vida de represión, censura y pobreza, mientras ambos líderes consolidan su poder a través del miedo y la manipulación.