La Base Aérea Soto Cano, conocida como Palmerola, ha sido un símbolo de la cooperación militar entre Estados Unidos y Honduras desde su establecimiento en 1982. Sin embargo, este enclave estratégico ha adquirido un protagonismo renovado en 2025, luego de que la presidenta hondureña Xiomara Castro anunciara en su primer mensaje de Año Nuevo la intención de revisar las políticas de cooperación militar con Estados Unidos si se intensifican las deportaciones masivas de hondureños cuando Donald Trump asuma la presidencia el 20 de enero.
Un enclave histórico y estratégico
Palmerola alberga a 500 militares estadounidenses y otros 500 civiles hondureños y estadounidenses.
Según la Fuerza de Tarea Conjunta-Bravo, la base desempeña múltiples funciones: combate al crimen organizado transnacional, apoyo humanitario y operaciones de socorro en desastres naturales, como los ocasionados por los huracanes Eta e Iota en 2020. Además, desde 2021, opera como aeropuerto internacional, trasladando vuelos comerciales que anteriormente llegaban al riesgoso Aeropuerto Toncontín en Tegucigalpa.
Reina Rivera Joya, abogada y analista en derechos humanos, explicó a la Voz de América (VOA), el sistema informativo de los Estados Unidos, que Palmerola surgió como “una base para controlar el avance del comunismo internacional y establecer un punto estratégico en el corazón de América Central”.
Revisión de acuerdos en un contexto electoral
La advertencia de Castro de condicionar la permanencia de Palmerola parece estar vinculada al proceso electoral de 2025, según analistas.
Napoleón Campos, experto en relaciones internacionales, señaló a la VOA que “la presidenta busca defender a los migrantes utilizando este tema, aunque lo ha hecho en una dirección equivocada”.
Además, Palmerola no sólo tiene un valor estratégico, sino también económico.
Según el analista Leonardo Pineda, genera ingresos por su operación como aeropuerto y fortalece la formación militar en Honduras mediante la Academia Militar de Aviación.
Sin embargo, Pineda advirtió que “tensionar las relaciones con Estados Unidos podría ser perjudicial, ya que la economía hondureña depende en gran medida de este país”.
En 2024, Estados Unidos fue el principal destino de exportaciones hondureñas, con un valor de $1,185 millones, y las remesas desde ese país alcanzan un promedio anual de $9,000 millones de dólares.
¿Un traslado viable?
Las declaraciones de Castro también han reavivado debates históricos sobre la influencia de Estados Unidos en Honduras a través de Palmerola.
En respuesta, el senador estadounidense Mike Lee sugirió la posibilidad de trasladar la base a Guatemala, describiendo a este país como “más amigable con los intereses” estadounidenses.
No obstante, el traslado de la base implicaría enormes desafíos logísticos y económicos, debido a las significativas inversiones en infraestructura desde su fundación.
Además, renegociar los acuerdos bilaterales requeriría la aprobación del Congreso Nacional de Honduras, donde el partido oficialista tiene una considerable influencia, pero no mayoría absoluta.
Un precedente polémico
Esta no es la primera vez que Honduras cuestiona sus acuerdos bilaterales con Estados Unidos. En agosto de 2024, el gobierno hondureño puso fin al acuerdo de extradición con el país norteamericano, una medida que generó críticas y fue vista como un retroceso en la lucha contra el crimen organizado.
En un contexto donde las relaciones con Estados Unidos son cruciales para la estabilidad económica de Honduras, el futuro de Palmerola parece estar en el centro de un delicado juego geopolítico.
Con información de la Voz de América