En su mensaje urbi et orbi (a todo el mundo) del Domingo de Pascua, el Papa Francisco pidió a Jesús resucitado por Nicaragua, país donde la dictadura prohibió todas las procesiones de la Semana Santa y donde los católicos que trataron de expresar su fe en estas movilizaciones tradicionales han sido perseguidos.
El pontífice, recuperado tras un quebranto de salud que le llevó al hospital, pidió a Cristo que sostenga a las comunidades cristianas que están celebrando la Pascua en “circunstancias particulares, como en Nicaragua”.
Pidió al Señor por todos aquellos a quienes por diferentes razones se les impide profesar libre y públicamente su fe.
“Obtengamos la fuerza para preservar en el bien, buscando el bien que no defrauda”, dijo.
“A crecer en un camino de confianza recíproca, entre las personas, entre los pueblos y las naciones. Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. A recorrer senderos de paz y de fraternidad”, agregó.
Por orden del dictador Daniel Ortega, en Nicaragua quedaron prohibidas todas las actividades desde la Cuaresma y unos días antes del inicio de la Semana Santa, a los templos católicos les notificaron que las procesiones y las actividades públicas de la temporada estaban suspendidas.
Debido a esto, algunos vía crucis fueron realizados en los patios internos de las parroquias, para evitar que la policía del régimen arrestara a los participantes.
Fueron más de 3,000 las procesiones suspendidas, según denuncias de comunidades católicas.
La dictadura ataca permanentemente a la iglesia, como lo hizo el mismo sandimismo en los años 80, y hasta ha sentenciado a cárcel a un obispo crítico del régimen con cargos infundados.