El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aseguró este jueves que se comprometió con el papa Francisco a hablar con el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega para pedir la liberación del obispo católico, Rolando Álvarez, preso desde hace 10 meses y condenado a 26 años de cárcel.
“Tengo la intención de hablar con Ortega sobre la liberación del obispo. No hay por qué impedir de ejercer su función en la iglesia, no existe esa posibilidad, así que intentaré ayudar”, dijo el líder brasileño en declaraciones con periodistas tras su encuentro con el papa Francisco.
Lula dijo que el gobernante nicaragüense debería tener “el coraje” de reconocer que se había cometido un error. Álvarez, un crítico de Ortega, fue sentenciado a más de 26 años de prisión en Nicaragua en febrero por cargos que incluían traición, socavar la integridad nacional y difundir noticias falsas.
“La iglesia tiene problemas en Nicaragua, porque tiene sacerdotes y obispos encarcelados, y lo único que la iglesia quiere es que Nicaragua libere al obispo para venir a Italia. Y tengo la intención de hablar con Daniel Ortega al respecto, para que libere al obispo”, aseguró Lula
“Estas cosas no siempre son fáciles, porque no todo el mundo es grande para disculparse. La palabra excusa es simple, pero requiere mucha grandeza, reconoces que has cometido algo mal. No todos los hombres tienen el coraje de decir ‘me equivoqué y voy a cambiar de posición’. Es un trabajo de convencimiento y tengo mucha paciencia, soy muy tolerante con las conversaciones. Intentaré ayudar ”, subrayó el presidente brasileño, quien tiene una larga amistad con Ortega, desde los años 80.
Álvarez, un carismático obispo y crítico de la dictadura, es el titular de la norteña diócesis de Matagalpa, fue encarcelado en agosto pasado. A inicios de año fue condenado a 26 años de prisión. Solo ha sido exhibido una vez por la dictadura en una visita filmada de sus familiares.
El papa Francisco ha criticado duramente el encarcelamiento de Álvarez y llegó a comparar a Ortega con Hitler.
Brasil ofreció acogida en el país a nicaragüenses que fueron despojados de su nacionalidad por la dictadura de Ortega y el gobierno de Lula expresó su preocupación por las violaciones, en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, sin embargo, el gobierno evitó firmar una resolución que citaba crímenes contra la humanidad del régimen.