En lo que parece ser un cruce entre los evangelios e intenciones políticas de su cosecha, el pastor venezolano Carlos Morán ha decidido adelantarse a la muerte con una profecía directa desde su canal de YouTube: Daniel Ortega, el dictador nicaragüense, será fulminado por un infarto.
Según el predicador, la mano de Dios sacará al casi octogenario líder del poder, como si fuera una especie de intervención divina, una de esas que no se ven desde los tiempos bíblicos.
Morán asegura en sus oratorias que tras el “infarto” de Ortega, Murillo ascenderá al poder como una especie de “vengadora final”, pero que este será solo un paso más hacia la “liberación total” de Nicaragua.
Profeta venezolano Carlos Morán asegura que Dios le reveló que Daniel Ortega morirá de un infarto y que así vendrá la liberación de Nicaragua. pic.twitter.com/LjEswkc8Hf
— Héctor Rosales (@Hector_RosalesA) September 18, 2024
La “profecía” no ha caído en gracia en el centro del poder dictatorial en Managua y Rosario Murillo, de 77 años y objeto de deseos funestos de millones de nicaragüenses, ha respondido con la sombría narrativa que le acompaña siempre.
“El bien triunfa, el bien prevalece y en Nicaragua seguimos siendo ejemplo luminoso”, dijo Murillo en su alocución diaria, tal vez olvidando mencionar que su versión de “luz” ha dejado más exiliados, encarcelados y perseguidos que cualquier eclipse de sol en la historia reciente.
No es la primera vez que en las redes sociales se celebra con mucha algarabía la posible partida de Murillo o de su esposo al cementerio.
En marzo pasado, miles de nicaragüenses alistaron café, naipes y pan, esperando el supuesto velorio de la vicepresidenta tras rumores de un infarto durante uno de sus habituales discursos de odio, interrumpido por un quejido, un grito de ayuda y un cierre abrupto de la llamada telefónica.
Incluso un médico nicaragüense, exiliado tras servir como doctor privado de la familia Ortega-Murillo, pronosticó que la impopular Murillo había sufrido un accidente cardiovascular.
Pero como en una tragicomedia mal escrita, el café se enfrió entre la expectativa social cuando Murillo reapareció, más viva que nunca y soez como siempre, lista para proseguir profiriendo discursos de odio y oscurantismo.
Por ahora, el dictador sigue vivo y aferrado al poder, mientras que su compañera de vida y poder se jacta de tener a Dios de su lado. ¿Será que Dios también está en el búnker de El Carmen, tomando un café mientras espera el desenlace? El tiempo, y quizás un infarto, lo dirán.