En un discurso de odio emitido este martes por Rosario Murillo, vicedictadora sandinista de Nicaragua, se hizo patente el rumbo de las relaciones de su régimen violento y represivo contra la Iglesia Católica, marcando un inicio de año turbulento para el país centroamericano.
En un tono lúgubre y polémico, declaró ante sus medios: “Porque somos todos hijos del mismo Padre, el Padre Celestial, que nos da esa vida en el amor para que la asumamos como corresponde. Somos todos hijos del mismo Padre, de la misma Madre, y nos queremos caminando, en paz y bien, caminando con trabajo, seguridad, en trabajo, seguridad y voluntad, de compromiso, de mejorar nuestras vidas, de prosperar, de ir siempre más allá”.
Para Rosario Murillo es odio que monseñor. @silviojbaez pida sanciones económicas a la comunidad internacional y que se tomen medidas urgentes para libertar a dos obispos y 14 sacerdotes secuestrados. Los pastores están llamados a dar la vida por sus ovejas, por su pueblo pic.twitter.com/MUNuCoR4AH
— Emiliano Chamorro / Periodista Nicaragüense (@EmilianoCHM69) January 2, 2024
No obstante, el mensaje de Murillo tomó un giro siniestro al enfocar la fe y manipular su discurso contra la Iglesia: “la fe no se acomoda a las ambiciones personales, de algunos o de quienes creen que la fe es la respuesta a su ambición personal, acomodar la vida a sus designios, que no son divinos, son terriblemente humanos, y muchísimas veces son designios que hemos conocido como diabólicos”.
Murillo, acusada directamente de ser autora junto al dictador Daniel Ortega de crímenes de lesa humanidad, incluyendo asesinatos, secuestros, torturas, desapariciones, destierro, robo de propiedades, corrupción y muertes de menores de edad, ha desatado una cacería contra los sacerdotes de Nicaragua al grado de detener a más de 20 en menos de una semana.
La vicedictadora también arremetió contra los religiosos, sin mencionar nombres: “Cómo podemos creer en personajes que destilan maldad, como podemos creer en personajes cuyos vozarrones hablan de codicia, de envidia, de egoísmo, de maldad. Cómo podemos creer que puedan ser representantes de Dios en la Tierra, porque Dios es bueno, y Dios es misericordioso, y Dios es lo más potente, lo excelso, lo divino”.
Las expresiones de Murillo no se detuvieron ahí, ya que acusó a los religiosos que abogan por la paz y la democracia en Nicaragua de “querer destruir” a su dictadura: “destrucción, demolición, y sobre todo de farsa, de engaño, de fraude”.
“¡Ese no es el rostro de Jesús! No es el rostro de Dios, no es el Santo Rostro de Dios, son rasgos que más tienen que ver con los vicios y los pecados capitales, la envidia, el egoísmo, el afán de protagonismo, que es egoísmo, que es envidia, la codicia, y sobre todo el desear el mal al prójimo, y a un pueblo entero, a un pueblo entero que cree y que crea, porque cree en Dios Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo”, dijo Murillo, bajo cuya sangrienta administración han asesinado a 355 personas, herido a más de 4,000, desterrado y exiliado a más de 600,000 y confiscado miles de propiedades y bienes de terceros.
Este discurso de Murillo sigue la misma línea de odio desatado desde 2018 contra la Iglesia Católica, que se ha agravado en los últimos días, con redadas y capturas de sacerdotes, lo que ha aumentado las preocupaciones internacionales sobre la libertad religiosa en el país.