Un año después de ser arrestado en su parroquia en Nicaragua, el padre Silvio Fonseca Martínez ha encontrado un nuevo hogar y la libertad de ejercer su ministerio en la Arquidiócesis de Louisville, en Estados Unidos.
El medio digital católico The Record, con sede en Kentucky, destacó su historia como un ejemplo del impacto de la persecución religiosa en el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El padre Fonseca, arrestado por la policía sandinista tras celebrar misa en la iglesia de la Santa Faz en Managua, fue 1 de los 15 sacerdotes, 2 obispos y 2 seminaristas desterrados a Roma en enero de 2024.
Entre ellos estaban figuras prominentes como monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa y Estelí, y monseñor Isidoro Mora de la Diócesis de Siuna.
Un exilio marcado por la represión
Desde 2018, la Iglesia Católica en Nicaragua ha sido blanco de una persecución sistemática y brutal de la dictadura familiar Ortega Murillo.
La revuelta popular iniciada en abril de ese año contra las reformas a la seguridad social desató una brutal represión del régimen, que dejó más de 355 muertos según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La dictadura acusó a la Iglesia de apoyar un intento de golpe de Estado, lo que desencadenó ataques contra templos, expulsión de órdenes religiosas y arrestos de clérigos.
El padre Fonseca recordó los momentos previos a su exilio: “Nos llevaron con lo puesto, me dieron un par de zapatos y ropa sencilla antes de subirnos a un avión con destino a Roma”.
Al llegar a la capital italiana junto a otros religiosos, lloraron de alivio y tristeza, conscientes del precio de su fidelidad a la Iglesia y a su pueblo.
Reconstruyendo su ministerio en Kentucky
Desde septiembre de 2024, el padre Fonseca sirve como pastor asociado en la Iglesia del Espíritu Santo en Jamestown, Kentucky, donde ha sido recibido con los brazos abiertos por la comunidad hispana en crecimiento.
Según The Record, el padre Fonseca ha dedicado sus esfuerzos a atender las necesidades espirituales y sociales de los feligreses inmigrantes.
“Estoy muy agradecido. Espero contribuir a la arquidiócesis y ayudar a esta comunidad rural”, expresó en una entrevista realizada en la iglesia Good Shepherd en Columbia, Kentucky.
El sacerdote ha identificado desafíos significativos entre la población hispana, incluidos el miedo a la deportación, la falta de estabilidad familiar y la ausencia de formación religiosa en su idioma.
“Uno de mis objetivos es formar a los laicos en su lengua materna. Es algo que requiere atención inmediata”, señaló.
Una lucha por la fe y la justicia
A pesar de su exilio, el padre Fonseca mantiene la esperanza de regresar a Nicaragua.
“Ser fieles a la Iglesia, al pueblo y al país, ese es nuestro delito”, afirmó.
Añadió que el régimen busca destruir la estructura de la Iglesia, pero está convencido de que no podrán “aniquilar la fe de la gente”.
El medio católico subrayó el papel del padre Fonseca en el fortalecimiento de la fe entre los inmigrantes y destacó sus esfuerzos por unir a las comunidades hispana y angloparlante en la región.
La historia del padre Fonseca refleja no solo la difícil situación de los religiosos en Nicaragua, sino también la resiliencia de quienes, a pesar del exilio, continúan defendiendo su vocación y sirviendo a su comunidad.